Bueno, Hugo, lo logramos. No fueron diez millones, una meta difícil, (hay que entender que la participación es uno de los problemas estructurales que este proceso trata de resolver), pero justa en cuanto al esfuerzo que requiere la construcción de la utopía Bolivariana, en la acepción positiva de los retos revolucionarios que obligan a entregarnos por completo a lo aparentemente difícil para lograr lo posible; aún así, el resultado electoral es una enorme demostración de apoyo y legitimidad al gobierno que te hemos ordenado seguir dirigiendo, halagadora para quienes apoyamos este proceso, indigesta (aún) para quienes nos adversan en lo interno, contundente a nivel internacional gracias a la transparencia de la que fueron testigos los numerosos observadores que callaron con sus declaraciones cualquier infamia con las que se estigmatiza la emancipación de nuestros pueblos en la maquinaria mediática mundial.
Le hemos regalado al planeta la percepción de una democracia electoral que acopia los avances tecnológicos para garantizar el derecho inalienable de los ciudadanos del mundo a confiar en su sistema de votación y estimulándolos a emular nuestros mecanismos para auditar y sumar verazmente el deseo popular. Esta "república banana" le dió lecciones, paradójicamente, a los países más avanzados en tecnología en un aspecto crucial de su arquitectura democrática, lecciones que no dudamos repercutirán favorablemente en futuros eventos electorales en esos y todos los países para que aumenten los niveles de participación necesarios para escoger veraz y eficazmente a sus representantes.
USrael está atascado entre la pantomima de un nuevo congreso dizque demócrata al que le toca limpiar esa mancha indeleble con la que el sionismo imperialista ensució a su pueblo arrastrándolo a invadir de manera asesina a otras naciones al tiempo que les secuestraba sus propios derechos fundamentales; quizás ofrezcan al inepto emperador Jorgito II a las fieras del circo mediático para que su matanza política sirva de alivio a los abobados USAmericanos, haciéndoles percibir falsamente que el "sistema" funciona y regresándolos de vuelta a sus sillones a ver la TV comercial a la que les hicieron adictos. A falta de pan (en el sentido moral), circo.
Lula, Correa y tú (y quizás López Obrador), junto a Morales, Vásquez y Kirschner tienen desde ya el el turno al bate para la izquierda latinoamericana. Ahora que pasó el circo electoral, en el que Rosales jugó su justo papel a perfección (ya sabes mi opinión sobre esa jugada maestra: http://www.aporrea.org/dameletra.php?docid=27652 , y en todo caso hay que agradecerle su conducta porque gracias a él se disiparon todas las sombras tenebrosas del foquismo), nos toca concentrarnos en afianzar los mecanismos de participación popular que permitan captar la voluntad de ese casi 40% de la población que sigue obcecadamente creyendo que el país va hacia el abismo, tal como se lo pintan los apéndices mediáticos del neocolonialismo valiéndose de la libertad absoluta de prensa y opinión que ellos incongruentemente dicen ver amenazada y secuestrada. Labor difícil, si vemos la multitud que inexplicablemente rindió tributo al cadáver del genocida chileno en estos días: el síndrome de Estocolmo, que vincula afectivamente a las víctimas con sus victimarios, no es la explicación plausible. La realidad es más dolorosa, consiste en la sobrevivencia del racismo, el fascismo y el odio de clases por parte de una clase media obstinada en vincularse con los estratos económicamente más favorecidos, de los cuales son envidiosos y dóciles siervos, despreciando su origen popular del que quieren inútilmente deslastrarse.
Los nuevos retos tienen que ver con la revolución interna, el mecanismo de empoderamiento de las bases populares libres de la contaminación partidista que se quiere perpetuar infiltrando nuevamente sus prácticas reformistas y cuartarepublicanas en la estructura que propones como partido único. El partido único se llama y es el pueblo, sin carnet, sin líneas impuestas por cúpulas, sin demagogia, sin amiguismo, compadrazgo ni nepotismo, sin segregación ni racismo o discriminación y abierto a la discusión abierta y directa de todos los temas a cualquier nivel.
Debe iniciarse un proceso de consulta de todos los aspectos de la administración pública, desde las reformas constitucionales necesarias para mantener actualizada la Carta Magna en su interrelación con todos los compatriotas hasta la cooperativizacion de las actividades de la burocracia estatal. Hay tantos temas: el referéndum automático a mitad del mandato, la elección pública de los funcionarios del servicio exterior, la democratización del acceso a las energías renovables, la nacionalización de las empresas estratégicas, la educación, las concesiones de uso del espectro radioeléctrico, la desconcentración demográfica, la defensa integral de la Nación, la preparación del ejército popular, la erradicación de la cultura hedonista y consumista importada como paradigma conductual: todos importantes, todos pertinentes, y tantos más por considerar para hacer que la participación deje de ser adjetiva y se convierta en la realidad sustantiva de nuestra revolución.
Estamos en la primera entrada del nuevo juego, es nuestro equipo y nuestro turno al bate: tu turno.
Ing. Franco Munini. muninifranco@gmail.com