Con la satisfacción de ver elecciones en las que pueblos latinoamericanos vuelven a sentirse más correspondidos y compenetrados con el socialismo, ruego a Dios, Jehová, Yahvé, Alá, o como lo conciba cada quien, que particularmente a usted Presidente Maduro, lo ilumine, y haga entender a los responsables de gobernar a su lado, que dejen de hacerle el trabajo a la oposición. Castigue sin disimulos la ineficiencia inmadura continuada en determinadas gobernaciones y alcaldías, que por su inacción revolucionaria, dan pie a minimizar la vagabundería opositora. Las críticas a infructíferos oficialistas evitan desenmascarar a los que nos roban propiedades en el exterior, opositores que cual caimán en boca de caño ansían el retorno al capitalismo salvaje demócrata representativo.
Es triste que mientras dan muestras de vivir mucho mejor que antes una vez electos o designados a los cargos públicos, ponen en riesgo el trabajo indudable que hace el gobierno bolivariano día a día, presentado por VTV y canales oficiales, las noticias positivas son vilmente manipuladas en medios de agitación social, propiedad de empresarios privados, plenos de conocidas malas intenciones respaldadas en forma confusa por factores del periodismo falto de ética y equilibrio, promocionando una presunta "información imparcial, independiente, balanceada y justa". No les da pena hacer el ridículo, vista la fogosidad, sesgo y orientación opositora a la que dan extensa cobertura.
El periodismo en democracia debe ser opositor, y al servicio de los mejores intereses de la colectividad. Sin embargo en el caso venezolano es patético observar a periodistas y narradores, a quienes los traiciona el carómetro y el lenguaje gestual, presentes en el nerviosismo por obedecer lo que les dictan por telepronter y audífonos, en la transmisión de noticias y las preguntas a entrevistados. Venezuela vence y convence en forma similar a dos siglos atrás, en que hicimos historia al ser los primeros en expulsar el yugo del imperio ocupante conquistador invasor español. Hoy presenciamos el grito rebelde de "gringos go home", evocando al cantor Alí Primera.