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Nos tenían a Chile como el mayor exitazo del neoliberalismo; el laboratorio más glorioso del libre mercado y del capitalismo moderno, recomendado primero por Nixon, Kissinger y la Margaret Tatcher, y… el padrote más padrote de todos los economistas mundiales, míster Milton Friedman, anti-keynesiano visceral; se le recomendaba, pues, a todos los países seguir el ejemplo de Chile. Se llegó a decir que había estado avasallado primero por una espantosa dictadura pero que fue hasta necesario para luego salir de ella fortalecido, convertido en una potencia económica en todos los sentidos. Todos los informes y programas sociales, todos los indicadores bursátiles, FMI, BM, OCDE, todos a uno gritaban: ¡EL EJEMPLO ES CHILE, HAY QUE SE COMO CHILE, SEÑORES DE BRASIL, ARGENTINA, VENEZUELA, PERÚ,…COJAN DATO, NO HAY OTRA…!
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Chile recibía titulares colocándolo como el primer país de la región en convertirse en una economía de altos ingresos. El FMI aseguraba que para 2022 el país transandino superaría los US$ 30.000 de ingreso per cápita. Se explicaba que el milagro de Chile no era una historia de éxito súbito ni construida de la noche a la mañana en un boom de commodities, y sorprende por estar basada en pilares sólidos pero a la vez simples: equilibrio fiscal, estabilidad de precios, presión tributaria baja, apertura al comercio y desarrollo de un sistema financiero amplio, apoyado en la capitalización individual.
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Gritaba a los cuatro vientos Natalia Motyl, economista y analista de la Fundación Libertad y Progreso que el éxito chileno estaba relacionado con la libertad. "Según el Índice de Libertad Económica, Chile se posicionaba entre los países con mayor libertad económica del mundo. Es un país que presenta una alta credibilidad internacional y un riesgo país bajo que atrae inversores. También en Chile se respeta la propiedad privada y no tienen problemas de corrupción. A los ojos externos es un alumno que hace bien las cosas", explicaba este genio.
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Chile, como parte de la OCDE, el selecto club de países avanzados que integra desde 2010, resultaba el miembro con menor gasto público sobre PIB, con 25,2%. Para poner en perspectiva la cifra, Argentina oscila en torno al 40%, al igual que Brasil. Mientras estos últimos acumularon en los años recientes déficits financieros del 6-8% del PIB, Chile pivotea alrededor del equilibrio. El resultado fiscal promedio desde 2008 hasta 2017 ha sido -0,77% del PIB, alternando años superavitarios y deficitarios, pero sin desvíos significativos.
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Pero la cosa no se quedaba ahí era pavorosamente sorprendente el rápido funcionamiento de las alertas para disparar correcciones fiscales antes que adquieran consecuencias severas.La disciplina fiscal comenzó con un duro programa de ajuste implementado por la dictadura de Augusto Pinochet, pero fue luego continuada por los gobiernos democráticos. Pero en el fondo de todos los fondos el progreso se debía al genial y monstruoso sistema impuesto por Pinochet, sobre todo su CONSTITUCIÓN!
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Dios mío!: Chile fue pionero en el mundo emergente en aplicar inflation targeting. Para evitar una apreciación cambiaria que comprometiera la sustentabilidad externa, en los primeros años del programa, la autoridad monetaria aplicó en conjunto metas de inflación con metas de déficit de cuenta corriente. La inflación arrancó en 27,3% en el primer año del programa y se redujo a un dígito a los cuatro años, manteniéndose baja desde entonces. A septiembre de 2018, la variación del IPC acumulada fue de 3,1%!
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Asimismo, la deuda externa pública se mantenía en valores bajos. El Gobierno chileno es el menos endeudado de todos los miembros de la OCDE: para agosto, el stock de deuda externa pública es de US$ 49.000 M (17% del PIB). La contracara es un endeudamiento más elevado del sector privado (43% del PIB), que aprovechó las buenas condiciones crediticias del país para financiar su crecimiento, alcanzando un stock de deuda de US$ 130.000 M, lo cual lo deja más expuesto a eventuales shocks externos.
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Chile era uno de los países de la región más abiertos al intercambio comercial, lo que posibilitaba que sus habitantes accedieran a productos electrónicos, textiles y otros bienes de consumo a precios competitivos. Tiene tratados de libre comercio vigentes con EE.UU., China, Japón, la Unión Europea, Canadá, México, Hong Kong, Vietnam, Singapur, Nueva Zelanda, Corea y los Países Nórdicos, entre otros. El comercio exterior representa alrededor del 60% del PIB, pero lejos de sufrir una "avalancha importadora", la balanza comercial resulta sistemáticamente superavitaria (en 2017, alcanzó los US$ 8.012 millones de saldo).
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Sobre la desigualdad elevada, eso era lo de menos. Todos los genios economistas coincidían en que el índice de Gini, estaba mostrando una baja sostenida en las últimas décadas. En este sentido el Banco Mundial (asumiendo 1 como "igualdad perfecta" y 100 como "máxima desigualdad"), proclamaba que Chile mejoró de un puntaje de 56,2 en 1986 a 51,5 en 2003 y 47,7 en 2015.
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Bank of America hace poco dijo que la economía de Chile sería el ejemplo para todos los países que deseaban salir de sus crisis económicas, pero que previamente debían haber pasado por un régimen como el de Pinochet. Pues bien, a Chile los capitalistas le cayeron con todas sus garras y avaricia y protegidos por las leyes de Pinochet se llegaron a adueñar hasta del agua y de las grandes extensiones de tierras pertenecientes a los nativos mapuches. Ahí tienen su ejemplo: catástrofe total, ¿quién les comprará ahora su modelo, su Pinochet, la gloria neoliberal más aplaudida de este mundo? Tomen…