La renuncia o dimisión del dirigente social Evo Morales a la primera magistratura del Estado Plurinacional de Bolivia, ha dado lugar a diferentes valoraciones, ¿prudencia o cobardía? ¿No podía pasar a la clandestinidad y seguir acumulando fuerzas sociopolíticas y revertir así el golpe de estado del tipo revolución de colores que padeció su gobierno? Luego, ¿qué hemos de entender por prudencia en sentido estricto?
Un tratadista alemán siempre difíciles de leer y entender acota al respecto que: "La primera entre las virtudes cardinales es la prudencia. Es más: no sólo es la primera entre las demás, iguales en categoría, sino que, en general, "domina" a toda virtud moral". (Josef Pieper: "Las virtudes fundamentales". 5° edición. Ediciones RIAL. Madrid. España. p. 16).
Asesorado por colectivos sociales compuestos por sectores indígenas, campesinos y sindicales, así como por conspicuos representantes de la iglesia católica a través de la cúpula de la Conferencia Episcopal Boliviana, Evo Morales Ayma optó por renunciar; pudo no hacerlo, pero en última ratio lo hizo y fundamentó tal decisión en el principio superior de la vida y esperar que las aguas turbulentas tornen a su cauce natural, hablando metafóricamente fue el objeto elegido y lo hizo en pleno uso de su conciencia. Hombre sencillo, sensible y desprendido tomó más bien una valiente decisión, no se inmoló, tiene la responsabilidad de recomponer las fuerzas y profundizar las transformaciones sociales e institucionales.
Aunque como era de esperar la irracionalidad, que es un eufemismo para referirse al fascismo como expresión política del capital, eurocentrismo de la supremacía blanca, inclusive con ribetes seudoreligiosos, como quedó tristemente patentado en la sagrada biblia levantada triunfalmente cuando las nuevas autoridades nacidas de un acto de fuerza entraron al palacio de gobierno, pero al respecto conviene preguntar si ¿los actos político-militares de fuerza, generan derecho universalmente reconocido o cuerpos ideológicos justificadores del estatus quo?
"Prudentia dicitur genetrix virtutum" (ob cit., p. 33) dice el citado autor y luego interpreta esa frase latina de la siguiente manera: "… que la virtud de la prudencia es la "madre" y el fundamento de las restantes virtudes cardinales: justicia, fortaleza y templanza; que, en consecuencia, sólo aquel que es prudente puede ser, por añadidura, justo, fuerte y templado; y que, si el hombre bueno es tal, lo es merced a su prudencia" (ídem).
Más adelante agrega que "La prudencia es la causa de que restantes virtudes, en general, sean virtudes. Podrá darse el caso, por ejemplo, de una "rectitud", vale decir, instintiva del impulso apetitivo: rectitud instintiva que no rematará en "virtud" de la templanza si no es por la intervención de la prudencia. La virtud es una "facultad perfectiva" del hombre como persona espiritual; y, en tanto "facultades" del hombre entero, la justicia, la fortaleza y la templanza no alcanzarán su "perfección", mientras no se funde en la prudencia, esto es, en la "facultad perfectiva" que dispone a determinarse rectamente" … (ob cit., p. 37).
Mediante coacción (policial, militar y política) golpistas bolivianos obligaron la renuncia del hermano Evo, hecho notorio, público y comunicacional, como suele decirse, que pone en duda la legitimidad de la misma desde el punto de vista jurídico y moral (dado que toda coacción vicia la fase principal del acto moral, resumida en una estructura que se inicia con el objeto elegido, la intención, el grado de libertad y las consecuencias).
En particular consideramos esa una actitud valiente de Evo y nos habla del talante de la personalidad de este actor social; quien, con un desprendimiento poco frecuente en los hombres de poder, se hizo a un lado para evitar que siguieran matando y/o persiguiendo a sus hermanos, según se pudo observar y oír en una alocución emitida por TELESUR. Como la historia es cambio ya vendrán nuevas transformaciones en Bolivia, la hija predilecta de El Libertador.