Este es el preámbulo del golpe de esta. La pelea por controlar un quórum en la AN y la inutilidad de una constituyente controlada por el madurismo incapaz de discutir ni siquiera la política bobolonga del gobierno, sería razones suficiente para borrar del mapa a esas dos falsas instituciones. La Asamblea Nacional es el reducto político y espacial (ahora ampliado virtualmente) del poder, casi que convenido con el gobierno, de Juan Guaidó. Como el gobierno es incapaz de "ejercer" ahora se sigue gastando en pendejadas como eso de controlar un quórum para poder sacar al "presidente interino" de un poder que ellos mismo le conceden con su pusilanimidad ¡Da vergüenza esta democracia madurista! Y la derecha, que es incapaz ni siquiera de organizar una banda de asaltadores de caminos. Ante esta desgracia, esta payasada de políticos oportunistas peleándose por los despojos de la nación, es bastante probable que aparezca un militar redentor o simplemente estalle una rebelión nacional.
No queda mucho qué defender. Venezuela está perdiendo su carácter nacional de forma acelerada. Solo vean la televisión nacional; pareciera que vivimos entre Mayami, México y Barranquilla. Ahora nuestra moneda de curso corriente es el dólar, nos alimentamos con basura importada, tanto pobres como ricos. A la gente parece no importarle otra cosa que no sea su estómago y sobrellevar la incertidumbre del día de mañana, haciendo hallacas unos y emborrachándose otros; cuando se nos acabe el dinero, los dólares y los bonos, estaremos dispuestos a salir a la calle a protestar. Es una cuestión de tiempo, quiénes se van a arrechar primero, los militares glotones o la marabunta popular hambrienta y sedienta.
Nosotros estamos esperando, viendo cómo se desgasta el país en la inercia, en las fricciones inútiles, y la sociedad, con la buscadera de dólares; estamos esperando ver si hay fondo.
Mientras tanto es bueno recordarles a los lectores que eso de perder nuestro signo monetario es un mal síntoma, sobre todo para nosotros que estuvimos muy orgullosos de él hasta la muerte de Chávez. Un país rico que no haya podido sostener su signo monetario, simplemente por no contar con gente capaz de hacerlo, de organizarse y producir para ser independientes, de eso hablará la historia. Maduro será un chiste. Su gobiernito y esa seudoburguesía de tramposos perfumados, lumpenburgueses, incapaces de producir clavos, pendientes de cómo facilitarles el trabajo a los verdaderos tiburones imperiales por un puñado de dólares, sin sentido de pertenencia a nada que no sea a la sociedad de los consumidores, pasarán a la historia como una comunidad de ridículos petulantes insustanciales, de tontos "¿Cómo es posible que estos hayan sido los herederos y a la vez nacidos del mismo pueblo de Bolívar y Sucre, este atajo de pendejos?"
Pero ellos no tienen tiempo para pensar en eso; antes que todo hay que ver cómo reproducir los dólares, –"más tarde nos reunimos el "El Alazan", nos echamos uno palos y hablamos de toda esa paja de la herencia, revolución, dignidad nacional, de todo lo que tú quieras".
Si volviera Bolívar o Chávez lo haría justamente para despertar a la gente de su indolencia. Hay gente que no se resigna a vivir como un ser gregario, pueril, gris, por más dólares que pueda gastar en un supermarket o en putas. Hay gente que se resiste; esa gente emergerá, nacerá de las cenizas como un ave Fenix para continuar con la revolución inconclusa, ¡claro! si creemos en la herencia que nos legó Bolívar, Sucre y Chávez (que nada tiene que ver con esta comedia barata, la cual esperemos que sea la última de este medio siglo o del siglo).
De Sodoma se espera que sea fulminada por una lluvia de fuego, una rebelión popular o un golpe de Estado. Lo más probable es que sea un golpe de Estado, bien para consolidar la corrupción de los sin insulsos o para intentar corregir el rumbo perdido con la muerte (asesinato) del comandante Chávez. Lo cierto es que esta democracia está más que piche, está infectada de gusanos, descompuesta, y que ha su vez descompone a nuestra sociedad. En una revolución no puede haber tanta gente ignorante, displicente, disipada, complaciente, tanto aprovechador, tantos mentirosos; eso es el colmo del cinismo llamar a esto revolución; no se puede ser tan igual a lo que quisimos no ser como sociedad.
Quizá de la cárcel, o de lejos, donde a veces se puede adquirir una mejor conciencia de lo que somos o de lo que perdimos, donde se tiene un punto de vista más amplio que esa estupidez de creernos el centro del mundo, quizás de una experiencia dura de vida emerja otro Bolívar, una mente más sólida que también pueda gobernar su cuerpo y ponerse a trabajar para reconquistar todo lo que hemos perdido como comunidad, como nación, volver a pensar en la patria y en la justicia social y el socialismo. La clave es resistencia y temple para la lucha revolucionaria.