Hay, quien al analizar y hasta llegar al diagnóstico, suele amarrar las cosas para que no se le muevan. Todo lo que se le atraviese le pone justo dónde y cómo le conviene. No no es que analice sino un procede a unsimple acomodo para intentar convencer a algún desprevenido que el devenir será como él cree y sobre todo desea. Como el torero que mete al toro en un carril de madera, para que la bestia no lance sus "corná"o el boxeador que contrata un contrario amarado. No importa aquellas cosas se repelan, él se encargará de atarlas de manera que la fuerza de la cabuya sea superior a la otra. No importa si más tarde, por efectos de las condiciones ambientales u otras circunstancias, la cabuya termine rota. Cuando eso suceda él ya habrá terminado su análisis y posterior diagnóstico, hasta publicado, si se peló de "pe a pa" muy pocos se acordarán de eso, hasta entre quienes tuvieron acceso a su lectura, más quienes sólo oyeron hablar de aquello.
Todavía uno escucha y lee cosas como que vienen del pasado. Pero no producen el mismo efecto de Julio Verne, quien habiendo escrito en el pasado, a los jóvenes de mi tiempo, nos traía al futuro. No, estos trabajan como en dirección distinta, desde el presente nos invitan volver al pasado. Pero lo más extraño es que parecieran ofrecernos como alternativa hagamos lo que ellos, dentro del mismo discurso, nos casi prohíben que hagamos.
He leído por allí unos análisis, digo así en plural para que nadie en partícular se sienta aludido, sobre las reformas que se proponen en Cuba, que parecieran obedecer al juicio o proceder arriba aludido. Se condena disumuladamente a la dirigencia cubana por las reformas a la propiedad y particularmente a las relaciones de producción, que nunca han sido socialistas, pero los analistas si lo creen, pese haya quienes sostienen lo contrario. Pero al mismo tiempo, quienes eso hacen, no dudan de acusarla de estalinista, por haber mantenido, entre otras cosas, el régimen de partido único. No sé, no soy teórico – como decimos los cumaneses "¡Dios me salve la parte!"-, pero en eso como si observo una honda contradicción. La apertura a nuevas relaciones de producción, entrada de capital privado, externo e interno, al margen de lo que sobre eso se piense, pues no nos gusta atar la realidad, significaría un golpe al estalinismo. Lo de limitar la reelección presidencial cuando máximo a dos periodos, asunto citado por el mismo autor, es también muestra de lo mismo. Es decir, un segundo golpe. Pero esos dos golpes, pues a buen entendedor pocas palabras bastan, parecieran decir que Cuba viene de regreso, como el mismo autor lo admite, sólo que por no estar de acuerdo con esas reformas, lo que es muy respetable, pues espera o esperaba otro tipo de cambios, que por cierto no señala, se ancla en su diagnóstico amarrado y sostiene que Cuba se apega al estalinismo.
"Cuba viene de regreso" hemos dicho nosotros, que soy yo solo, de un "Viaje al fondo de la tierra", recordando a Verne, del cual su dirigencia, heredera nada morganática de la que la antecedió, extrajo muchas experiencias. Percibió por años, que el modelo no le funcionaba y creyó necesario introducir cambios que, según creen, así como han servido en China y Vietnam, en la isla antillana también pudieran servir. China es hoy lo que es, tanto como capaz de competir con ventajas en muchos terrenos con EEUUU. Para muestra basta recordar cómo este país a los asiáticos le deben hasta el modo de caminar, sólo le quedan sus armas y dólar inorgánico impuesto como moneda mundial en decadencia. Vietnam, que expulsó a los gringos de su territorio después de una guerra feroz, quedando libre de los chantajes de sus enemigos, y pese su apego a la figura y liderazgo histórico de Ho Chi Min, tomó un camino distinto al que la ortodoxia esperaba. ¿Se puede explicar eso con el simplismo y la ortodoxia de decir que "una pequeña capa dirigente pequeño burguesa asaltó el poder en ambos países asiáticos" o habrán razones más profundas para optar por ese camino? Por cierto, en ellos, sigue vivo en el imaginario y hasta en las leyes, lo del partido único, como en Cuba y todavía no he escuchado a nadie aplicándole a chinos y vietnamitas lo de estalinismo. Del mismo modo, en los tres países, se habla de su socialismo.
Repito que no soy teórico y menos autoridad para sentar cátedra en ese asunto, pero si creo poder decir que los revolucionarios del mundo deben revisar no sólo sus instrumentos sino comprobar que cuando los apliquen, lo hagan de la mejor manera. Pudiera ser que la estrategia que alguien diseño o el mapa que pintó para llegar al cielo, no contó con la vida, olvidó la dialéctica y a Marx mismo, pasó por alto que las condiciones ambientales, la fuerza de la naturaleza, el hombre mismo, cambian constantemente el paisaje. Sus instrumentos y hasta el plan mismo pudieran estar desfasados, desafinados y hasta nada equilibrados y no percibir que el camino, los santos y hasta las señas o claves como se habla ahora en el lenguaje cotidiano, pudieran haber periclitado y hasta quedar bloqueados. Por eso, los Chinos y Vietnamitas y ahora los cubanos, estarían como los bancos ahorita, con la entrada del Petro, cambiando hasta las escobas.
De manera que Chinos, vietnamitas y cubanos, estarían estructuralmente, lo determinante "en última instancia", como dijese Marx, rompiendo con el estalinismo que es como decir con lo dogmático. Pero los analistas de los cuales hemos venido hablando, ven la permanencia del modelo en la superestructura, la simple manera de organizar el Estado, la existencia por ahora de un solo partido, como un remanente estalinista. Lo que revela la dureza conceptual de quien somete a crítica lo que sucede en esos países. La rigidez es tal que al rechazar los cambios estructurales, de control, férreo del Estado hasta en el modo de caminar, por una apertura al desarrollo de la economía por sectores individuales que, de alguna manera, disponen de capitales y competencia para activar la producción, no proponen absolutamente nada distinto al capitalismo y la vieja ortodoxia izquierdista del Estado dueño de todo, que tampoco tiene mucho que ver con el socialismo y sí con el estalinismo con el cual dicen estar en contra. O mejor dicho, uno les ve como enredados en las cosas que dicen.
Es un discurso parecido al que algunos "izquierdistas" pronuncian sobre Venezuela. A cada instante y como única pócima para toda enfermedad o indisposición, dicen que "hay que profundizar el socialismo". Profundizar un hoyo, una herida, en el instante que eso se reclama, parte de la realidad que hoyo y herida existen. Si uno pide "¡qué llueva más!, supone que ha llovido o está lloviendo. Entonces "profundizar el socialismo", supone que hay uno. Y en Venezuela ¿cúando? Por cierto, ese mismo discurso, el de los inconformes con Maduro, éste también utiliza a cada instante para amenazar a quienes le hacen la guerra económica y hasta allí todo ha llegado. Ahora mismo en la ANC el presidente ha vuelto a insistir que bajo su mandato se construye el socialismo en Venezuela.
Uno observa por ejemplo, como Pascualina Curcio encuentra entre los monetaristas del gobierno la responsabilidad en la disolución del salario y la moneda y la contrariedad para que el Petro, respaldado pertinentemente, sirva para la determinación del salario, como que se cumpla la oferta y hasta decisión que el salario mínimo sea el equivalente a 1/2 Petro. Y lo son porque lo que ahora hacen sólo sirve para que el dolar paralelo se coma el salario y haya destruído la moneda nacional. Pero Pascualina discurre, razona, como que Maduro y el alto mando del gobierno que es el mismo del Psuv, no tuviesen nada que ver con eso, y se empeña en culpar a los monetaristas que parecieran tener más poder que aquellos. ¿Y quién a ellos dio tanta responsabilidad y poder?
Uno puede decir que un partido tiene una cierta conducta estalinista. El PCV, desde que soy carajito y ahora tengo 81 años, tiene una estructura de partido clandestino, que ellos llaman de "cuadros". Eso tuvo su origen principalmente en su carácter de partido subversivo, pero clandestino y sometido a la persecución. Tiene esa estructura para subsistir en las dificultades pero nunca para llegar al poder y ganarse el apoyo de las multitudes. Parece más bien una logia masónica o un club amigos. Si Castro y su 26 de Julio, hubiesen operado como el PCV, nunca hubieran llegado al gobierno. Y eso, lo del PCV, es estalinismo, como que permite que su política la diseñen pequeños grupos, pese ellos creen que es democrática porque pudieran intervenir todos y quizás lo hagan porque son pocos. Pero a las masas no les llegan y pese se pasan la vida soñando con eso. Pero también es estalinista un partido de masas que secuestra los derechos protagónicos y de liderazgo de ellas; donde sólo sirven para marchar, cumplir tareas u órdenes y salir a votar.
Desde el año 2000 ó 2003, del paso del MVR al PSUV, sobre todo con éste, el que por cierto más elogia Diosdado, en ese universo comenzó a imponerse el estalinismo. Una salida excepcional puesta en los estatutos, como la cooptación, comenzó a convertirse en la regla. Pero eso acontece en el seno del partido, porque la sociedad venezolana hasta ahora es el polo opuesto, donde cada quien hace lo que le venga en gana y el pueblo nada puede hacer porque carece de poder.
Pero veamos como en este país donde todo lo extraño e increíble pareciera tener cabida, quien más ayuda a que el Estado pudiera tender a convertirse en estalinista es quien según, en teoría y en función de los puros intereses económicos, debería contrarrestarlo. Me refiero a la oposición.
La oposición con su obstinada y súper derrotada política abstencionista, valiéndose de argumentos oportunistas, es la que más abona para que el estalinismo, como expresión cultural se imponga en el Estado, de una sociedad capitalista, hasta hoy, 15 de enero del 2020 en la tarde, en un casi completo esterero. Sólo que este estalinismo cultural o político, está sujeto a una sociedad capitalista depredadora, donde factores que financian y hasta estimulan a la oposición se favorecen y actúan con absoluta libertad. Guaidó y su hacer es el mayor ejemplo ¡Hay que afinar los instrumentos y acomodar el cerebro¡ ¡Y qué bien le ha servido nuestro estalinismo a los factores económicos¡ Hay que renovar los instrumentos y el discurso!