Hay cosas para que las digan unas personas y no otras. Pese Maduro y ese genio de la planificación que le acompaña, "lo que es", como el mismo suele decir y repetidamente, Ricardo Menéndez, aquí no todos somos iguales. Basta usar las cifras de distribución de la riqueza para que ese sueño, al que no vamos a llamar embuste o estafa, por delicadeza, se esfume. Si algo abunda entre nosotros es desigualdad "pareja" y de la "buena", pero sucede que como el gobierno y sus agentes, porque en buena medida eso parecen, andan con el cuento que estamos en socialismo y los más discretos en "transición" o vamos mandados para allá, hay que difundir la idea contraria. ¿Cómo decir de las hondas desigualdades materiales existentes si al mismo tiempo se habla de socialismo en construcción? Sería un como desmentirse así mismo. Lo malo es que la oposición y los medios de propaganda del capital internacional se aprovechan de lo que el gobierno dice, como a confesión de parte relevo de pruebas, para divulgar la falsa idea que este desastre y capitalismo salvaje y ultramontano, donde piratas y corsarios hacen de la suyas con la multitud, es socialismo y entonces este es malo porque es esto.
Pero la desigualdad va más allá de lo material. Y siempre habrá desigualdad, porque la naturaleza o quien se echó encima el trabajo de hacer el universo, dicho de esa manera para atender la desigualdad, nos hizo a nosotros distintos. Marx mismo, tomando de los principios hegelianos y hasta de los primeros pensadores del viejo mundo griego, admite que el movimiento, que es sustento de la existencia y el cambio, resulta de la lucha de contrarios y diferentes. Y esta diferencia está en los distintos roles en el proceso productivo y la participación en el beneficio.
Dos hombres comparados, con el mismo nivel académico, salidos de la misma escuela y hasta idénticas calificaciones, no sólo seguirán siendo distintos, por su estatura, color, masa muscular y otros factores, sino el grado de conocimiento y nivel de inteligencia de cada uno de ellos. Y posiblemente, nada de extraño habría, uno de los dos es más productivo que el otro, por circunstancias diferentes a las ya anotadas, como la disposición por el trabajo, la fuerza interior de cada uno de ellos. Es decir, la igualdad es una utopía, un sueño hermoso, algo que se busca ansiosamente y afortunadamente no se deja atrapar y se nos cuela por distintos vericuetos, pero al mismo tiempo peligroso porque podría detener el movimiento.
Justo porque somos desiguales, es natural que unos piensen a un nivel y otros en otro. Unos digan unas cosas y otras otros. ¿Cómo forjarse ideas sobre las cosas y los hombres si no percibimos sus desigualdades?
Cuando Bernie Sanders habla de su socialismo, de la libertad y justicia social, entre quienes le escuchan, habrá distintas formas de apreciar aquel discurso o evaluar esas categorías. De acuerdo al nivel del escucha, porque ya dije, no todos somos iguales, a aquello se le dará un sentido o una interpretación. Es más, el intérprete casi podría verse obligado a incorporar al análisis sus propios intereses, como ser habitante de los EEUU o de un área de América Latina. Y esto último, también es factor que nos hace desiguales.
Cuando Sanders habla de su socialismo y las medidas que tomaría en función de esa definición siendo presidente de Estados Unidos, se sustenta en las carencias fundamentales de la población de su país, especialmente los trabajadores, como el nivel del salario y la protección a la salud. Dos días atrás, viéndose atacado por cierta prensa que le asoció a lo del comunismo por hablar de socialismo, una estrategia que a nivel mundial maneja la mediática capitalista en su intento ideologizador para satanizar todo idea de cambio y de justicia, se defendió diciendo que esas son medidas habituales y propias de los modelos de muchos países de Europa y particularmente del mundo escandinavo. Es decir, el socialismo de Sanders es distinto al que concibe la militancia de los llamados partidos de la izquierda sobre todo en América Latina. Aunque, para ser justo y auténtico, el de Maduro y los suyos, también pareciera ser distinto a estos últimos. Sólo que en este universo nuestro ese es un tema que la vanguardia se reserva para sí sola para enlazar en el mismo frente a tirios y troyanos.
Entonces, si le damos valor y aceptamos su derecho, la definición de Sanders sobre sí mismo y su movimiento dentro del Partido Demócrata, sería una y distinta de un espacio que de hecho es distinto al de ellos. Pensar que él y quienes le acompañan, por definirse como lo hacen, estando inmersos en la sociedad norteamericana, deban pensar y concebir las cosas tales como aquí hacemos es un solemne disparate. Y es más, no todos aquí así piensan o pensamos porque no somos iguales.
El discurso de Sanders, esto no es un descubrimiento, pues no es nada difícil precisarlo, no habla de cambiar las relaciones de producción dentro de su país. Sí eso hiciese, sin duda, se limitaría a un minúsculo universo, algo insignificante que en fin de cuentas no tendría nada que ofrecernos a nosotros. De donde tendríamos que concluir que, en la práctica, sería indiferente para nosotros que existiese o no. Es más, salvo estrechas cúpulas militantes o intelectuales, nadie estaría tomándole en cuenta. Ese fue el destino y fin de Malcolm X.
Hoy Bernie Sanders ha dicho "Creo que, en este momento triste y trágico, Israel está liderado por un racista reaccionario como Netanyahu", y agregó que de ser presidente de EEUU, reinstalará "la embajada en Tel Aviv". http://www.hispantv.com/noticias/ee-uu-/450020/sanders-israel-netanyahu-embajada-jerusalen
Pero hablando de iguales y desiguales, lo que revela hasta dónde llega eso, hay que tomar en cuenta que Bernie Sanders es judío.
No hay duda, que pese Sanders diga lo que dijo sobre el gobierno de Maduro, como lo han dicho desde la Argentina y Uruguay, los Fernández, Mujica y Tabaré Vásquez, la manera de asumir el problema palestino, que no debe quedarse en eso, lo define como distinto a Trump e incluso a los demócratas que también apoyaron y apoyan a Netanyahu. Y siendo así no es de extrañar no se quede sólo en eso de la definición socialista y en ese bello gesto hacia los palestinos, pudiera haber algo más allá que siendo pre candidato demócrata y aspirando a la presidencia de EEUU no es fácil expresar, a menos que se conforme con los bellos gestos, como es muy habitual a gente de la izquierda, llena de romanticismo y puro sueños. Al respecto hay que tomar en cuenta como, pese lo difícil para él y su propósito, lo que reconoce el autor de la nota que citamos, se manifiesta en cierto modo a favor de Cuba, cuando dijo ""Sería una buena idea ser honestos acerca de nuestra política exterior. Estados Unidos ha derrocado a gobiernos en todo el mundo, en Chile, en Guatemala, en Irán". "Y cuando las dictaduras, ya sean la china o la cubana, hacen algo bueno, hay que reconocerlo".
Bernie Sanders, es un "socialista", cuya definición está dada dentro de su marco de referencia, y sobre el cual no creo necesario hablar en demasía, sino decir que es el del capitalismo mundial y sobre todo donde hay las mayores inversiones en armas y por eso mismo la guerra le es inherente. Pensar que alguien que de verdad, dentro del Partido Demócrata, en EEUU, aspire a llegar a la presidencia del país, definido como "socialista", lo que ya es un atrevimiento y audacia, se identifique con todos los movimientos revolucionarios del mundo, es un disparate. Y este disparate existe, justo porque no somos iguales.
Maduro mismo está en la presidencia de Venezuela, en un país donde pese se diga lo contrario, el rentismo sigue surtiendo sus efectos y es el arma inmediata que cualquiera utilizaría, resuelta la conflictividad política para el arranque, lo que venimos soñando desde hace 100 años, y donde esa renta es propiedad del Estado, y siendo aquél, según su autodefinición, socialista, todavía, 20 años después de estar en el gobierno, estamos como estamos.
Sería una proeza que con esa definición por delante y con declaraciones como las que hemos aportado a lo largo de este texto, que Sanders gane las elecciones internas del Partido Demócrata y lo sería mucho más, hasta parece un puro sueño, que el sistema electoral de 2do. Grado de EEUU, permita que logre su meta. No veo difícil que demócratas de muchos Estados del país del norte, al momento de depositar sus papeletas a la presidencia prefieran hacerlo por Trump y no por Sanders. Y en esa decisión influirá suficientemente no sola la oferta del candidato demócrata por mejorar la vida de los más necesitados, lo que implica reducir las ganancias de los grandes capitales. Si Sanders se excede en sus pretensiones, como parecieran aspirar algunos, por esa vaina inevitable de la desigualdad, ni siquiera ahorita estuviéramos hablando de él. Es más, aun llegando a la presidencia de su país, tendrá que cuidarse no le asesinen o en el menor de los casos no le apliquen una medida como la que ahora quieren aplicarle a Trump, que en su caso, Demócratas y Republicanos en mayoría no dudarían en hacerlo.
De todo esto uno concluye que la desigualdad aparte de ser una constante y una realidad, nunca dejará de echar vainas como impulsar el movimiento y las luchas, sólo que uno debe volverse cada vez más racional, sin pretender llegar a la igualdad absoluta, porque cuando eso llegare a suceder, lo que es utopía pura, el mundo se paralizaría. Y para terminar, debo decir un lugar común que viene a cuento, "no pidamos peras al olmo".