Distintas expectativas sobre la posposición de las elecciones. ¿Quién tiene el rábano por las hojas?

Voy a insistir sobre este tema que he tratado en los últimos dos artículos porque, según mi percepción, tiene una importancia estratégica y es la esencia de lo inmediato.

La UEE (Unidad Económica Europea) y el gobierno español, cada quien por su lado, lo que no niega que haya concertación, han solicitado al gobierno venezolano posponga las elecciones, que podrían ser para el primer trimestre del año venidero; la primera para se les dé tiempo de enviar observadores y facilitar acciones que a ellos les den seguridad, según su percepción, de asistir a un acto imparcial y democrático, pese que factores de la oposición democrática venezolana, muy lejos de tener acuerdos inconfesables con el gobierno, avalan el proceso iniciado. El segundo, el gobierno español, también solicita el aplazamiento y ciertos cambios con la garantía, según su canciller, que avalará el proceso sin aceptar imposiciones de nadie. Esta última garantía, pareciera querer dejar sentado que no se dejarán imponer el criterio de la UEU y por intermedio de esta el del gobierno de Trump que es como el mismo.

Ante esta solicitud, el gobierno venezolano, por medio de su cancillería y dirigentes y propagandistas del Psuv, han reaccionado rechazándola. La cancillería simplemente se ha limitado a calificar aquello como una intromisión en asuntos que sólo atañen a los venezolanos y en consecuencia como una ofensa al derecho soberano de los mismos.

Calificados dirigentes del Psuv, han dicho que esa propuesta busca darle oportunidades a la extrema derecha para formar una mayoría importante, con todos los factores opositores, para desde la nueva AN arremeter contra el gobierno, revertir lo que ellos han construído – ese es su discurso- y hasta buscar la forma de desatarse en venganza contra quienes han gobernado en los últimos 20 años. Expresión que no debe ser del gusto de quienes con quienes antes han acordado, pues supone una valoración poco gratificante.

A uno no le cabe ninguna duda,la existencia de ese estado de ánimo, eso no es nada difícil detectarlo; pues la confrontación habida en Venezuela ha incubado muchos odios, por lo que por cualquier dislocamiento pudieran desatarse actos feroces, como esos de lo que antes hemos hablado.

Basta hacer una revisión por las redes para constatar cómo se potencia el odio y hasta se predispone a unos contra otros y de manera alegre se descalifica a las personas; práctica en la que coinciden militantes, simpatizantes o amigos de ambas tendencias.

Del lado de la oposición democrática que ya está participando en el proceso electoral, hay una actitud que uno podría calificar de ligera, dicho así para ser respetuoso, según la cual, no habría que atender ese pedido de la UEE, porque ya antes han solicitado lo mismo y no han sabido ni podido ser consecuentes cuando se les ha respondido afirmativamente y suponen que se trata de la misma maniobra. Aunque en verdad, de la realidad misma brota la respuesta, ellos temen que la incorporación de nuevos factores de la oposición al proceso electoral con la posposición de éste, pudiera significar una disminución del caudal de votos y representaciones parlamentarias que ahora esperan. Lo que debería servir para que desde el gobierno se desechen temores.

Quienes gobiernan suelen decir, como nosotros también creemos, que el objetivo fundamental del gobierno de EEUU y particularmente de Trump, es alcanzar el control de la nación venezolana para apoderarse de sus recursos. Las más recientes declaraciones de Elliot Abrams, vuelven a poner eso de bulto.Y siendo así, un gobierno emergido de unas elecciones que, en el peor de los casos, desde la visión gubernamental, arroje una AN que obligue a los factores que la integran a buscar acuerdos, al gobierno de EEUU no le atrae para nada y, para decirlo de manera contundente, no le interesa. De donde, es poco probable, más por lo que han venido haciendo y dicen, que la oposición sujeta a los dictados de EEUU, estrictamente hablando, tenga decidido participar en el evento electoral, dada la oportunidad que se le brindaría mediante la posposición del mismo. Sólo lo haría si no le queda otra opción y por una decisión tomada a última hora y sin el tiempo, la autoridad moral ni la convicción necesarias para convencer a buena parte de sus potenciales sufragantes, quienes fueron convencidos de la presunta inutilidad de esa participación.

Pero pareciera ser, que en quienes gobiernan también pareciera prevalecer la idea que la mejor opción es aquella que les deje bajo el control casi absoluto, mucho más allá de eso que llaman mayoría calificada. Aspiración ésta que pudiera estar en oposición a la necesidad de encontrar el equilibrio que devuelva a los venezolanos a un estado de cosas manejable, vivible perdido por la confrontación ahora existente. La experiencia alrededor de la ANC parece ser como demasiada elocuente.

Corre en los medios, que en el seno del gobierno acarician la idea que, ganada la mayoría abrumadora en la AN, pudieran otorgarle a Maduro poderes discrecionales, como leyes habilitantes, para que se maneje a su entender, lo que no sería más que un sueño, dada la disposición de muchos factores de peso a no permitírselo como no lo permitieron con la ANC y hasta lograron dolarizar la economía y acelerar el proceso de descomposición de toda la vida nacional. De lo que se trata es de crear un nuevo orden y relaciones entre las fuerzas para configurar un frente que contrarreste el empeño de ciertos factores de destruirnos como nación. Este es el objetivo fundamental.

La opción valedera al interés nacional, más allá de un factor, lo emergente, es erosionar esa oposición guerrerista, violenta, nada democrática ni con un dejo de nacionalismo que intenta poner el país a disposición de EEUU y sus capitales y favorecer todas las prácticas de ellos. Y eso podría lograrse abriendo la posibilidad que nuevos factores se incorporen a la participación democrática, atendiendo la solicitud de la UEE, sin excesos de moralismos y aislando a los contrarios.

Aún en el caso que esa extrema derecha opte por participar en el proceso electoral, lo que es su derecho y es como impolítico negárselo, no significa necesariamente que ganaría las elecciones abrumadoramente y menos que lograría aglutinar a su alrededor al resto de la oposición como para hacer mayoría con el poder necesario para imponer sus designios.

Eso depende de la conducta de los factores de gobierno y de la izquierda toda. ¿Si esa posibilidad existiese como algo inexorable, cómo entender que EEUU y Trump antes, estando la oposición unida, rechazó toda posibilidad de participar en elecciones? ¿Acaso, todo lo acontecido alrededor de Juan Guaidó, los errores del gobierno de Trump de jugársela irracionalmente con él, pese sus errores y malos procederes, que ha llevado al rompimiento y fragmentación de aquel universo puede revertirse fácilmente? ¿Es valedero seguir en la idea que sólo son nacionalistas y hasta antiimperialistas quienes están en el gobierno y el resto del país es de un atajo de apátridas, contrarios a los intereses y hasta la historia nacionales?

Hay que entender y hasta internalizar que la estrategia gubernamental que hasta ahora ha prevalecido, al margen de cualquier precisión, está cerrada o por lo menos, seriamente obstaculizada; está como un vehículo con las ruedas hundidas en terreno blando, por lo que no puede avanzar y las pérdidas son enormes. Al frente, además, fuerzas que antes eran poderosas y se levantaban como un obstáculo mayor, que ya están rotas, bajo la amenaza de continuar haciéndolo; y hay allí la posibilidad de acordarse con parte de ellas, para juntos, por lo menos, avanzar gran parte del camino.

Entonces no pueden quienes establecen la conducta del gobierno empeñarse en seguir haciendo las cosas de la misma manera que lo venían haciendo y les llevó a hundirse en el obstáculo que ahora les paraliza y menos permitir, por los efectos de la terquedad y del avance de la crisis económica, que aquellas fuerzas se recompongan y reencuentren. Hay que sumar coincidencia donde pueda haberla, buscar los puntos de encuentros entre unos factores y otros.

La UEE, pudiera estar jugndo al oportunismo que corramos el proceso electoral para que la crisis económica gane tiempo y agrave más las calamidades del venezolano. Eso es posible. Pero también es posible, por el lenguaje y la forma particular de pronunciarse el gobierno español, que hallemos allí una forma de incorporar nuevos factores al proceso electoral y a la búsqueda conjunta de salidas a la crisis venezolana que el gobierno no va a hallar actuando solo.

Es cuestión de ahondar en su disposición, como proponerle a cambio de posponer el acto electoral y adoptar cambios, permitir que otros factores se incorporen al proceso, pero con el CNE ya existente y solicitarle su pronunciamiento contra las sanciones y el acoso de EEUU contra Venezuela.

Pero tampoco podemos perder de vista que ahora mismo, en noviembre, serán las elecciones de EEUU y existe la posibilidad que Biden gane las elecciones, que aun cuando no va a cambiar radical, rotundamente, su manera de relacionarse con Venezuela, porque siempre van a prevalecer los intereses del gran capital de ese país, sin duda va a generar una conducta distinta, como distinta pudiera ser entonces, a partir de ese momento, la de la UEE. Ha habido demasiados síntomas que muestran que en el seno de ella no hay absoluto apego a las políticas de Trump y en todo eso, hay un margen de maniobra.



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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