El pasado 18 de octubre, el pueblo boliviano fue convocado a elegir presidente y su parlamento, ese mismo día, en horas de la noche, ya se conocían los resultados de dicho proceso electoral; los opositores, que un año antes, se habían convertidos en protagonistas de un golpe de Estado de características netamente electorales, auspiciado por EEUU -desde su OEA- en esta oportunidad, fueron derrotados avasallantemente, tanto, que ni se atrevieron a cuestionar el resultado electoral que coloca a Luis Arce en la cúspide del poder nacional y su partido, el MAS, en la expresión mayoritaria de la voluntad del pueblo boliviano. De hecho, Arce, ya tiene días que ejerce su mandato constitucional, y Bolivia continúa su transitar democrático en sana paz sin la injerencia de los EEUU. En cambio, los Estados Unidos, que se erigen como los paladines de la democracia en el mundo, transcurren el día 13, sin que, a la fecha, se conozcan los resultados oficiales de lo ocurrido el pasado 03 de noviembre, fecha en la que el pueblo estadounidense fue convocado a elegir su presidente y su parlamento. Dicho proceso, se ha convertido en un verdadero reality show, que nos lleva a preguntarnos: ¿Existe democracia en EEUU? Un país, como lo es EEUU, cuyos funcionarios de Alto Nivel, como Elliot Abrams, quien se ufana de amenazar a una pequeña pero poderosa nación como lo es Venezuela, señalándole públicamente que: "Washington está "trabajando duro" para derrocar a Maduro antes de fin de año…" ¿Se puede llamar democrático, un gobierno que actúa de esa manera tan despótica y arrogante? Obviamente, algo está podrido en esa nación. Peor aún, que alguien se autoproclame de comunista y secunde la barbaridad que expresa Abrams, como lo hace el vanidoso secretario general del PCV, Oscar Figuera, en entrevista para un medio de esos que llama "libres", Elliot Abrams, Crónica Uno, diga ante la pregunta con piquete de su entrevistador sobre si en Venezuela hay democracia, responda de inmediato: "Sí. Hay democracia…", pero pensativo él después agrega a su respuesta: "Otra cosa es que hay expresiones graves de autoritarismo y a eso nos oponemos, lo rechazamos y nos enfrentamos." El sí pero no, que caracteriza al oposicionismo de derecha. Así se expresan, los recién llegados a la mesa del imperialismo a comer del festín contra la Patria de Bolívar y Chávez. Sin embargo, te preguntamos estimado lector o lectora: ¿Es democrático el PCV? Le consultó a sus bases para tomar una decisión democrática sobre su participación en las elecciones parlamentarias del 6D y con quienes participar en alianza? Son preguntas, que obviamente no tendrán respuestas. Ni EEUU, y mucho menos el PCV, tienen la suficiente autoridad moral para cuestionar la democracia venezolana, expresada en 25 procesos electorales en estos últimos 21 años. Estimamos, que mucho aprenderían de Venezuela y su democracia, si de verdad pretendieran saber lo que es una verdadera democracia.
Mientras, que el régimen electoral (la Ley) define las reglas del juego político, acordado entre las partes, el sistema electoral (CNE o TSE) expresa y debe garantizar el modelo democrático-Constitucional que esa sociedad se ha dado soberanamente. Pasados 13 días, aún ningún árbitro electoral, se atreve a dar la cara y anunciar los resultados del proceso electoral del pasado 03 de noviembre. El temor a Donald Trump los paraliza, ya que éste se mantiene apegado a lo que ha expresado en su cuenta tuiter: "He ganado estas elecciones, por mucho". Solo que, ese "mucho" no se atreve a definirlo en términos numéricos. Los medios de comunicación, sí lo han hecho y han declarado ganador de la contienda al Demócrata, Joe Biden, es decir, se han autoproclamados en árbitros electorales. Vistas, así las cosas, no parecen fáciles. Ambos, tienen razón pues lo que eligió el pueblo de EEUU, el pasado 03 de noviembre, no fue un presidente sino un colegio electoral que habrá de convocarse el venidero 14 de diciembre para designar a quien presidirá la nación por los siguientes cuatro años. Y todavía los hay, de quienes hablan de democracia en EEUU. ¡Vaya, vaya, qué dirá Lincoln y su gobierno del pueblo y para el pueblo! La clásica definición de Shumpeter, que define la democracia como "el acuerdo institucional para llegar a las decisiones políticas, en el que los individuos ejercitan el poder de decidir por medio de una lucha competitiva mediante el voto del pueblo", queda en entredicho al analizar la supuesta democracia estadounidense. "El voto de los ciudadanos ha de valer igual, ha de emitirse sin intermediarios y ha de ser la manifestación de una decisión libre, esto es, de una voluntad no coaccionada. El secreto del voto garantiza, precisamente, la libertad de emitirlo. El derecho al sufragio, es uno de los principales bienes públicos de los Estados democráticos", señala el catedrático alemán Dieter Nohlen. Pero, aún hay mucho más, cuando Trump -como presidente en funciones y candidato- pide o más bien ordena, que paren los conteos, en pleno proceso de escrutinio de los votos, está ignorando el principio democrático de que cada voto emitido cuenta en el proceso electoral. Ello, deja en entredicho la supuesta verdad, difundida ampliamente de que los EEUU es el modelo democrático por excelencia. Ese, es otro mito que se derrumba. Y encima, se autoproclaman como los "libertadores" de aquellos países que no le son afectos o que no se someten a sus directrices y por ello, les llaman "dictaduras", como pudieran ser los casos de Cuba, Nicaragua y Venezuela, en este continente. Países libres y soberanos de la potencia hegemónica. Lo concreto es, que en los EEUU, no hay democracia sino un parapeto que intenta ser democracia pero perece en el intento, esa es la verdad y ha quedado demostrada con hechos contundentes en estos días de noviembre. "¡Vaya qué democracia tienen en Estados Unidos! Pretenden presentarse ante el mundo como los campeones de la democracia, cuando lo que realmente existe es una dictadura de poderosísimos grupos económicos que tienen una marioneta llamada George W. Bush" (Palabras de Hugo Chávez en el acto de Juramentación de nuevos embajadores. Palacio de Miraflores, 7 de marzo de 2006).
Ahora, Donald Trump, acude a la misma artimaña que los Demócratas, en 2016, cuando le aplicaron a él, para asegurarse de que su gobierno no llevara relaciones diplomáticas armónicas con Rusia, y le inventaron la llamada "trama Rusa", sobre el supuesto hackeo del sistema electoral gringo para favorecer su victoria. En esta oportunidad, el corrupto abogado de Trump, Ruddy Giuliani, ahora coloca el símil de la "trama Venezuela"; según la cual, fue Nicolás Maduro quien mediante la empresa Dominion, alteraron los resultados electorales a favor de Biden. Mayor ridiculez, imposible. Pero, a tal nivel llega la idiosincrasia de parte del pueblo de los EEUU, que da como un hecho cierto esa banalidad. Diría Chávez: "por la ignorancia nos han dominado más que por la fuerza". Mientras, en Venezuela, el vanidoso Oscar Figuera, quien se ha autoproclamado en el McCarthy venezolano, estigmatiza al Presidente Maduro calificándolo de "socialdemócrata" y traidor al legado de Chávez. En similitud, en los EEUU, Donald Trump, estigmatiza a Nicolás Maduro, calificándolo de comunista y creador de todos los males que sacuden al imperio. Esa nueva inquisición, que representó el McCartismo, tuvo entre sus víctimas a importantes activistas de la izquierda estadounidense, como olvidar el caso de Paul Sweezy, economista y pensador de la izquierda, que fue condenado por desacato y su caso transcurrió por varios tribunales estatales y federales hasta que en 1957, el Tribunal Supremo decide suspender su condena. Sin embargo, Sweezy, nunca abandonó la causa del socialismo militante, ni se retractó ante los jueces de la inquisición McCartista. Dijo: "Siempre me ha dado la impresión de que las personas que empiezan como radicales y que tenían todas las intenciones de seguir siendo radicales, cuando se ven sometidas a las presiones del mundo real, encuentran que después de un tiempo eso las pone en una posición bastante imposible en muchos aspectos. Por lo tanto, se dejan llevar allí donde les llevan las oportunidades y pronto ajustan sus ideas y sus valores, sus valores y sus preferencias políticas, a las posibilidades reales. Si yo no hubiera tenido rentas independientes, no me habría sorprendido mucho haber seguido ese camino. No puedo decir que sea ningún héroe. El único motivo por el que culpo a algunas personas es porque dieron media vuelta y se unieron al bando contrario y, por el camino, vendieron a sus viejos amigos y a sus socios por el bien de su carrera…" («Entrevista con Paul Sweezy», Monthly Review. Selecciones en castellano, n.º 1, Hacer, Barcelona, 2004). El McCartismo, tan solo fue la expresión del fascismo, incrustado en gran parte de la sociedad estadounidense del ayer y del presente, que al ser enarbolado por Donald Trump en su campaña electoral, metiendo miedo con Biden, a quien calificó como candidato de la izquierda radical, hasta "Madurista" le llamó, por no decirle comunista abiertamente. Mientras, los supuestos "comunistas" en Venezuela, articulados a esa campaña de estirpe McCartista, meten miedo y cizaña contra el supuesto Rey de los comunistas en el mundo, Nicolás Maduro, así de locos están los imperialistas en su desespero.
Con esa última artimaña, la "trama Venezuela", la ultraderecha estadounidense busca neutralizar toda posibilidad de apertura de Biden al diálogo con Venezuela; tal cual, le ocurrió a Trump con Putin, en estos últimos cuatro años. Mientras tanto, el legado que hereda Joe Biden de la mano de Donald Trump, se expresa en un país polarizado, enfrentado consigo mismo y en recesión económica. Racismo, pobreza, exclusión, violencia, drogadicción, perversión extrema, expresada en la denuncias por abuso sexual tanto de parte de Donald Trump como de Joe Biden. Adolf Hitler, que enunció la supremacía de la raza aria, la mediática occidental, lo ha presentado como un pervertido sexual, que amó a su sobrina Geli Raubal, de tan solo 17 años. Poco habla, la mediática occidental, del harem de menores de edad que tenía en su isla privada, en el Caribe, el magnate y bróker estadounidense Jeffrey Epstein, J. Epstein and Co y después The Financial Trust Company, quien fue encontrado asesinado en su celda como mecanismo de la Administración Trump para evitar un nuevo escándalo sexual, de los numerosos que caracterizan a las élites políticas gobernantes en los EEUU. Fue, Donald Trump, quien refiriéndose a Epstein, lo definió en estos términos: "Era un tipo estupendo. Se dice, incluso, que le gustan las mujeres hermosas tanto como a mí y, muchas de ellas, están entre las más jóvenes". Acusado de tráfico sexual de menores, y se barajaba la posibilidad de ser condenado a cadena perpetua, pero lo que condenaba a Epstein a la muerte, sin dudas, era que grababa todo y a toda la élite de multimillonarios estadounidenses, demócratas y republicanos, quienes asistían a sus fiestas pedófilas en busca de placeres infantiles. Sin dudas, Epstein, se convirtió en una verdadera amenaza "inusual y extraordinaria" para la seguridad interna de los EEUU. Con sobrada razón, exclamaba el Comandante Chávez: "Este es el siglo del fin del imperialismo norteamericano, estoy absolutamente seguro de que el imperio norteamericano no pasará de este siglo; ¡a todo cochino le llega su sábado, a todo imperio le llega su siglo!" (Palabras en la Inauguración de la Central Hidroeléctrica Caruachi Caruachi, estado Bolívar; 31 de marzo de 2006)
Al igual que la Pax Romana, la Pax Americana muestra síntomas de haber llegado a su fin. Así, como Trump se ha obsesionado con someter a China, mediante una guerra comercial que perdió EEUU, obligando a China a desplegar todas sus potencialidades en procura de alcanzar la hegemonía económica mundial. Hoy, mientras EEUU, intenta aquietar el caos propiciado por la Administración Trump, el Comité Central del Partido Comunista de China, aliado estratégico de la República Bolivariana de Venezuela, realiza su 19º Plenaria para considerar y aprobar, su XIV Plan Quinquenal, 2021-2025, que tendrá efectos planetarios. China, ratifica en su Plan Quinquenal, la economía mixta o "combinación flexible" como le llaman a la articulación del capital público con el privado, sin ceder la primacía de lo público, como sujeto principal de la economía: "Es el Estado, el sujeto principal de la economía y quien establece las condiciones económicas", señalan en el Plan. Otro elemento fundamental, subrayado en el Plan, tiene que ver con el cambio estratégico que implicará que ahora China, se vea a sí misma y establezca como prioridad absoluta el desarrollo de la economía nacional y el avance tecnológico avasallante del Gigante Asiático, que debe colocarlo en la punta de vanguardia, para lo cual, se han establecido como meta: "reemplazar las tecnologías estadounidenses en áreas centrales", lo que requerirá un incremento sustancial de la inversión en investigación y desarrollo, del actual 2,2 por ciento a un 3 por ciento del presupuesto del Estado. Con lo cual, el liderazgo chino, estima como meta, colocarse en 2035, como líder tecnológico mundial y primera potencia del planeta, desplazando a EEUU. Año, en que también el liderazgo chino, aspira alcanzar el grado de "nación socialista completamente modernizada", en un contexto interno en que han duplicado las inversiones del sector estatal de la economía, y la política del Estado las han fortalecido, las han hecho "más fuertes, mejores y más grandes", como señala el Plan o como lo diría el propio Xi Jinping: "¿Es esto "socialismo de mercado" o "socialismo con características chinas"?, buena pregunta por responder…