Cuando por orden de Harry S. Truman, entonces presidente de EEUU, la aviación de este país lanzó aquel cruel e injustificado bombardeo sobre las pacificas poblaciones de Hiroshima y Nagasaki, todos los jóvenes y niños del mundo, incluyendo los de Venezuela, no sólo nos preocupamos, sino que hasta lloramos por aquello.
Todavía, como los descendientes de los afectados, que es una buena parte del pueblo japonés, llegada la fecha de conmemoración o lamento de aquella barbaridad, nos sumergimos en tristeza y dolor y casi maldecimos haya quienes aprovechándose de su superioridad tecnológica y armamentista pretendan dominar al mundo, poner a los hombres de rodillas. Lo que también intentó hacer el gobierno japonés con otros pueblos aliándose con Hitler.
En verdad, a nosotros, muchos de nosotros, nos preocupa el Japón, por sus ojos rasgados de su gente, su caminar comedido y ligerito y ese hablar y escuchar que en veces uno cree que llora por nosotros. Y nos preocupan todos los pueblos del mundo y me alegra leer una nota según la cual, en su titular se dice que el gobierno japonés, "pasa sus noches llorando", preocupado por nosotros.
Hasta en Japón, por la velocidad con la que corren hoy las noticias, ayer mismo, no sólo sabían los resultados de nuestras elecciones y hasta en detalles, como que hubo una alta abstención y por ello "«Japón expresa su profunda preocupación por el hecho de que hayan surgido dudas sobre la celebración de elecciones libres y justas en Venezuela».
https://www.aporrea.org/internacionales/n361130.html
Pero no se quedaron en eso, pese son poco dados a hablar y decir sandeces, armar griterías y menos meterse en lo que no deben, más si uno no es de los de ellos, sino que el portavoz del gobierno japonés pidió además "esfuerzos pacíficos y constructivos para restaurar la democracia en Venezuela con el fin de abordar el deterioro de la situación económica, social y humanitaria en el país, y a la celebración de unos comicios que cuenten con una amplia participación ciudadana."
Y esto es extraño, porque los japoneses, tanto como los chinos, que ahora aparecen metidos en muchos lados, porque ya no son aquellos que lavaban ropa a orillas de nuestros ríos y a uno le decían "si no hay lial no hay lopa", sino que se convirtieron en una de las dos más grandes potencias del mundo y ahora ponen abundantes satélites suyos en el espacio y también por encargo para aquellos que tengan como pagarles. Y así como los chinos hacen ahora esto, los japoneses, pese fueron los gringos quienes les tiraron encima aquellas horribles y destructivas bombas, suelen hacer política atendiendo a la batuta de la Casa Blanca.
Y me enternece, conmueve, como quieren restaurar nuestra democracia y resolvernos los problemas económicos. ¡Eso nunca se había visto! ¡Es como un acabose de mundo!
Los japoneses son talentosos, trabajadores y excepcionalmente disciplinados, pero no se caracterizan por estar muy preocupados por uno, los de acá tan lejos y como todavía muy pegados a la herencia cultural del pasado y no porque su naturaleza sea la propia de hombres mezquinos, indiferentes, xenófobos, frente al mundo, la especie humana, sino porque están en un espacio geopolítico como gallina en patio de bolas criollas, lo que les ha vuelto demasiado amigables, mucho más de lo que debieran ser de acuerdo a la historia pasada, con los gobiernos de Estados Unidos. No es que ellos se sientan superiores, sino que están como en una vecindad donde no existe confianza y no se puede dejar nada en el porche de la casa a la hora de acostarse, pese todo tienen los ojos rasgados. Y esa desconfianza, ese temor, en mucha gente despierta conductas extrañas e indisposiciones injustificadas.
Pero siendo ellos así, porque la vida así les hizo, de repente, desde unos pocos años para acá, cuando ni siquiera aquí hay muchos de ellos, en el Japón y particularmente entre quienes gobiernan, ha anidado un estado de ternura tan inusitado que les hace, cada cierto tiempo y ante cualquier circunstancia, poner de manifiesto su amor por nosotros y su preocupación por nuestro presente y provenir.
Nunca tuve noticias nunca que el Japón, dada alguna calamidad nuestra, como estas que tanto abundan ahora o cuando la tragedia de La Guaira, algún terremoto de los tantos que nos han golpeado, el Caracazo, etc., que el gobierno japonés haya enviado alguna ayuda o manifestado su preocupación. Pero desde muy poco tiempo para acá si es verdad que se preocupa, tanto que unas elecciones legislativas nuestras, estas del 6D, ha desatado su ternura y amor por nosotros.
En cambio, nosotros, somos muy malos con los japoneses. Para nada les prestamos atención y menos nunca damos alguna muestra de amor, ternura y hasta dolor por lo que allá hacen sus gobiernos. Por ejemplo, Japón está lleno de bases militares gringas. Solo en la isla de Okinagua hay 32 de esas estaciones militares y el pueblo de allá protesta a cada instante por los frecuentes abusos de los soldados gringos y el temor que sólo ellas producen.
¿Y qué hacemos nosotros por los japoneses? Nada. No protestamos y ni siquiera decimos una palabra, porque "sarna con gusto no pica" y sólo debe mortificarse el picado. Actuamos como que esa vaina es un asunto de la soberanía de ellos y, sólo a ellos, eso compete. Para decirlo en lenguaje coloquial, eso nos trae sin cuidado. Y nos decimos, "no te metas porque esa vaina no es contigo y nadie te está llamando". Es decir, somos más egoístas, indiferentes, que el carajo.
Fue un emperador, Hirohito, a vez descendiente y heredero de otro emperador Yoshihito, desde 1926 hasta 1989, quien, teniendo todos los poderes propios del carácter de esos gobernantes, metió al Japón en la Segunda Guerra Mundial, aliándose con Hitler y, en consecuencia, fue el gran responsable de la derrota, destrucción de su país y en buena medida, tan culpable del lanzamiento de aquellas bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki como EEUU y Truman mismos. Y terminada la guerra en 1945, todavía se pasó 44 años más, hasta su muerte en 1989, en el cargo. Y mientas aquello sucedió, los venezolanos no nos metimos en esa vaina y nunca le manifestamos al Japón y al mundo nuestra preocupación por lo mismo. Ellos resolvieron su asunto como pudieron y quisieron y nosotros para nada en lo de ellos nos metimos.
Como que tampoco nos importó dejase en el cargo en herencia a su hijo Akihito, quien estuvo en eso hasta 2019, nada más y nada menos que 30 años, hasta que cansado, abdicó en favor de su hijo Naruhito, porque la cosa o el secreto está en el hito. Pues es un hito que una familia gobierne toda la vida un país y nadie se meta en esa vaina.
Hoy, en Japón, hay lo que llaman algo así como una monarquía parlamentaria, donde como en la España heredera de Franco, existe un rey con ciertas funciones, pese que el Poder Ejecutivo, el que diseña y dirige la política, lo sustancial, lo ejerce un funcionario escogido por un parlamento, organismo a su vez nacido de un proceso electoral. Y que eso sea así, como que sigan teniendo un rey, aunque pudiera ser cual, en España, una mojiganga para gastar los reales del pueblo y, para más vainas descendiente de Hirohito, a nosotros eso nos ha importado un carajo o nos trae sin cuidado; pues eso, es asunto de ellos. Y pese eso, a nosotros, como si a ellos, no nos sale del fondo del alma un deseo de hacer un "esfuerzo constructivo", como ellos dicen, para allá restaurar la democracia y pedirle cuentas al actual monarca, a la monarquía toda, sobre todo desde Hirohito, por la crueldad de toda la clase dominante, que allí lo tiene, contra el pueblo japonés.
Pero el Japón o su gobierno, no sólo es por demás preocupado, no es indiferente y pata e`rolo como nosotros, que nos trae sin cuidado el vecino y más quienes lejos están, sino que es como demasiado atento y por eso su premura en atender el llamado de EEUU o de Trump a decir algo para indisponernos más unos contra otros, o, mejor dicho, porque esta es la verdad, ayudarnos, ya que nuestro destino por demás les preocupa. A lo mejor, es casi posible que, dado el gobierno de Maduro, como antes no hará nada para que tengamos cochino para las hallacas, ellos nos resuelven ese asunto y si lo mandan con picadillo de ojo mejor.
¡Cuánta ternura me despierta que al gobierno de Japón le enternezca y preocupe que, en el centro de votación donde voté, donde había como diez mesas, a lo largo de una hora, sólo llegaron 4 votantes, entre estos yo, mi compañera y mi hija mayor!
Eso sí japoneses, por favor, no le crean el cuento que les eche Guaidó, según el cual, en el centro donde voté, poca gente acudió, atendiendo a su llamado de abstención.