“Al mal agradecido que lo mate dios”, nos dice Luís Mariano Rivera en su canción ‘Mi gallinita java’, y nosotros-pueblo, estamos agradecidos por los esfuerzos de los últimos cuatro años del gobierno nacional (después del sabotaje petrolero), en tratar de pagar esa deuda social –por demás, impagable-. Pero no olvidamos su costo aterrador: corrupción, burocracia, explosión del Estado,… También, espanta “esa terrible armonía: a todo dices que si a nadas dices que no…” (Parafraseando a Pablo Milánes); “Mande, yo obedezco (civiles)”; “Yo sigo lineamientos (funcionari@s)”; “No somos comunista pero nos vamos al PSUV” (ya saben quién); “Usted es como dios” y “Quédate quieto, el Presidente dijo que tenemos que ser disciplinados” (el decir popular).
Pueblo-protagonista, cada vez más timorato, más reactivo, menos critico… Me pregunto: ¿Es que la nueva Venezuela se construirá obedeciendo? ¿Presidente-poder-único-especial? ¿Y si mejor, invocamos “Todo-poder-pueblo”? ¿Y si invocamos las formas ancestrales y contemporáneas de resistencia?
Obedeciendo, hombres y mujeres, llevaron hombres y mujeres a los campos de concentración.
Obedeciendo, hombres y mujeres, derrocaron a Allende.
Obedeciendo, hombres y mujeres mataron al Che.
Obedeciendo, hombres y mujeres, matan hombres y mujeres en Irak, Afganistán, Somalia…
Obedeciendo, hombres y mujeres, se inmolan.
Obedeciendo, hombres y mujeres, someten, torturan, asesinan, depredan…
Obedeciendo, hombres y mujeres son explotados-dominados.
¿Obedeciendo a qué o a quién?
Desobedeciendo, los y las venezolan@s rescatan su Presidente.
Desobedeciendo, los y las bolivian@s recobran el agua.
Desobedeciendo, los y las oaxaqueñ@s, se organizan y combaten por deslastrarse de gobernantes tiranos.
Desobedeciendo, los y las Mapuches mantienen su identidad.
Desobedeciendo, los y las Zapatistas adueñan su destino.
Desobedeciendo, los pueblos superan a sus dirigentes.
Desobedeciendo, los pueblos construyen su propia historia.
¿Desobedeciendo a qué o a quién?
Ya para finalizar, y a falta de una mejor síntesis sobre el tema, les dejo con palabras de Pedro García Olivo, en el “Enigma de la docilidad”, de la editorial española, Virus:
… esa terrible y maravillosa soledad de los luchadores desesperados; soledad de todos los hombres raros que conciben su vida como una obra y se enfrentan al futuro tal el escultor a la roca, procurando hacer ‘arte’ con sus días; soledad de los hombres que resisten, conscientes incluso de la inutilidad de su batalla, que combaten sin aferrarse ya a ninguna ilusión, a ninguna quimera, que luchan sencillamente porque perciben que esta en juego lo más valioso, si no lo único, que conservan: su dignidad …
Pero hay hombres y mujeres… que han interiorizado, en grado sumo, el aparato de autocoerción y se han habilitado de ese modo para soportarlo todo sin apenas experimentar emociones de disgusto o de rechazo; hombres sumamente manejables, incapaces ya de odiar lo que es digno de ser odiado y de amar lo que merece ser amado; hombres… ineptos para la rebelión…, y se extinguen en un escepticismo paralizador, resuelto como conformismo y docilidad; hombres que no han sabido intuir los peligros de la sensatez y mueren sus vidas «en un sistema de capitulaciones: la retención, la abstención, el retroceso… Esto augura ya la extinción del corazón humano –será solo un hueco- lo que simulará latir bajo el pecho de los hombres…
Ningún colectivo como el de los funcionarios para ejemplificar esta suerte de docilidad sin convencimiento, docilidad exánime, animal, diría que meramente ‘alimenticia’: escudándose en su sentido del deber, en la obediencia debida o en la ética profesional, estos hombres, a lo largo de la historia reciente, han mentido, secuestrado, torturado, asesinado, … Se ha hablado, a este respecto, de una ‘funcionarización de la ignominia’… Significativamente, estos ‘profesionales’ que no retroceden ante la abyección, capaces de todo crimen, rara vez aparecen como fanáticos de una determinada ideología oficial, creyentes irretractables en la filantropía de su oficio o adoradores encendidos del Estado… Son, sólo hombres que obedecen… …Esta docilidad de los funcionarios se asemeja llamativamente a la de nuestros perros: el Estado los mantiene ‘bien’ (comida, bebida, tiempo de suelta,…) y ellos, en pago, obedecen. Igual que nuestro perro, condiciona su fidelidad al trato que recibe y probablemente no nos considera el mejor amo del mundo, el funcionario no necesita creer que su Institución, el Estado y el Sistema participan de una incolumidad destellante: mientras se le dé buena vida, obedecerá ladino… Y encontramos, por doquier, funcionarios escépticos, antiautoritarios, críticos del Estado, anticapitalistas, anarquistas,…, obedeciendo todos los días a su Enemigo sólo porque éste les proporciona rancho y techo, limpia su rincón, los saca a pasear… Me parece que la docilidad de nuestros días, en general, y ya no sólo la ‘docilidad funcionaria’, acusa esta índole perruna…
1Docente de la Facultad de Agronomía-UCV
Dirección electrónica: polancod@agr.ucv.ve