Ha fallecido el Presbítero Diego Aurelio Alvarado Angulo (Q.P.D., Barquisimeto, 1945-2021). Carismático, predicador encendido, sobre todo en épocas de Semana Santa y Navidad. Motivador. También enérgico en sus quehaceres eclesiásticos y también promotor de la democracia en el campo de la sociedad civil larense, si bien nunca fue activista político efectivo (con excepción de un lamentable video que en los últimos tiempos circulara en redes sociales y que grabara en Miami, pero fuera de los alteres); en cambio, si lo fueron sus queridos "cófrades" con quienes tuvo coincidencias y diferencias (integrantes del presbiterio de la Arquidiócesis de Barquisimeto en tiempos de los monseñores Críspulo Benítez Fonturvel y Tulio Manuel Chirivela-Varela, Antonio López-Castillo), Pbro. Adolfo Rojas, Nelson Torrealba-Pinto, Miguel Galindez, Mariano Navascués (que en realidad eran unos santos, según propias palabras del padre Diego: todos profesores universitarios, experto en sociología funcional-estructuralista y marxista, doctrina social de iglesia, filosofía hermenéutica y cooperativismo, cada cual en ese orden).
Principalmente el padre Diego fue muy cercano al padre Torrealba-Pinto, persona muy formal e ilustrada, de hecho, se desempeñó por muchos años como formador en el Seminario Divina Pastora o Instituto Superior Eclesiástico de Barquisimeto. Hay que agregar fue considerado modelo de cumplimiento de la función sacerdotal, como nos comentara una vez en un humilde almuerzo en los alrededores del Instituto Pedagógico de Barquisimeto, el teólogo Rider Morillo, con quien durante buen tiempo compartimos como docente en los cursos Introducción a la Filosofía, Filosofía de la educación, Ética y Docencia, allá en el Departamento de Formación Docente. Torrealba fue también fundador del Seminario de Vocaciones Adultas Juan Pablo II, donde por cierto el suscrito una vez tuvo la intención de ingresar, con el inconveniente de que casi a los 26-27 años de edad, aún no había concluido la educación media diversificada o bachillerato, por azaras de la biografía personal, o eso que llaman origen social de clase, pobreza y marginalidad social y hasta por los desigualdades geográficas; eso que el Dr. Agustín Blanco Muñoz denomina la contradicción ciudad-campo; por esa razón no me invitaron a hacer esa experiencia de exploración vocacional allí, hay otras opciones me decía a mí mismo, hay que perseverar, porque las vocaciones nunca abundan, luego, ay, eso se fue apagando, optando por la docencia hasta hoy, pero siempre he lamentado ese hecho, nunca comprendido del todo: ay, Dios mío, ¿por qué no me aceptaron?; otros jóvenes ya universitarios de la época (mediados de 1980), sí ingresaron y, Dios mediante, pudieron recibir el sacramento del orden sacerdotal, por ejemplo, los hoy muy distinguidos (y distantes) Pbro. Carlos Iván Colina y John Jairo García. Razón tuvieron en invitarlos, hoy son baluartes de "esta iglesia que peregrina en esta tierra larense", como dice la conocida fórmula, pero nunca mejor dicha.
Seguramente ellos hoy cuentan con grados de doctorado en teología y hasta pueden ser integrantes de las ternas para ser designados obispos (con perdón, que nadie se ofenda, no hay ironía en esta referencia); aunque en los últimos años los que llevan la delantera para los obispados, son los curas de la Diócesis de San Cristóbal (véase que el Papa Francisco nombró un obispo auxiliar a Mons. Moronta y más recientemente escogió a otro sacerdote de ese presbiterio como obispo de Vicariato Apostólico del Caroní, edo. Amazonas); ¿por qué no elegirán larenses? Inclusive esta arquidiócesis carece de arzobispo, tiene un administrador apostólico de una diócesis sufragaría, la de San Felipe, con su "obispo mártir" Mons. Hugo Basabe, según sus propias palabras. ¿Será que los gochos son portadores de una mejor "sana doctrina"? En realidad, no hay que sino leer las cartas pastorales y los libros escritos de puño y letra de Mons. Mario. En cambio, Basabe es rigurosamente inédito siendo su "pasión dominante" las redes sociales, principalmente el twitter; además, tampoco ha aclarado si es profeta o hijo de profeta, porque sus denuncias han tenido cierta relevancia política en el entono local y nacional.
Por cierto, también hay que decirlo, aunque sea un evento que nos entristeció a todos entonces y nos sigue entristeciendo siempre. De la Parroquia Santa Cruz fue también seminarista en Caracas el padre Jorge Piñango, quien luego de especializara en áreas de conocimiento vinculados a la teología moral o dogmática, tanto en Colombia, como en Roma y tenía, por tanto, según algunos y dicho a sotto voce, "perfil de obispo"; de hecho llegó a desempeñar el cargo de Secretario de la Conferencia Episcopal de Venezuela, CEV, pero hacia 2005 fuera asesinado vilmente en Caracas; por cierto, una vez oímos decir a Mons. Tulio Manuel que él lo consideraba un mártir. Cuando el padre Piñango era seminarista y venía de vacaciones solía hacer las lecturas en las misas de la semana por las tardes, ya ordenado no se le vio más en la parroquia. Sabíamos de él por referencias. Diego en esa época de 1980 es fama que motivó varias vocaciones sacerdotales y religiosas, masculinas y femeninas que hasta hoy han perseverado.
Exigente siempre en las labores de acompañamiento en la vivencia de la fe, que suponía interactuar con los llamados entonces "Grupos de Apostolado Seglar", entre otros: La Legión de María, Los Caballeros del Santísimo, así como algunos grupos juveniles, además del "Ministerio de Música", siendo que él ya en sus años de formación académica en el Seminario San José de El Hatillo de Vocaciones Adultas. Aprendió a cantar muy bien, organizar y dirigir diversas actividades de evangelización, siendo uno de sus formadores el conocido sacerdote jesuita experto en espiritualidad Juan Miguel Ganuza SJ, uno de quienes introdujera en Venezuela "esa corriente de Gracia" que, en sus palabras, es el "Movimiento Carismático Católico" de la que el padre Diego fue entusiasta en las eucaristías, mostrándose en esos momentos "inspirado y ungido"; asunto que al menos una señora bastante devota y sincera que lo apreciaba mucho, ya entrada en años, hubo ocasiones que le increpaba diciendo: "Mira, Diego, me gustaría que siempre fueras así, que dejaras esas rabietas que nada edifican" y él, humilde replicaba: Sí (decía su nombre) yo también lucho contra este mi temperamento"; a lo que la señora volvía a replicar: debes ser sabio, humilde y prudente, Dios te conceda esa gracia".
Como hemos dicho ya, en la década de 1980 fue Cura Párroco en la Parroquia de la Santa Cruz, del área urbana de la ciudad de Barquisimeto, Urbanización Gil Fortoul, jurisdicción eclesiástica (¿se dirá así?) que entonces comprendía un amplio ámbito territorial. Por ejemplo, y sólo contando con la memoria, cubría los accidentados y muy poblados sectores populares de los barrios: San José, La Cruz alta y baja, Voz de Lara, Av. Carabobo y San Jacinto o hasta parte de la Urb. La Concordia, poco más o menos. Por ahí se hacían procesiones, principalmente con El Nazareno y el Santo Sepulcro, los Monumentos de Semana Santa y las exposiciones del Santísimo, su devoción a la eucaristía y el Espíritu Santo; ciertamente hizo grandes esfuerzos por "configurarse en Cristo", actuar "in persona Cristi" como solía decir él al administrar los sacramentos, la santa misa, al aconsejar; consciente de sus limitaciones personales y hasta porque no siguió estudios de licenciatura, maestría y doctorado en biblia o teología; había abandonado sus estudios universitarios en medicina para ingresar al seminario interddiocesano de Caracas, recibiendo las sagradas órdenes en 1976, aproximadamente.
Cuando en lo personal hacia 1979-80 migramos de áreas rurales del semiárido larense, límites de Lara y Falcón, caserío El Hato de Baragua, muy cerca de El Ralo y Ojo de Agua, lugar de nacimiento del actor y artista integral que es Asdrúbal Meléndez, a la ciudad de Barquisimeto, nos incorporamos a la iglesia católica ya de forma observante o "practicante" que dicen; tener que leer la biblia nos motivó mucho a completar el ciclo de la Educación Primaria (certificado de 6° Grado) e inmediatamente la educación secundaria; en el templo de la Santa Cruz, nos impresionó mucho que el referido padre tuviera en el salón parroquial al menos dos vitrinas llenas de libros, además repartían las hojitas Domingos y vendían a partir de 1981 la revista "Familia Cristiana" Venezuela; en ese sentido Diego Alvarado era un motivador de la lectura, inclusive con los programas de las actividades de la semana mayor, diciembre u otra actividad especial, además los grupos juveniles fueron muy importantes en el proceso de incorporación a un nuevo contexto urbano en un ambiente sano, alejado de tantos peligros por la delincuencia.
Siempre la lectura de libros, la biblia y hojas sueltas, aunque en sus prédicas destacaba algo que solía atribuir a san Pablo, a saber, que la fe entra por el oído, así como insistía en la confesión auricular en la administración del sacramento de la reconciliación o penitencia; además, indirectamente de él aprendimos algunas cosas de filosofía medieval e historia de la iglesia, hablaba en ocasiones de la patrística u obras de los padres de la iglesia de occidente y oriente, san Agustín, Tomás de Aquino, san Basilio, Atanasio de Alejandría, creo, entre otros como santa María Margarita, a quien se le reveló Cristo mismo, la revelación pública y la privada o particular, de los enemigos del alma: el mundo, la carne y el diablo; también recuerdo que una vez nos contó como fue el Concilio Vaticano II, su monumental inauguración y desarrollo, cantos gregorianos y cómo los llamados "padres conciliares" iban investidos e ingresaron al gran salón capitular, todo muy imponente, así como la lectura, discusión y estudio de los documentos finales (recordemos que en 1980 no había YouTube y redes sociales, uno se atenía al relato oral o la lectura de algún texto corto, digerible); lo vería por televisión sería, leyó en libros y revistas o lo recogió por testimonio, ya que por Venezuela parece que asistió no sólo el Cardenal Quintero sin también Mons. Críspulo Benites Fonturver, nos parece que también nos contara en una homilía muy entretenida y hasta nostálgica sobre juventud.
Cuando hacia 1984-89, formamos parte de los aspirantes de una comunidad religiosa de la iglesia católica el padre Diego Alvarado se alegró mucho, nos invitaba a que le acompañáramos en el servicio del altar algunas veces que regresábamos de vacaciones y siempre nos animó a perseverar, lástima que al enfermar tuvimos que ser sometidos a una intervención quirúrgica y como mi familia no pudo cooperar con esa organización en Caracas, decidimos no seguir e ingresar más bien al instituto Pedagógico de Barquisimeto a estudiar Ciencias Sociales, inclusive nos distanciamos de La iglesia; ya no recuerdo si ya Diego no estaba en la parroquia de la Santa Cruz, sino en la Inmaculada Concepción o en la iglesia de La Coromoto; después nos enteramos que desempeñó funciones de Vicario General de la Arquidiócesis de Barquisimeto, una tarea administrativa más bien ingrata, al parecer; con aciertos y desacierto, según nos enteramos; fue acusado de actitudes groseras. También fue distinguido digamos con el "grado" de Monseñor, junto a su amigo Torrealba y Mons. Incao, de los últimos porque luego el Papa Benedicto XVI o Francisco eliminó esa tal distinción; sobre eso se propalaron algunos infundios que preferimos no hemos entendido nunca; sobre todo porque a Mons. Diego Alvarado lo conocimos siempre en contextos eclesiales, nunca en el plano personal y familiar. Siendo en la iglesia de La Coromoto comentó que para él ser camarero del Papa era un hecho muy significativo porque aspiró siempre servir a la iglesia, más aún cuando él no tuvo estudios especiales.
En el campo civil y en tiempos cuando fue Vicario General también recordamos que en un acto de la Fundación Nuevo Joven habló de la importancia de la democracia en Venezuela, además que cuando fue párroco de la santa Cruz siempre hablaba de cosas sencillas de las características del mundo eclesiástico y el mundo civil, refiriendo una obra de san Agustín referida a la ciudad terrena y la celestial. Adiós padre Diego, disfruta de visión beatífica de la alguna vez hablaste, gracias por inculcarnos la fe.