En mi parecer, digan lo que digan, quienes analizan con el páncreas, el hígado y para decirlo al estilo romántico, "con el corazón en la mano", si es cierto que el Psuv logró que, en sus alecciones por ellos llamadas "abiertas", participasen 3.500.000 de votantes, eso es todo un éxito. Confieso, sin duda, que eso sobre pasó mis expectativas. Y lo hizo, pese lo que todo el mundo sabe pesaba en su contra y pude poner en mi balance y, además, por las dificultades para trasladarse, dada la falta de gasolina, vehículos, etc.
Si aceptamos como valedero que esos votantes fueron arrastrados "por el carácter dictatorial del régimen" y el control que, sobre ellos se ejerce a través de la nómina de votantes del CNE y el carnet de la patria, pensando que es fácil y prevalece ese espíritu de cotejar este con la anterior, para suspenderle los bonos, argumento que usa la oposición para explicar esos resultados, siendo eso bastante subjetivo, no sirve para subestimar y menos negar el éxito del Psuv.
De la misma manera que usó esos recursos ahora, pudiera hacerlo siempre y entonces, como viene diciendo el extremismo violento, aquí no hay fundamentos para pensar en opciones electorales y eso es falso. Las bolsas de comida y las ventajas que da el poder siempre han sido usadas en la "contienda democrática venezolana". Y si de repartir se trata, Guaidó ha dispuesto de cuantiosos recursos para lo mismo y no lo ha hecho, prefiriendo otra forma de distribución.
En los tiempos de Pérez Jiménez, pese el temor de la gente frente al régimen, que se llevaba preso y le aplicaba castigos por demás rigurosos a cualquiera por nimiedades, como un viejo amigo nuestro que hasta fue llevado al campo de concentración de Guasina por sólo haber sido hallado por la Seguridad Nacional, mirando desde la acera del frente una pinta en una pared que decía ¡Abajo Pérez Jiménez!, y siendo fácil comprobar que era vieja y él no tenía a mano ningún elemento para ese tipo de tarea. Pero el sólo hecho de prestarle atención al letrero fue suficiente para considerarle alterador de la ley y enemigo. El cuerpo del Estado, hasta pasó por alto que, ese amigo nuestro, era analfabeta, no sabía leer ni escribir, lo que aprendió en la prisión. Aprendió tanto que, salió de allí, casi 6 años después, vuelto un intelectual y ahora militante adeco.
Pero no obstante eso, pese el apoyo del ejército, del gobierno de Estados Unidos, los medios propagandísticos y el llevar a votar en camiones, de manera obligada, a quienes se le pedía a la salida las tarjetas sobrantes, a todos los extranjeros sin nacionalidad, en un momento que de estos llegaban por montones a Venezuela, Pérez Jiménez perdió las elecciones.
El argumento, según el cual, siendo las elecciones abiertas y el padrón electoral de unos 18 millones de votantes, lo que significa que sufragó sólo un poco más del 25% y entonces hubo una abstención del 75 %, lo que valoran muy alta y entonces un fracaso lo acontecido del domingo 8 de agosto, pareciera, para darle valor, una interpretación con dos lecturas.
Quisiera entender que, quienes de esa manera leyeron los resultados, estuvieran intentando crear en el universo venezolano, sobre todo el oposicionista, la idea que el gobierno es derrotable. Y tiene, esa manera de ver las cosas, mucho fundamento. Pues si del padrón electoral restamos la abstención tradicional, histórica que se ha dado en Venezuela, la del 25 %, la oposición unida, tendría la oportunidad de arrastrar para sus candidaturas un 50 por ciento, el doble de lo que ahora alcanzó el gobierno. Y eso es posible y digno de aprovechar. Los números hablan. Sólo que, en Venezuela, a esa oposición, eso resulta cuesta arriba o, como diría Cantinflas, ¡ahí está el detalle!
Vistas las cosas de esa manera, la lectura parece interesante, positiva y hasta estimulante para el bando opositor, considerado este de manera abstracta y hasta por demás optimista.
Pero la primera conclusión que uno pudiera sacar que, vistos estos resultados, desde esta perspectiva, la meta de aplicarle un revocatorio a Maduro no parece difícil; no sólo por lo que dicen los números, sino porque para lograr ese objetivo es muy poco en lo que sus adversarios y, todos eso desean, tendrían qué hacer y acordarse.
Pero para unas elecciones como las que vienen, esas de alcaldes, concejales y gobernadores, donde los distintos factores de la oposición tendrán que acordarse en mucho, aunque prevalezca lo pragmático, lo que no parece muy fácil, si se impone el habitual sectarismo y la poca altura de miras, las cifras alcanzadas por el Psuv ahora, y en unas elecciones que no dejan de ser frías y poco estimulantes, y donde tampoco se dio aquello de echar el resto, dada la confrontación interna, son muy significativas y pesadas.
Si la oposición lee esos resultados de manera desequilibrada, como dije antes, con las vísceras y le da explicaciones en veces pueriles y hasta los niega y saca conclusiones como que el votante fue llevado a empujones y en las elecciones venideras harán igual hasta con ellos mismos y este CNE, en el cual hay dos representantes opositores, "como siempre, volteará los resultados y hará ¡¡FRAUDE!!" y además no encuentra manera, idea ni persona en quien acordarse, esos números del domingo 8, sólo ellos, pesarán demasiado, aunque haya quien les dé poco valor cuantitativo y político.
En conclusión, para ser unas elecciones internas, pese les hayan dado el carácter de "abiertas", la cifra de votantes, del Psuv fue relativamente alta, más si se toma en cuenta el nivel de funcionarios por escoger. Los resultados de las elecciones en Venezuela para elecciones de gobernadores y alcaldes suelen rondar esas cifras y en este caso, si partimos del padrón electoral nacional, el psuv solo arrastró el 25 por ciento y esto parece bastante.
El otro asunto relacionado con esas elecciones, al que factores opositores mal leen y lanzan mensajes prefabricados, sin ningún peso, valor ni autoridad moral, es lo relativo a las declaraciones de Cabello, según las cuales en aquellos casos donde la diferencia entre un candidato y otro no rebasó el 10 %.
Se valen de ese asunto para calificar de autoritario y hasta comunista, un procedimiento que ha existido desde siempre en todos los partidos de Venezuela. En la izquierda y en la derecha, en este país, los candidatos hasta a presidente, se han escogido en cogollos. EN AD y Copei, los diputados por cada entidad federal, se escogían en la Dirección Nacional de esos partidos, de las ternas que presentaban aquellas. Y todavía este se reservaba una porción para imponerles candidaturas caraqueñas a las regiones. Recuerdo el caso de un militante del MAS que vivió toda su vida en Barcelona y apareció de candidato de ese partido por el Zulia, a donde nunca había ido "ni de visita" y salió electo.
Hasta hoy, para sólo hablar de 1998 para acá, en partido alguno en Venezuela, para escoger los distintos candidatos, nunca se ha hecho una elección primaria interna o abierta, salvo aquella morisqueta opositora de cuando quemaron los resultados, para qué nadie supiese de sus intimidades.
Es cierto, está muy mal que quien ganó en el Psuv, aunque hubiese sido por un resultado muy estrecho, no se le asigne el triunfo y esperar manejar eso para mantener la unidad "repartiendo la cochina hasta donde sea posible" y hasta optar por entregarle una de esas candidaturas que se sabe perdedora a un partido potencial aliado, como premio de consolación.
El Psuv sabe cuáles elecciones y en dónde podría perder. También, pese su habitual y encarnizado sectarismo, que necesita aliados. Y para ganar de estos, tiene que hacer concesiones y sin duda, las hará con preferencia, en aquellos espacios donde la inconformidad es mayor y se siente perdedor. Por eso, esos resultados estrechos les sirven para ambos fines.
Pero la estrategia opositora no se beneficia para nada haciéndole reclamos al Psuv que no le competen, como que no reconoce el triunfo y el derecho a ser candidatos a quienes se lo ganaron con porcentaje estrecho por autoritarismo y hasta comunismo, cuando en aquel universo ni siquiera elecciones primarias se hacen y no miran, dado las tantas ambiciones, nada por muy elemental que sea, en qué ponerse de acuerdo, para enfrentar a un gobierno que, pese esos buenos resultados del domingo, es derrotable, habiendo en su contra una fuerza sensata clara en sus objetivos y deslastrada de los subjetivismos, fetiches anticomunistas y ambiciones personales de quienes hacen política pensando en enriquecerse en breve.
Ya en artículo anterior dije que, en el Psuv, la "unidad está pegada con saliva e` loro" y en él prevalece el autoritarismo.
https://www.aporrea.org/actualidad/a304649.html
Pero esta última crítica se la hacemos quienes creemos que, por su historia, lo "participativo y protagónico", previsto en la constitución y en concordancia con el discurso de Chávez, debería ser estrictamente democrático. Pero no es pertinente la hagan quienes militan o simpatizan con partidos absolutamente autoritarios, donde a ellos no les dan ni un pequeño espacio de participación y de paso, se creen con el derecho y la verdad para hablar mal del autoritarismo comunista. Como quien ve la paja en ojo ajeno y no la viga en el suyo. En lugar de ocuparse del Psuv y sus relaciones autoritarias con su militancia, sectaria y excluyente con quienes forman el amplio universo de la izquierda, deberían ocuparse de componer sus propias cosas y no insistir en las mismas conductas excluyentes y personalistas del fascismo que, de paso, ni siquiera critican y no parecieran tener conciencia.
Entonces también es muy malo, siendo adversario o contrario al Psuv, pedirle a este una conducta que no se reclama en el bando donde se está ubicado.