Sin duda que hay gente que se desvive por Venezuela, participa de proyectos políticos dialogantes o propositivos y otros que, fuerza es decirlo, mantienen una actitud abiertamente obstructiva. O de indiferencia harto preocupante, ¿pensarán que su destino individual y familiar está ligado exclusivamente a lo que antes se llamaba "haciendas particulares", "vida retirada" o "privada" y defensa a ultranza de mezquinos intereses, muy propio de los obtusos movidos sólo por lo crematístico?
Unas élites insensibles, como denunciara una vez el filósofo Francisco Rivero, aquel profesor neo tomista que tiempo ha mantuvo brevemente un programa en VTV en tiempos de Chávez. Élites, decía, vinculadas a sectores extranjeros que sólo cuidan de sus intereses crematísticos, hoy agrega uno, muy definidos con el interinato cuyos gestos miden y estudian, como animal de laboratorio.
La abstención de un porcentaje importante de la población votante en estas mega elecciones del pasado domingo del 21 de noviembre de 2021, también transita por una hermenéutica vulgar. Ya que antes que el cómo la cuestión que les ocupa viene a ser el porqué de esa conducta.
Identificar el movimiento de la conciencia, ese flujo y reflujo por la afectación de lo factico inmediato (la economía inflacionaria, salarios bajos, servicios públicos deficitarios) y las percepciones, juicios y valoraciones de la circunstancia histórica del presente interpretado como superable a mediano plazo mediante a grandes acuerdos consensuados. Así la realidad social puede ser vista como parte de una amplia gama de grises que se mueve desde el más crudo objetivismo al también poco refinado subjetivismo del tipo: ¿cómo es aún exista tanto socialista-chavista aferrado a una esperanza padeciendo esta precariedad?
Esa esperanza (¿esperanza inútil como dice una vieja canción?), mantiene la tensión sujeto-objeto en constante interacción y llevaría a buena porción de los votantes-militantes de la revolución bolivariana y sectores llamados democráticos a hacer una nueva apuesta, aquella que lleva a creer en la mejora de la situación venezolana, su economía, cultura y sociedad como ya ve en la práctica. Muy tímidamente. Aun en medio de unas sanciones internacionales inflexibles. Parte de una operación política con fines de aislar el país del circuito comercial en el marco de la normalidad capitalista mundial.
Eso hace parte también del retorno a la patria de muchos que habían emigrado esperanzados o ilusionados a varios países latinoamericanos, por allá sobrevivían añorando en todo momento a Venezuela y lo mejor que han hecho es regresar. De todas maneras, dado que en nuestro país hemos de volver a encontrarnos con el otro, como otro auténtico, sostiene el maestro Enrique Dussel en su obra "1492: el encubrimiento del otro: hacia el origen del mito de la modernidad" (Plural Editores, Universidad Mayor de San Andrés, UMSA, Flacso, La Paz, 1994) que ante coyunturas como las actuales, conviene tener presente advertencias del siguiente tenor:
"Hemos pretendido bosquejar la manera de analizar la cuestión para así introducir las condiciones históricas de una teoría del diálogo, que no caiga: 1) en el optimismo fácil del universalismo racionalista abstracto (que puede confundir universalidad con eurocentrismo y desarrollismo modernizador), en el que puede derivar la actual "Escuela de Frankfurt", 2) ni en la irracionalidad, incomunicabilidad o inconmensurabilidad del discurso de los post-modernos. La Filosofía de la Liberación afirma la razón como facultad capaz de establecer un diálogo, un discurso intersubjetivo con la razón del Otro, como razón alternativa. En nuestro tiempo, como razón que niega el momento irracional del "Mito sacrificial de la Modernidad", para afirmar (subsumido en un proyecto liberador)56 el momento emancipador racional de la Ilustración y la Modernidad, como Trans-modernidad". (p. 168).