Revisando las redes, después de haber quedado en blanco durante casi una semana, por fallas en internet y luego otra inherente a mi computadora, he hallado que gente de oposición y gobierno hace comentarios acerca del referendo revocatorio. Como en todo lo que se trata de la política, la gente tiende a polarizarse. Unos opinan que tal proceder no le conviene al gobierno y otros a la oposición. Pero pudiera ser que a ninguno de los dos bandos resulte totalmente saludable y ventajoso en última instancia.
En mi opinión, a la oposición, aquella compuesta por quienes tienen más de 20 años intentando salir ¡ya! del gobierno, al cual califican sin ningún género de dudas de "chavista" y hasta comunista, no le conviene activar el referendo revocatorio en el supuesto caso que pudiera hacerlo, pese pudiera desencadenar una serie de desencuentros y generar más confusión y distanciamientos entre quienes ejercen y comparten el poder. Y lo dicho también es atinente al gobierno de Estados Unidos.
El mecanismo para llegar al revocatorio, ese de recoger un número determinado de firmas valederas, es lo de menos. Pudiera esa oposición, en el plazo previsto, cumplir a cabalidad ese trámite. Con eso no voy a meterme porque desconozco detalles, no voy a perder el tiempo averiguándolos y menos fastidiar a los lectores con eso por demás insustancial.
Según la narrativa más extendida, el presidente pudiera ser revocado con extrema facilidad. Se piensa que, si en algo se pudieran poner de acuerdo con facilidad los potenciales votantes del bando opositor, denominado así todo el universo que adversa al gobierno, desde la izquierda, lo que pareciera injustificado si no mediase tanto simplismo y sectarismo, hasta la extrema derecha, sería en eso.
Revocado el presidente, asunto que, sin negar que es este un pensar muy hipotético, la autoridad competente debe llamar a elecciones para sustituirle en un plazo por demás breve y perentorio.
Ante este dilema, escoger un candidato en tiempo tan breve, la oposición vuelve a correr en desventaja. Uno pudiera pensar, en primer término, para volver luego con mayor atención, que en el seno del gobierno dado "lo sobrevenido" del asunto, dicho como tanto gustaba al presidente Chávez, lo que implica asegurar o mantener el poder, lo que al parecer ha sido hasta ahora lo fundamental entre quienes lo componen, hallarían la manera de resolver la contingencia con rapidez, sin someterse a los peligros de una discusión intensa. Tienen la experiencia del proceder del Comandante Chávez ante la sospecha o temor que pudiera morir en breve.
Es más, no es descartable que, en el seno del Psuv, o en su cúpula, a esta altura, exista un acuerdo de emergencia, para lo sobrevenido, para evitarse confrontaciones que pudieran facilitar el triunfo opositor. La rápida decisión de escoger a Jorge Arreaza en sustitución de Argenis Chávez, quien renunció al cargo y a presentarse de nuevo como candidato, es una muestra como en el gobierno abundan maneras de abordar problemas de ese tipo con prontitud.
El escenario de la oposición es otro. Las elecciones de Barinas, tratándose de un Estado de poca población, alejado de Caracas y de los centros convulsos, pero con una significativa importancia simbólica, por tratarse de la tierra de nacimiento del ex presidente Chávez y donde los familiares de éste han gobernado en estos 20 últimos años, están demostrando, una vez más, lo difícil que resulta a la oposición ponerse de acuerdo.
Y es difícil, más de lo que en ese universo se cree, porque no es un espacio separado por pequeñas cosas, como discordias personales o desacuerdos en los negocios, sino por distintas oposiciones con visiones, proyectos de país, en buena medida, diferentes. Entre lo que Leopoldo López, Guaidó, Borges y sus seguidores piensan, planifican y las visiones de otras partes del universo del cual hablamos, hay demasiadas distancias para unirlas fácilmente en una sola candidatura, sólo con el propósito de salir del Psuv. Y conste que, no hablamos de ese universo muy amplio que vota o se abstiene, que va desde la izquierda hasta grupos nacionalistas, democráticos, progresistas e independientes de las relaciones con los partidos, que son una muy buena cantidad.
Entre la candidatura de Superlano, su esposa o con quien ahora la ostenta, dada las inhabilitaciones del CNE y la de Claudio Fermín y quienes a éste apoyan, hay una distancia enorme y una visión de país y hacer política totalmente diferentes.
En lo inmediato, es más fácil, pese lo que uno crea, que quienes forman el gobierno se pongan de acuerdo, desatada la emergencia, en una candidatura, que lo haga la oposición, como ya quedó demostrado en lo que respecta a Barinas. Y entonces, en unas elecciones emergentes, desatada por el revocatorio, no es difícil se reproduzcan los resultados del 21-11.
En este caso, no sólo continuaría gobernando el mismo universo por todo el proximo período, sino que la oposición extremista y la "diplomacia" gringa, perderían la voz, al volver con el discurso de la dictadura y el gobierno usurpador e ilegal. Y lo que es más, ya no tendría el sustento, ese inventado por aquella última, para aplicar sanciones y bloqueos contra Venezuela.
Lo anterior bien lo saben los gringos y la gente de López, que de eso no entiende mucho, lo que falta no hace, terminaría haciendo lo que aquellos le indiquen, como corredor de primera que no quita el ojo de quien en el campo de juego se encarga de impartir las señales. Equivocarse en esto, entonces implicaría, de hecho, un reconocimiento al gobierno al que han venido enfrentando brutalmente desde hace más de 20 años y perder toda credibilidad al acusarlo de dictadura e ilegal.
Pero al Psuv y a quienes gobiernan, pese lo anterior, pudiera no convenirle el revocatorio, lo que pareciera como fácil alcanzar. Pues eso podría implicar la unión, aunque sólo sea, en principio, para eso, de una votación opositora muy voluminosa. Y esto podría ser un precedente, estimulante demasiado significativo, atractivo y hasta convincente para que la oposición se esmere por demás en la búsqueda de acuerdos. Pero también, pudiera desatar discordias, ahondar contradicciones, desacuerdos, hasta decepciones y pérdida de fe, esperanzas entre la gente del gobierno y sus partidarios.
Además, lo que antes hemos dicho, lo relativo a la posibilidad que en los altos mandos del Psuv exista un preacuerdo de contingencia, es sólo eso, una posibilidad, que aun siendo cierta, por el carácter mismo del acuerdo, no evitaría distanciamientos y desencantos en los cuadros medios y la militancia. Pero también, ese tipo de acuerdos, tomado entre cúpulas, escenarios ajenos a la realidad, en base a cuestiones hipotéticas, no suelen ser muy coherentes y dignos para dejar satisfecha a la gente y menos a quienes tienen sus esperanzas puestas de entrar a Miraflores a ejercer el mando. Menos sería lo más saludable para dejar satisfecha a la multitud que milita en el partido, lo que es digno mencionar dado lo que ya antes ha venido aconteciendo, que se rebela con el significativo descenso de la votación de ese universo.
Y si ese preacuerdo no existe, pese el breve tiempo del cual se dispone y quizás hasta por eso mismo, no es descartable que en el seno del partido fundado por Chávez, quien alcanzó, entre tantas, la proeza de unificar a un universo disperso, difícil de ponerse de acuerdo en algo, que aunque hoy sea diferente, para decirlo como Kotepa Delgado, algo debe quedar, pudiera desatarse un debate por demás intenso, inesperado, tantas veces evadido, que produzca cambios inesperados, no deseables y hasta activar nuevas alianzas.
Pero "los sueños, sueños son". Es cierto que en el seno del Psuv concurren fuerzas, grupos, personalidades, con diferentes discursos y hasta sueños y proyectos. Pero si algo es resaltable en la conducta de quienes conducen a ese partido y el gobierno, es la tendencia a comportarse de manera pragmática, en el mejor sentido de la palabra, ante los hechos, retos y confrontaciones. Salvo algunas particularidades, como el caso de Elías Jaua y sus íntimos, las relaciones dentro del Psuv, en los últimos años, se han mantenido armónicas y han encontrado las maneras de resolver las contingencias sin permitir que "la sangre llegue al río". Las desaveniencias mismas de Jaua con la alta dirección no se tradujo en nada significativo.
Las elecciones internas para escoger candidatos a gobernadores y alcaldes, pese todo el enredo que allí hubo, demostró como las tendencias dentro del partido de gobierno, tapan las goteras con rapidez y hasta de manera asombrosa para los observadores externos.
Ellos saben bien cuánto se juegan. Tanto como la oposición extremista, aliada incondicional del gobierno de Estados Unidos, alianza que no se ha cansado de exhibir sus procederes poco cristianos y civilizados, les tiene la sentencia firmada y hasta sellada.