Propósito de nuevo año: la justicia de la igualdad social

La idea de una sociedad donde se compense las diferencias individuales, las capacidades individuales, dándoles más a quienes más necesitan, es la igualdad que anuncia el socialismo marxista: exigir de cada quien según sus capacidades y dar a cada quien según sus necesidades. La fórmula funciona igual para las desigualdades materiales y físicas como para aquellas que existen en el universo espiritual, en el universo del conocimiento.

El trato a la educación desde hace mucho ha sido un índice de las disposiciones ideológicas de los distintos gobiernos, a través del tiempo y en la geografía: según cómo sea el sistema educativo instituido y su calidad, en cada país, sabremos más de la mentalidad y fuerza de sus pueblos, y según como sean también sabremos qué tan desiguales son y se sienten sus habitantes. Sin embargo la educación familiar y formal no lo es todo, también cuenta el cómo se distribuye la riqueza de cada país. Hay unos como Venezuela que a pesar de haber contado, hasta relativamente no hace mucho, con una educación pública de calidad y gratuita, y con instalaciones adecuadas, no pudo cambiar el cuadro de desigualdad material, el cual hizo presión sobre el Estado y la gratuidad y calidad de la educación, empujándola hasta el colapso, a su deterioro total, provocando su privatización, desviando los presupuestos públicos para gastos sociales en favor del negocio privado, la propiedad privada, la empresa privada.

La ecuación es simple: mientras haya menos educación pública gratuita y de calidad, habrá más desigualdad; menos educación, más desigualdad. El conocimiento queda reservado para los que más tienen y pueden estudiar en instituciones privadas con exigencias onerosas, incluso siendo estas públicas; cuando se degradan las bibliotecas públicas o se cierran, cuando los que menos tienen tampoco tienen acceso a la Internet, y, sobre todo, cuando el estímulo al estudio se reduce al lucro personal, ascender de estatus, cuando se estudia para alimentar al capitalismo de mentes y mano de obra especializada, cuando se pierde la visión humanista de servir a la sociedad mediante el conocimiento.

La experiencia que tenemos de nuestro sistema público de enseñanza es que, en 40 años, se ha degradado hasta la indiferencia, deserción escolar o la búsqueda desesperada de las carreras que demanda el sistema económico dominante; no solo se ha degradado la calidad de la formación científica y humanística, sino la visión estratégica de país, ahora concebido como un gran mercado laboral al servicio del capitalismo y el ascenso individual y mezquino. Un ingeniero petrolero, químico, geólogo, pierde su sentido de servir al país, igual un médico o un arquitecto; miran hacia lo alto, de forma personal y egoísta. Estas son carreras que hoy dentro de los jóvenes tienen interés solo para el éxito personal. Las carreras humanísticas clásicas no importan, a menos que se trate del periodismo de farándula que sirve a la industria del espectáculo.

Sin una visión estratégica de país y de sociedad, lo que queda es el mercado capitalista imponiendo sus reglas, demandando del Estado (obligando al Estado) a que instituye sólo la formación de mano de obra especializada y más allá, las mentes científicas y políticas, los "tanques pensantes", que necesita para su estabilidad. Sin una visión de país y de sociedad, esta Venezuela dirigida por gente mezquina, miope y muy tonta, le ha hecho el trabajo a los más vivos; les ha ahorrado el costo de formar su propia inteligencia, mentes y fuerza de trabajo especializada, a los inversionistas extranjeros y nacionales, vistas hacia los nuevos planes de privatización de la economía nacional y hacia los países receptores de los profesionales en fuga (migrantes).

La igualdad no es una idea abstracta, es un hecho concreto, cuantificable. La igualdad son actos y obras intelectuales como las de Bolívar, o Prieto Figueroa, artífice del Estado Docente en Venezuela. La idea de igualdad social ha hecho que avance la sociedad moderna de alguna manera, pero éstas son maneras concretas. De estos avances pueden dar cuenta especialistas, historiadores, políticos, sociólogos, docentes, economistas, hasta demagogos, etc.

Tenemos un destino común que es la muerte. Pero, como especie, que sepamos, somos la única capaz de conocer y ser conscientes de nuestra existencia fatal. De cara a la muerte los humanos nos vemos obligado a la educación como medio de perpetuarnos como especie, legar conocimientos y valores; nos vemos obligados a preservar la vida del rebaño, de la sociedad y la vida que nos da sustento, la naturaleza, la diversidad, las fuentes de agua, de oxígeno, el clima. Como seres humanos debemos ser conscientes de nuestra fragilidad individual y actuar en sociedad, equilibrar nuestros intereses personales con los de la sociedad. Sin sociedad no somos nada.

Educación e igualdad son necesarias para salvar la especie humana. Nadie del común de las personas tiene por qué saber de ésto ahora, pero los que fungen de líderes políticos sí, es su obligación conocer sobre todo lo que concierne al destino de la humanidad y del planeta. La tarea de educar, producir de forma racional y saber distribuir las riquezas con justicia, le da sentido a nuestras prácticas de vida, personal y social. Lo que requieren nuestros líderes es sentido (sentido vectorial), saber hacia dónde dirigir nuestro destino como sociedad. Sin él la anarquía capitalista, de la producción y del mercado, se adueñará de ese destino común, el de la muerte, pero esta vez la de toda la especie y de buena parte de la vida del planeta, dentro de la fantasía de un Musk o Bill Gate, quienes juegan a ser dioses con la vida de todos los seres vivos, o de otros tontos que creen en crecimiento económico sin propósitos.

Nuestro propósito de año nuevo es acabar con la mentira, es sacar la peste madurista de todos los poderes públicos y del cuerpo de sus burócratas y defensores, y así poder comenzar, desde este punto de la tierra y con líderes que sepan lo que hacen, a reconstruir la esperanza sobre una sociedad racional, Justa e igualitaria, una sociedad socialista verdadera.

La revolución socialista verdadera debe tener coraje para romper con el pasado. Debe moldear su idea con nuevas formas sociales, valores, conocimiento y trabajo creador.

¡VOLVAMOS A CHÁVEZ Y SU PLAN DE LA PATRIA VERDADERO!



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Marcos Luna

Dibujante, ex militante de izquierda, ahora chavista

 marcosluna1818@gmail.com

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