En los últimos meses se ha arreciado una intensa campaña en contra del Presidente Nicolás Maduro. Sobre todo, desde sectores de una cierta "izquierda" que se cree impoluta, poseedora de la verdad. Una "izquierda" que, por supuesto, no miramos desde una distancia lejana, porque hemos sido parte de ella, sino desde lo que ha sido y es. La miramos, asimismo, desde una perspectiva más política que académica, aunque no negamos que -por nuestra condición de tales- la misma no este -de alguna manera- influenciada por esa condición.
Campaña que no es nueva. La misma podríamos ubicarla desde aquel 8 de diciembre de 2012, cuando el Comandante Supremo Hugo Chávez, ante su enfermedad, le dijo al pueblo venezolano: … mi opinión firme, plena como la luna llena, irrevocable absoluta, total, es que en ese escenario que obligaría a convocar a elecciones presidenciales ustedes elijan a Nicolás Maduro como presidente.
A partir de entonces, a algunos se les alborotaron los celos. Los dimes y diretes se convirtieron en el pan de cada día, fueron el objeto de contertulios que no salían de su asombro. Incluso, hubo quienes se preguntaron, ¿por qué no lo nombraron a él? Cualquier adjetivo les ha parecido bueno para descalificarlo.
Campaña que ha alcanzado una mayor dimensión a raíz de la aprobación, por la Asamblea Nacional, de la Ley Antibloqueo (octubre del 2020) y la Ley Orgánica de Zonas Económicas Especiales (abril del 2021). A partir de entonces, se le acusa de neoliberal.
Nada es más incierto que una acusación como esta. Y, no es que creamos que el Presidente Nicolás Maduro sea un ser infalible. Por razones de principios no creemos en los seres perfectos, ni en los eternos. Nuestro tránsito por la vida siempre será temporal; y, nada es más cierto que durante el mismo se cometen errores; pero, también, se obtienen laureles.
Convencidos estamos que cuando se hace una crítica a una persona, a una forma de actuar o a una organización debemos cuidarnos de no hacer de esta un juicio final, a partir del cual los criticados son condenados para siempre. Condena que, la mayor de las veces, está precedida de juicios de valor, antes que de evaluaciones éticas. Debemos cuidarnos de hacer juicios de este tipo, sobre todo, cuando pretendemos hacer consideraciones sobre la manera de producción económica en una determinada formación social. Ya que para hacer una crítica verdadera, una crítica radical, de raíz, ética, es necesario tener conocimiento, claridad, de lo que entendemos por crítica y lo que queremos criticar.
Es por ello que, cuando se afirma Maduro es neoliberal, se hace desde una posición subjetiva, carente de una perspectiva verdaderamente crítica. La misma no es dotada de una reflexión teórica profunda que le dé sustentación; se utiliza el adjetivo como un concepto a partir del cual se pretende definir una conducta política que, por su propia complejidad, convierte ese tipo de crítica en una valoración acrítica.
Se cree ser un cuestionador profundo, cuando en realidad esa crítica termina siendo una consigna. Se teme a una nueva forma de pensar, a ver con ojos distintos y escuchar con oídos nuevos. No logran entender que, como decía Don Miguel de Unamuno: No hay tiranía en el mundo más odiosa que la de las ideas. Las ideas traen ideofobia, y la consecuencia es que las personas comienzan a perseguir a sus vecinos en nombre de las ideas…
Acusar al Presidente Nicolás Maduro de neoliberal es, por decir lo menos, una irresponsabilidad. Para que lo fuera tendría que haber abdicado de la justicia social, como postulado ético, cosa que no ha hecho; tendría que haber propuesto la sustitución del Estado, para imponer el mercado, lo cual tampoco le ha propuesto a los venezolanos.
Se le acusa de neoliberal por qué a través de la Ley Antibloqueo y la Ley de Zonas Económicas Especiales se establece la participación del capital privado en el redimensionamiento de nuestro aparato productivo. Revísese lo establecido en el art. 299 de la Constitución Bolivariana. En el mismo se dice que "…el Estado conjuntamente con la iniciativa privada promoverá el desarrollo armónico de la economía nacional con el fin de generar fuentes de trabajo, alto valor agregado nacional, elevar el nivel de vida de la población y fortalecer la soberanía económica del país,…". Hágase una lectura objetiva de los artículos que conforman el TITULO VI, DEL SISTEMA SOCIOECONÓMICO, CAPITULO I, Del Régimen Socioeconómico y de la Función del Estado en la Economía, de la Constitución Bolivariana y se constatará la falacia en que se ha incurrido para realizar tan soez acusación.
Ahora bien, uno tiene todo el derecho a preguntarse el porqué de esta conducta en contra del Presidente Nicolás Maduro. A mí se me hace que estamos en presencia de la conducta de una cierta "izquierda" que a la hora de analizar y evaluar la forma de actuar de algún otro sector de ella recurre a viejos estereotipos, para establecer sus verdades.
Por eso decimos, de manera contraria a como lo dijo Jean Paul Sartre: Como todos los soñadores, los venezolanos estamos haciendo del desencanto una nueva verdad.