Generalmente se piensa que las democracias mueren victimas de las armas, los golpes de Estado y las revoluciones. Hoy, sin embargo, lo más probable es que mueran lentamente estranguladas en nombre del pueblo.
Wendy Brown
Politóloga y Filósofa estadounidense
El pueblo es superior a sus dirigentes
Jorge Eliécer Gaitán
Abogado y Líder Político colombiano
Otra vez repito que no soy un crítico imparcial y objetivo. Mis juicios se nutren de mis ideales, sentimientos, pasiones y observaciones. Estoy lo más lejos posible de la técnica profesoral y del espíritu universitario
José Carlos Mariátegui
Escritor y Filósofo peruano
Esta vez no quiero apelar a mis pequeñas dosis de ironía que merodean siempre sobre mis pensamientos con inquietantes provocaciones, ante las incisivas preguntas que me hago ocasionalmente sobre el rol que desempeñó; en la tan compleja y no menos dramática historia política venezolana, la controversial figura del ex – presidente venezolano Carlos Andrés Pérez (+) (a propósito de estarse cumpliendo el centenario de su natalicio 27 -10 - 1922). Por elemental respeto al difunto personaje, no haré uso de estas líneas que comporte implícitamente una afrenta que blasfeme su memoria, dejaré colgada sobre el pedestal del inclemente juicio humano de mis compatriotas, la absolución o no de su obra.
En lo que a mi concierne intentaré desarrollar una muy modesta tesis o minuta, desde un enfoque histórico, político, socio-económico y de otras disciplinas, sobre lo costosamente PERNICIOSO y DEGRADANTE que significó su rimbombante liderazgo, no sólo para la sociedad venezolana, sino para ambos períodos de gobierno que jefaturó (1974 -1979) y (1989 -1993) afectándolos considerablemente. He aquí una indagación que pretende dilucidar lo que llamó acertadamente el Dr. Juan Pablo Pérez Alfonso: el "Efecto Venezuela o "Mal del petróleo". Si algo está planteado hoy en Venezuela con gran vigencia y con apremiante necesidad, sería escrutar objetivamente lo que ha precedido al petróleo. Esto revela un prejuicio contra una riqueza que en el imaginario colectivo está endemoniada por provenir de los sótanos de la naturaleza, por el efecto nocivo del así llamado ORO NEGRO.
Para cuando asume CAP la presidencia en 1974, cuyo lema de campaña fue: "ese hombre si camina, va de frente y da la cara" ya venia galopando una gigantesca crisis energética mundial que se agudiza con el estallido del conflicto armado de YOM KIPPUR (guerra Árabe – Israelí) y el posterior embargo petrolero por parte de las naciones árabes, generando un colosal incremento en los precios del barril de crudo, con ello, llega la borrasca petrolera que inundó de petrodólares la mal llamada Venezuela Saudí y la chucuta "nacionalización" del hierro (1975) y del petróleo (1976).
Este aluvión monetario tuvo efectos perversos; tanto en la economía como en la dirigencia política venezolana. La súbita aparición de una "riqueza" fácil exacerbada por el alza repentina de los precios del petróleo y la vertiginosa producción petrolera liquidó los últimos vestigios de una economía feudal y agraria, pertinente citar a nuestro paisano el Dr. Alberto Adriani cuando profesó con gran acierto que " la agricultura y la cría son hoy y serán mañana las bases principales de la prosperidad y grandeza del país" donde además, el Estado benefactor propició una sociedad financiera y económicamente parasitaria y subsidiada con los ingresos que provenían de las raquíticas ubres del presupuesto nacional, producto de la renta petrolera.
El problema medular en la gestión del gobierno de CAP I, el de la "Gran Venezuela" o del "ta’ barato, dame dos" comenzó desde el mismo momento en que los ingresos petroleros alcanzaron niveles astronómicos, recursos que derivan del VALOR intrínseco de un producto NO RENOVABLE liquidado y no procedentes del TRABAJO creador, generando con esto una riqueza artificial – efímera que no guarda relación con la producción interna, por lo tanto, fueron divisas internacionales que mayormente se destinaron a la adquisición de bienes y servicios en el extranjero, de donde también recibimos casi TODO ya elaborado (hasta las ideas). Muy sabias las palabras del Dr. Arturo Uslar Pietri: "hemos disminuido nuestra APTITUD para generar riqueza. No solo hemos adquirido los hábitos, sino la mentalidad del parásito. Los que vengan mañana, cuando la obra de destrucción esté consumada, no tendrán sino motivos para maldecirnos".
Lastimosamente surge entonces, del gobernante venezolano la mentalidad sumisa hacia el mercado; fomentando una economía de puerto como expresión de una feroz dependencia foránea, agravando mayor aun el problema del subdesarrollo, atizando de esta manera el indignante éxodo masivo de inmensas masas de venezolanos de la provincia y del área rural hacia la grandes ciudades, atraídos por las opulencia de la bonanza petrolera, creando así los oprobiosos cordones de miseria que se fueron desplegando caóticamente a lo largo y ancho del territorio nacional, convirtiéndonos a su vez en portadores de los virus del neo-colonialismo, la ignorancia, el despilfarro, el parasitismo, la corrupción y todas las plagas modernas del nunca bien ponderado American way of life. (El Covid-19 se quedó en pañales) oportuna la premisa: donde el aprender a SER emane del esfuerzo concreto por aprender a HACER.
Venezuela perdía así paulatinamente la CULTURA del trabajo y sus VALORES fundamentales; los de la Venezuela del emprendimiento, en la que la riqueza agrícola era el resultado del esfuerzo individual y familiar sin depender sustancialmente de las dádivas del Estado paternalista. La actividad extractiva de ese don de la naturaleza ya venía creando una fatal distorsión en casi todas las actividades de la vida nacional. En consecuencia, se fue fraguando en la sociedad venezolana una enorme desarticulación moral, social, económica, geográfica y cultural, evaporándose incluso hasta la propia idea del Estado-Nación.
Simultáneamente con el desatado boom petrolero de los años 70, comenzamos a presenciar el gran auge de ciertos fenómenos sociales (populismo, clientelismo, burocratismo, demagogia, corrupción administrativa, derroche financiero, prebendas etc.) que para ese momento resultaban comparativamente desconocidos y fueron diseminándose por toda la institucionalidad estatal. Estaba en marcha un gobierno hipertrofiado de poder, aniquilador de la democracia, insensato y malbaratador por antonomasia, nutrido de una política populista desmesurada, con la ostensible proyección mesiánica de una imagen de líder progresista, antiimperialista, latinoamericanista y "demócrata" conservando como identidad principal un peculiar "estilo político" engranado con un liderazgo personalizado de gran carisma, aupado por un significativo respaldo popular - quien puede dudarlo - y el rotundo apoyo que recibió de la maquinaria de su partido Acción Democrática (AD).
Esto fue permeando y moldeando progresivamente la conducta y la psiquis del venezolano y del funcionario público en general, amparados en aquel aforismo curtido de un facilismo sin limites "Póngame donde haiga" o en las abominables frases del compañero de su partido (AD) Gonzalo Barrios que han quedado tristemente para la historia, cuando desatinadamente llegó a decir:"Venezuela es un país en el que no hay ninguna razón para no robar" o aquella de que: "la Constitución es como Sofía Loren, se la puede violar mil veces" ¡Chúpate esa mandarina! diría el ya fallecido y jocoso periodista Oscar Yánez. Una verdadera atmósfera de decadencia y machismo primitivo. Aquí se materializa eso que afirmó con tanta contundencia el Dr. Federico Brito Figueroa, cuando dijo que Acción Democrática inauguró y promocionó el "elemento conscientemente colonizador dentro del Estado venezolano". Así lo creo
El Gocho pal’ 88 y la "Coronación"
Después de pasearnos por la maltrecha travesía del primer gobierno "milagro económico" intentaré describir los pormenores de su segundo mandato CAP II, que resultó ser tan o más trágico que el primero. La renta petrolera ha significado el recurso financiero más importante durante todo el siglo XX y lo que va de éste, aunque su uso en el discurso político ha diferido del uso en la política económica y en Venezuela eso ha sido una constante permanente.
Nuestro país estuvo sometido a un forzado crecimiento económico artificialmente maquillado por varios años; la hacienda pública ya venia soportando una dispendiosa carga con un descomunal y descontrolado gasto público, un omnipotente presidencialismo caracterizado por un patrón populista cuyo contenido y accionar no eran ajenos a las relaciones existentes en la sociedad civil, el benévolo Estado - la junta que administra los intereses de la burguesía como afirmara Marx - garantizaba las grandes ganancias a la emergente oligarquía mercantilista parasitaria (gestores burocráticos que se mal acostumbraron a vivir a la sombra del poder público) que exigían entre otras cosas: exenciones tributarias, reducción en los salarios, flexibilización laboral, proteccionismo y participación del rentismo petrolero.
La corrupción históricamente endémica dentro del sector público y privado había alcanzado un nivel alarmante, con lo cual entraríamos a una fase de agotamiento del sistema y la nación TODA requería de un cambio, no solo político, sino un cambio de rumbo en lo económico. Aquí me permito traer a colación esta afirmación de otro paisano nuestro el Dr. Armando Alarcón Fernández: "el endeudamiento proviene del delito y no hay razón moral para pagarlo. Sugiriendo enjuiciar (CAP, Herrera y Lusinchi) a quiénes la contrajeron - deuda externa - y se beneficiaron de ella.
Los defensores (tecnócratas) a ultranza del ya decadente y menguado modelo imperante, se presentan como salvadores por haber "encontrado" el remedio para la crónica enfermedad que agobiaba la salud de la patria. Es cuando osan proponer la suicida salida gubernamental del "Gran Viraje" que no era más que el paquete de medidas económicas de corte liberal (terapias de choque) recomendadas por el FMI y el BM, bajo el paraguas del Consenso de Washington (¡vaya! trampa financiera) y que subyugó aun más a la nación venezolana.
Estos apátridas fueron premeditada y gradualmente renunciando a la soberanía en cuanto a la planificación, gerencia y aplicación de estrategias; apertura indiscriminada al gran capital, se ejecutó la irracional y deliberada subasta de empresas básicas con la palmaria disminución del papel del Estado, se aprobó un incremento en los impuestos y liberación de precios en los servicios públicos y productos de la cesta básica, eliminación de los controles, supresión de subsidios, reducción de aranceles entre otras. Ésta fase en franco deterioro, entrópica, agónica, generó un verdadero maremágnum social, con violentas reacciones populares, civiles y militares.
No debemos olvidar que CAP fue el precursor - en la tan cacareada democracia representativa - del modelo represivo (terrorismo de Estado) que se instauró en la década del 60, siendo ministro del interior de Betancourt; donde las desapariciones forzadas, la brutalidad de las torturas, detenciones arbitrarias, allanamientos y la atroz persecución al movimiento estudiantil (…) en las emblemáticas jornadas de manifestaciones reivindicativas, se erigieron como la vitrina que exhibía la más flagrante y sistemática violación de derechos humanos, que CAP aplicó con gran beneplácito para graduarse de esbirro.
La incipiente crisis moral y de valores que inició con el Gobierno de CAP I (1974-1979) prosiguió en una espiral de crisis económica sucesiva (Herrera Campins 1979-1984) que agravó con la espantosa crisis social sin precedentes (Lusinchi 1984-1989) y estas pisaron el acelerador desencadenando una cuarta e inevitable crisis política (CAP II 1989-1993) que tuvo como aristas la explosión social denominada "El Caracazo" alcanzando proporciones insospechadas que la califican como el más brutal genocidio perpetrado por gobierno alguno, las dos rebeliones militares (4-F y 27-N de 1992) resultando un verdadero punto de inflexión en la historia venezolana y la bien merecida destitución del jefe de Estado por la comisión del delito de malversación y peculado doloso en el manejo de la partida secreta, habiendo previamente estado envuelto (primer gobierno) en un escandaloso manejo irregular con sobreprecio de un Buque (caso Sierra Nevada) donde incluso, la Comisión de Ética de su propio partido AD, consideró la posibilidad del agravante: responsabilidad administrativa para él y dos de sus ministros.
En estas taciturnas reflexiones deseo a título personal reivindicar aquellos venezolanos(as); que lograron por esfuerzo propio, venciendo dificultades de todo tipo, con o sin la incondicional ayuda ofrecida por su grupo familiar, que durante la época de la acaudalada era petrolera pudieron finalizar sus carreras universitarias, acceder al primer empleo por méritos propios y aquellos particulares que tomaron sus iniciativas emprendedoras en diversas actividades económicas. Todos ellos se mantuvieron siempre al margen de las "bondadosas" prerrogativas gubernamentales, de componendas partidistas y decididamente ajenas a la politiquería que comenzaba a institucionalizarse y propagarse escandalosamente.
En conclusión mis queridos lectores, estamos en presencia a mi juicio de uno de los gobiernos más lóbregos y aciagos de nuestra historia. En la gestión de CAP no solo se institucionalizó una abulia tropical a la venezolana, sino la mentira, la indecencia gubernamental, el barraganato y todas aquellas prácticas pecaminosas que fueron erosionando progresivamente lo Afirmativo Venezolano y la Venezuela Heroica. No me cuento entre los niños afortunados que lograron salir beneficiados con su canastilla y sus respectivos potes de leche pasteurizada. Al menos no ocurrió en el Hospital II San José de Tovar, en el Estado Mérida, por allá en la década del 70 en que vine al mundo y en pleno frenesí del oro negro, dicho sea de paso, mi paisano el Dr. Rigoberto Henríquez Vera fungía como gobernador del Estado, o sea, ¡hello¡ me quedé sin mi pequeña porción de la tan codiciada renta petrolera.
Extractos del himno y slogan de AD
¡ADelante a luchar milicianos! a la voz de la revolución… (¿Cual?). Pan, Tierra y Trabajo (¿Donde?) por una Venezuela libre y de los venezolanos (Ojala…)