I.- Advertencia
Este trabajo apareció en Aporrea y otros medios, el 13/05/2007, hace ya 15 años. Es decir, en los tiempos más gloriosos de Chávez, cuando se comenzaba a hablar de crear o inventar, dándole más bien a esta palabra el significado de artilugio, una "burguesía revolucionaria", una especie de monstruo o "caballo de Troya, exactamente con la misma intención como inocente, que se expone en la historia que cuento. Lo que demuestra que no había nada novedoso, era un como descubrir el agua tibia o repetir errores antes cometidos.
Pues el viejo dirigente que medita, Alfaro Ucero, entonces Secretario General de AD, hace referencia a un plan de crear empresarios con militantes del partido para penetrar a Fedecámaras, organismo que ellos no habían podido domar y al cual calificaban de parasitario. Al contrario, el ente empresarial, con artimañas, recursos, poderes y respaldo externo, le hacía guerra y sus trampas al gobierno. Beto Pinto, en realidad, son dos personajes. Beto, cuyo apellido omitimos y Finol, en este caso la omisión corresponde al nombre. Dos militantes del partido, hechos empresarios, si no "revolucionarios", si adecos, para un plan que "impulsaría la economía y hasta impondría" la línea del partido en el organismo empresarial, pero AD tuvo "mala leche", tanto que esta, la leche, se vertía en el lago de Maracaibo para mantener elevado los precios del ansiado alimento, pese lo producía uno de esos "empresarios" del "Proyecto Frankenstein".
Como en los viejos tiempos adecos, se pensó también en los del gobierno de Chávez, que volver empresario, enriquecer a alguien, a través del crédito blando, para que compitiese con la vieja clase dominante, sería una manera de impulsar al proceso revolucionario, sin advertir que el hecho mismo de hacer a alguien empresario de la noche a la mañana, ya era debilidad, audacia y hasta ensayo demasiado riesgoso. Como expuse en esa historia hace tanto tiempo, basado más que en el "saber" abstracto o libresco, en la experiencia, sabía 20 años antes del 2007 que, esa "burguesía revolucionaria", terminaría pactando con la vieja y hasta prestándole su energía y visión novedosa, influencia en el gobierno, para hacer sólido el control sobre el Estado y los gobernantes. O lo que es lo mismo que, terminaría pactando con la vieja, prestando su energía y "capacidad de seducción" para fortalecer su control sobre el Estado y torcer la voluntad y hasta la buena fe de quienes gobernaban.
Lo peor de todo esto, es que el Estado, de la noche a la mañana, hizo de aventureros, audaces y hasta oportunistas, sin compromiso íntimo, internalizado, alguno, política y moralmente hablando, con los intereses de los trabajadores, el país y hasta con quienes gobernaban, pues se trata de los intereses de estos factores, millonarios de la noche a la mañana y como tales, dispuestos a jugar cualquier partida. Sin olvidar que muchos de ellos, ni siquiera se conformaron con volverse, de la noche a la mañana, en millonarios, como si les hubiese tocado la sutileza de una varita mágica, sino que cogieron sus reales y se fueron, casi todos, a EEUU a darse la gran vida.
Con esto, por la fecha de publicación, una vez muestro como mi posición crítica no ha variado; lo fue antes y lo es ahora. Cada quien es libre de interpretar y juzgar a los demás.
Como tiene, según creo y por lo que mucha gente dice y repite, mucha actualidad, le repongo. El lector, bien sé, pondrá de su parte en lo que falta hace. "Más claro no canta un gallo".
II.- El viejo cuento de 2007
Una historia adeca apta para empresarios socialistas
Esta historia es ficticia. Pero como todo acto de creación viene de la vida. ¡Perdone compatriota lector, si algo le suena al Vargas Llosa, de "La Tía Julia".
Nadie tiene por qué darse por aludido. Pero es bueno poner las barbas en remojo; y cada uno de nosotros, obligado a hacer contraloría social, debe mantener las luces encendidas. De seguidas echo el cuento.
El viejo patriarca (Alfaro Ucero), aquel que por un tiempo tuvo un erecto dedo, jorungaba sus recuerdos lentamente y hablaba a una escuálida audiencia de nietos y sobrinos nietos.
"Yo había percibido malos signos. Todo empezó cuando a la juventud del partido le dio por meterse a guerrillera. Nos quedamos los viejos casi solos con nuestros dolores reumáticos y una meadera permanente".
Menos mal, agregó el anciano taciturno, antiguo mandamás del búnker, que al compañero guatireño, Rómulo Betancourt, se le ocurrió la idea salvadora. ÈL bien sabía que nada gustaba más a un vacilante aspirante a guerrillero que un pasaje a Europa y un manojo de dólares para una larga estadía. Y así, a corto plazo, plagamos al país de pre y postgraduados europeos. Llegamos a tener más que el viejo continente". Por supuesto, dijo el viejo, muchos de esos bi-borlados regresaron al partido. Otros no, pero por lo menos dejaron de echar vaina.
"Como Fedecámaras era goda y jodía demasiado, creamos la fracción de aspirantes a empresarios".
Habló el viejo dirigente de la etapa de esplendor de la fracción y recordó con amargura a Beto Pinto, a quien llamó "el primer burgués que fabricamos para penetrar la cúpula empresarial".
"Era Beto Pinto un "hijo de la clase obrera". Un espécimen ideal para el proyecto de hacer burgueses de la clase obrera. Cuando le conocí ya él militaba en la fracción juvenil, siguiendo las huellas de su padre, quien cuando López Contreras, ya era dirigente sindical".
"Nos proponíamos penetrar la burguesía con ricos nuestros, hechos por nosotros, para darle un nuevo rostro al capitalismo venezolano. Ese fue el proyecto Frankestein".
"Por años, mientras los dólares entraban a borbotones, le dimos al proyecto total respaldo. Pusimos a disposición de la nueva clase todos los recursos del Estado, para que se enriqueciese y pusiese a Fedecámaras en sintonía con la línea del partido. Y la estrategia, por lo menos a mediano plazo, dio buenos resultados".
"Pero llegó el tiempo de las vacas flacas. Y llegó por la sed de riqueza de Beto Pinto, la fracción que alcanzó frondosidad y el contubernio en el que entraron con las macollas extranjeras. Todos ellos no encontraron trampa que inventar para saciarse. Y cuando ya no se pudo más comenzaron a mandarnos. El híbrido que creamos, la criatura de Frankenstein, resultó más rapaz y desalmada que los viejos burgueses". Y lo que es peor, nosotros, los viejos patriarcas, creadores de la criatura, terminamos bailando al son que ella y sus aliados nos tocaban.
Por eso, dice uno, al escuchar el rezongo del viejo patriarca, razón tiene Chávez, cuando nos recuerda a cada instante, con insistencia, que debemos tener "ojo pelao".