El adequismo chavista y el desconcierto de algunos revolucionarios

Fatalmente, todo proceso de cambios revolucionarios que pretenda traspasar las barreras del estado de cosas imperante está expuesto a tropezar con el reformismo de sus dirigentes (aun los más honestos y sinceros), ya que ello es parte sustancial de la ideología dominante, en este caso, de la clase y los estamentos gobernantes, la cual ha moldeado sus pensamientos, sus prejuicios y su visión del mundo. Esta manifestación de reformismo muchas veces pasa desapercibida y acaba por ser aceptada por las masas que, de forma consciente o inconsciente, responden también a dichos patrones de conducta, producto (entre otros factores) de la falta de una debida formación teórica revolucionaria arraigada que las guíe hacia lo que debiera constituir una revolución socialista en abierta oposición al capitalismo y a su sistema político, la democracia burgués-liberal o representativa. Aún así, será preciso un enfrentamiento constante con todos aquellos elementos que podrían revertir el hecho revolucionario, retrotrayéndolo al pasado que se suponía superado, pero con el agravante de la apatía, la desilusión y el desconcierto presentes entre los militantes revolucionarios.

En Venezuela, observamos que las instituciones del viejo modelo siguen vigentes, con un barniz «socialista» en sus fachadas y nomenclaturas, sin que la participación popular se exprese con toda su potencialidad creadora y autónoma en función del establecimiento del nuevo socialismo que se proclama. Lo mismo ocurre a nivel de la economía y sus diferentes formas organizativas, todas reproductoras del capitalismo, sin plantearse trascenderlo seriamente creando en su lugar unas nuevas relaciones de producción que emancipen definitivamente a los trabajadores del yugo del capital. Algunos de estos revolucionarios desconcertados y decepcionados quizá crean de buena fe que estos escollos son parte inevitable del proceso de definiciones que aún tendrá que cumplirse para acceder satisfactoriamente al socialismo, quemando etapas; convencidos de que el origen del problema es externo, atribuyéndolo a los enemigos ideológicos, sin considerar la posibilidad que sea interno. Sin embargo, la presencia y la influencia en las esferas gubernamentales de personeros reformistas del chavismo (adoctrinados, esencialmente, por los partidos políticos tradicionales del puntofijismo, AD y COPEI) hace que ello represente un obstáculo serio a combatir por los sectores populares revolucionarios organizados, dada la gama de contradicciones presentes luego de más de veinte años de haber asumido la presidencia Hugo Chávez, y a pesar de los intentos por evitar que las mismas se agudicen y presagien una situación de verdadera insurgencia popular que llegue a acelerar los diversos cambios políticos, económicos, sociales, culturales y espirituales que serían generados por una democracia desde abajo, con una orientación revolucionaria socialista.

Esta realidad explica el por qué muchos revolucionarios de convicción y trayectoria, provenientes de organizaciones de izquierda y siendo militantes del PSUV, sean excluidos y atacados por el adequismo chavista, previniendo éste la posibilidad de ser desplazados si el mensaje y el comportamiento de aquellos induce al pueblo a asumir las riendas del proceso revolucionario bolivariano (como le corresponde), contraviniendo ese deseo antidemocrático y contrarrevolucionario de controlar y eliminar cualquier síntoma de disidencia o rebeldía en sus filas. La misma tiene una grave incidencia en la dispersión y la falta de brújula de muchos revolucionarios, puesto que carecen de los elementos que se derivarían del ejercicio del poder, lo cual ha fortalecido el clientelismo y el sectarismo político-partidista de la nueva clase gobernante. De ahí que los revolucionarios que todavía persistan en echar adelante el proceso revolucionario bolivariano deban plantearse a sí mismos emprender las iniciativas necesarias para definir y presentar las propuestas que hacen falta para formar y elevar, en un primer lugar, una conciencia revolucionaria de los sectores populares organizados, así como sus niveles de movilización y de organización, sin que ello signifique engrosar las filas de la oposición derechista. En un segundo lugar, habrá que proponerse ejercer la democracia participativa y protagónica más allá de los parámetros legales, estableciendo posiciones de poder desde las cuales se confronte al Estado liberal-burgués vigente.

No hay que olvidar que aún se tendrá que vencer la polarización que se ha manifestado desde hace años en el escenario político venezolano, a pesar de su decrecimiento; lo cual conforma hasta cierto punto un reto titánico, pero forzosamente necesario. Esto tendrá que ser acompañado por una ideología orgánica y un discurso propio, diferenciándose ampliamente de lo que caracteriza al adequismo chavista. El momento de dificultades, corrupción y desviaciones de los objetivos de la Revolución Bolivariana debiera impulsar a los revolucionarios desconcertados y decepcionados a crear las condiciones objetivas y subjetivas que se requieren para concretarla, con una política de masas efectiva, sin limitarse a la opción meramente electoral, pues sería exponerse a ser presas fáciles de lo que tanto se critica. Los revolucionarios de a pie (que son aquellos que no usufructuan el poder) tendrían entonces un compromiso moral y una deuda histórica con ese pueblo nuestro que se esfuerza por sobrevivir a diario, ubicado entre la opulencia de unos cuantos «camaradas socialistas» y las intrigas neocolonialistas de una oposición fascistoide que no tiene empacho alguno en admitir su subordinación a los jerarcas de Estados Unidos; cuestión que exige mucha amplitud y mucho respeto por la diversidad, obligándose a constituir, por tanto, un movimiento de alcance nacional.



Esta nota ha sido leída aproximadamente 1858 veces.



Homar Garcés


Visite el perfil de Homar Garcés para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes: