La carta:
Señor Valderrama, ante todo lo saludo, y le deseo el bien para Ud. y su familia, siempre leo sus artículos en Aporrea, me ayudan a estar informada y me calman la nostalgia que siento por mi Aragua de Maturín querida, y por mi esposo, el Coronel Julio, que falleció en estas tierras, también bolivarianas. Vivo en Santa Marta. Aquí voy a la Quinta San Pedro Alejandrino, a sentir al Libertador, siempre lloro, en ese recinto se respira al Padre de la Patria, y nos embarga la tristeza de reconocer que aún le fallamos, estos pueblos, estos dirigentes no han podido, de verdad, verdad, reivindicar a su creador. Hemos fallado. Esa tarea está pendiente. Con Chávez empezó un proceso que lo desagraviaba, concretaba, por fin, su sueño de independencia, de soberanía. Ya sabemos cómo terminó todo.
No quiero recordar todos los tormentos que desde su muerte padecemos, quiero más bien aprovechar la oportunidad para hacerle unas preguntas: Después de tanta traición, de tanta vuelta de espalda, ¿hay esperanzas para nuestro pueblo?¿Qué hacer, quiénes lo harán, cómo, cuándo? Por favor, espero su respuesta, deseo un día volver a San Pedro Alejandrino, y no llorar, o mejor llorar de alegría, porque al fin, el pueblo nuestro guiado por sus mejores hombres reivindicó en la práctica a su Padre Libertador.
Firma
La respuesta:
Señora, (nombre, por razones de seguridad en reserva) su carta, que agradezco mucho, me llama a la reflexión, es una obligación difundirla y difundir la respuesta, que espero le ayude. La enviaré a Aporrea, donde tenemos una columna, desde hace 11 años y casi dos mil textos.
Concuerdo con Ud. en que no hay necesidad de hacer un recuento de las desgracias de hoy, todos las padecemos, las conocemos. Sin embargo, es pertinente un poco de historia para ubicarnos en las soluciones, las acciones que Ud. pide:
El Comandante Chávez fue asesinado físicamente, para permitir su asesinato político, espiritual: liquidar el ensayo socialista. Es decir, truncar su sueño de construir una Patria realmente soberana, que él calificó Socialista como requisito ineludible.
Después de su asesinato físico, lamentablemente, debemos aceptarlo, los herederos que él designó para seguir su legado lo traicionaron, hicieron todo lo contrario. Desmontaron su obra, y deformaron su imagen, lo transformaron en un simple medio para engañar a la masa. Al abandonar el camino de Chávez, esta cúpula de cinco, optó por el camino de la destrucción de la Patria, su desgajamiento y subasta, eso ya lo sabemos.
Hoy, debemos preguntarnos ¿Qué falló, en que fallamos? Para luego responder, ¿Qué hacer?
Fallamos, enceguecidos por la luz de Chávez, no supimos, no pudimos, ver la lucha interna, reconocer esta lucha es vital, todas las Revoluciones se han perdido primero en la lucha interna. Nosotros, el Comandante, nadie pudo prever la magnitud de la infiltración capitalista dentro de la Revolución. Y ellos la capturaron, vencieron. Hoy la clave del qué hacer, reside, de nuevo, en la lucha interna. En la oposición al gobierno madurista, conviven, los revolucionarios chavistas, con los reformistas, los contrarrevolucionarios. Hoy, en estos días cruciales, la batalla ideológica se plantea entre los capitalistas, en sus variadas versiones, contra los Socialistas: maduristas, mariacorinos, reformistas, todos tienen el mismo objetivo central, ir contra el Chávez original. Unos, los mariacorinos, entregarán la Patria, su soberanía, privatizarán todo. Los otros, los maduristas, harán lo mismo pero de forma más grosera. Los reformistas, con su parsimonia, en realidad no participan de la batalla, solo le dan colorido de amplitud, pero sin meterse para lo hondo, sin mojarse más arriba de las rodillas.
Los Socialistas, los verdaderos chavistas, plantean en definitiva, seguir por el camino de Chávez, hacia la nueva sociedad: propiedad social de los medios de producción, organización social, que soporte a la conciencia del deber social, lucha frontal contra la lógica del Capital.
Lo anterior es un paso previo a cualquiera plan de acción: se trata de definir los campos ideológicos, sin eso nos perdemos en la lucha interna, y sólo podemos fracasar.
¿Qué hacer?
Primero debemos revisar el momento político: Tenemos un gobierno desgastado, agotado, sin estrategia, timorato y mentiroso, que pelea con todo el mundo, con musk, con whatsaap. Inútil para cualquier acción constructiva, no sabe para dónde va. Tenemos una situación económica desastrosa, compatible con un país devastado por una guerra contra un invasor, porque eso es el madurismo, un ejército invasor. Tenemos, un segmento político exhausto, atrapado en la lógica política del capital. Tenemos una organización social pulverizada. Tenemos, un pueblo, que aún recuerda al gobierno de Chávez, cuando vislumbramos un nueva manera de vivir, construíamos un pueblo con conciencia de pertenencia a la sociedad, a la humanidad.
Podemos concluir usando la frase de Rosa Luxemburgo: Que la pradera está seca, esperando la Chispa.
¿Cuál es la Chispa?
No es otra que la acción de la unión civil-militar, la misma que actuó en 1810, y desde allí en cada momento estelar de este pueblo, desde la caída de pérez jiménez, en la resistencia contra la dictadura de la cuarta república, y finalmente el glorioso 4 de febrero, en la derrota al sabotaje petrolero, en la defensa del gobierno de Chávez. Esa chispa debe comenzar por pedir la renuncia de los cinco de la costra gobernante: de maduro, el general padrino, el capitán diosdado, Jorge y delcy. Esta unión civil-militar, que hoy gobierna, la de la entrega de la Patria, debe chocar, enfrentarse a la unión civil-militar de la salvación de la Patria, del rescate del camino hacia la Soberanía Plena, el Socialismo.
Podemos decir con Chávez, que bastante civil hay aquí, bastante militar hay aquí como para construir una alianza que rescate la dignidad militar y civil, que permita que nos sintamos orgullosos de ser bolivarianos, chavistas. Una alianza en la que su amor a la Patria consagre su odio a quienes la mancillen. Estamos seguros que esa alianza se logrará, que este pueblo triunfará. Y Señora, estamos seguros, que Ud. junto a nosotros iremos a San Pedro Alejandrino, presentaremos buenas cuentas al Libertador, y luego iremos al Panteón de Bolívar, al Cuartel de la Montaña, y lloraremos de alegría, porque Bolívar y Chávez vuelven a cabalgar por su Gran Colombia orgullosos de su pueblo.