Dentro de esta aldea universal, la especie humana, por su peculiaridad de ser su poblador de mayor grado de complejidad, está potencialmente dotado para moverse a todo lo largo y ancho de dicha extensión. De su facultad innata para incrementar o disminuir, a partir de su pauta natural, la aceleración y/o la magnitud de sus pulsaciones y del empleo de los medios naturales y elaborados que le sirven de extensiones corpóreas y mentales, resulta esa progresiva flexibilidad de nuestro género de la que resultan las hazañas físicas y las gallardías sublimes con las que, tanto individuos como colectividades, preñan el devenir histórico de la humanidad. La aprehensión e interiorización de esta autenticidad legendaria activa la esencia del ser humano para llevarlo al encuentro del libre albedrío revolucionario en razón del cual la sociedad nace y se desarrolla con un alto grado de flexibilidad y plasticidad interna y la forma de sus elementos puede variar dentro de ciertos límites.
Ahora bien, en aras de superar la preeminente dependencia del entorno que nuestra estirpe padeció a partir del momento de su alumbramiento, ésta emprendió la aventura de ir en esa búsqueda progresivamente obsesiva que condujo a la revelación, creación y perfeccionamiento paulatino de una serie de instrumentos que, tal cual el oro del ilusorio “Dorado” que el coloniaje español persiguió en sus tropelías en nuestro suelo patrio, generó esa especie de alucinación o espejismo mediante el cual dichos elementos intermadiarios se transfiguran en un fin en si mismo y dan pie al surgimiento de la idea mecanicista del esclavismo reaccionario según la cual la sociedad se construye ensamblando, de manera precisa y preestablecida, un número bien definido de partes.
Por su parte, el servilismo reformista asume la posición ecléctica que lo conduce a mezclar el par de concepciones antes escritas e interpretar a la sociedad como una totalidad construida mediante un preciso y preestablecido ensamblaje de un número bien definido de partes que pueden variar dentro de ciertos límites.
En la tenacidad con la que los bandos revolucionarios y contrarrevolucionarios tratan, respectivamente, de obstaculizar e impulsar el Socialismo del Siglo XXI, en la flexibilidad y tolerancia exhibida por las huestes transformadoras, en la extrema rigidez con que actúan las fracciones reaccionarias y en la ambivalente actuación de la dirigencia política tradicional hasta ahora aliada al proceso revolucionario, se refleja el trío de visiones sociales antes especificadas.
impresoskyanos@gmail.com