El sistema estadounidense se sustentaría en la sucesiva alternancia en el Poder del Partido Demócrata y del Republicano, ambos fagocitados por el lobby judío. Sin embargo, tras el nuevo triunfo de Donald Trump en las Presidenciales de EE.UU, asistiremos a la irrupción del llamado "escenario teleonómico" en contraposición al "escenario teleológico" actualmente vigente y que vendrá marcado por dosis extremas de volatilidad.
Así, las actuales elecciones estadounidenses no han sido tan sólo la pugna habitual de demócratas y republicanos para alternarse en el Poder sino un pulso dramático entre los atlantistas de Biden y Soros defensores de la Unipolaridad o Doctrina Wolfowitz frente a los defensores de la Doctrina Aislacionista de EEUU encarnada en Donald Trump y cuyo desenlace marcará el diseño de la nueva arquitectura geopolítica global del próximo Quinquenio.
Tras fracasar la ofensiva judicial contra Trump, los globalistas de Biden y Soros procedieron a la gestación de una trama exógena para neutralizarlo por métodos expeditivos (Magnicidio), complot fallido que se materializó en el mitin de Pennsylvania. El objetivo de dicho complot era neutralizarlo y lograr que EEUU vuelva a la senda de las seudodemocracias tuteladas por el verdadero Poder en la sombra (Cuarta Rama del Gobierno) así como reestablecer la Unipolaridad estadounidense en el tablero geopolítico global tras la III Guerrera Mundial, empresa fallida tras ganar Trump las elecciones con el voto popular y el voto electoral.
Aislacionismo de Donald Trump
En el año 2000, en su libro "La América que Merecemos" (The America We Deserve), Trump defendió la salida de Estados Unidos de la Alianza Atlántica para así ahorrar gasto y en su programa electoral, que recibe el nombre 'Agenda 47', se afirma que "tenemos que finalizar el proceso iniciado bajo mi Gobierno de reevaluar profundamente la misión y la finalidad de la OTAN", lo que estaría anticipando el retorno de la Doctrina Aislacionista de EEUU y de la Doctrina Monroe.
Respecto a Ucrania, Trump afirmó que " podría arreglar la guerra en 24 horas mediante un acuerdo con Vladimir Putin", con lo que la OTAN quedará como convidado de piedra en las futuras conversaciones de paz al tiempo que su mantenimiento económico dependerá del resto de países miembros tras la previsible retirada de EEUU como principal país contribuyente.
La victoria de Trump representaría pues el ocaso de la estrategia atlantista de Biden y Soros empecinados en defenestrar a Putin del poder así como la posterior firma de un acuerdo de Paz en Ucrania y el retorno a la Doctrina de la Coexistencia Pacífica con Rusia. Ello supondría la entronización del G-3 (EEUU, Rusia y China) como "primus inter pares" en la gobernanza mundial, quedando de paso la UE, Gran Bretaña y Japón como convidados de piedra en el nuevo escenario geopolítico.
Cuba y el anacrónico Bloqueo
El cese del bloqueo de Estados Unidos contra Cuba, exigido por trigésima primera vez en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas y aprobado de forma abrumadora por 187 votos a favor, 2 en contra (EE.UU. e Israel) y la abstención de Moldavia reafirma la libertad de comercio y navegación ante un bloqueo anacrónico instaurado por Kennedy en 1.962.
La utopía sería la normalización de las relaciones entre Cuba y EEUU, destino final de un recorrido jalonado por lo necesario (finiquito del Bloqueo energético) y lo posible ( suspensión del anacrónico Bloqueo) hasta llegar a lo que parecía imposiblemente (normalización de las relaciones entre Cuba y EEUU). Sin embargo, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, extendió un año más la Ley de Comercio con el Enemigo, regulación de 1917 bajo la cual se impuso el bloqueo a Cuba, considerado el más largo de la historia.
En consecuencia, dado que Trump mantendrá intacto el anacrónico bloqueo sobre la Isla, es inevitable que surja en la Habana el desapego afectivo respecto a EEUU, vacío que será aprovechado por el hábil estratega geopolítico Putin para firmar un nuevo tratado de colaboración militar ruso-cubana (rememorando el Pacto Secreto firmado en 1.960 en Moscú entre Raúl Castro y Jruschov).El primer hito fue el despliegue en Cuba de un complejo móvil para la recepción de datos de satélites rusos, no siendo descartable la creación de una base de Radares en la abandonada base militar de Lourdes para escuchar cómodamente los susurros de Washington, pudiendo revivirse la Crisis de los Misiles Kennedy-Jruschev (octubre, 1.962) y la posterior firma con Jruschov del Acuerdo de Suspensión de Pruebas Nucleares (1962).