Vivimos esclavos de las tecnologías

Hay muchos modos de tratar este asunto y muchas las consecuencias. Esto que voy a desarrollar aquí, en el fondo es lo menos importante por ser sutil. Pero ahí está. Y, precisamente por ser sutil, me parece oportuno airearlo para no obligar a esforzarse el lector más de lo necesario…

Otra de las preocupaciones del Nuevo Orden Mundial, aunque esto es muy viejo pues data desde el principio del uso de la informática a nivel de usuario, es mantener un absurdo gigantesco con el que hemos de convivir al manejar cualquier sistema y aplicación de los que nos hemos rodeado la mayoría de estas generaciones…

Aparte de tener que aceptar cookies para todo, pongamos atención a las condiciones legales de folios y folios de un contenido que jamás leemos, ni nos interesa lo más mínimo porque lo que queremos saber es si nos va a interesar suscribirnos, "comprar" o usar o no la aplicación, el programa o el mismo sistema. Y para eso tenemos que hacer antes clic aceptando las condiciones, que nos son indiferentes. El caso es que el "aceptar", constantemente, presente en toda interactuación informática se convierte en un acto de sumisión permanente pues a nada podemos responder gráficamente y nada podemos cuestionar o discutir. Nada contratamos con verdadera autonomía de la voluntad. Y ya estamos acostumbrados.

Otro aspecto del asunto es el papel ridículo de los servicios jurídicos de esas empresas que elaboran minuciosamente las "condiciones legales" para cubrir las espaldas de eventuales reclamaciones contra la empresa para la que trabajan que nadie nunca pone en marcha. Ningún esfuerzo técnicamente negociador tienen que hacer, pues nada se pacta ni se negocia cuando entramos en contacto con los vendedores de una aplicación. Todo son contratos de "adhesión", como el de la luz o del agua. Si quieres tener luz o agua, tenemos que aceptar, primero las cookies y luego las condiciones que no hemos leído porque nos son indiferentes. ¿Para qué vas a leer una ristra de términos legales que no puedes discutir ni en el más mínimo detalle? ¿Para qué sirve toda esa palabrería si no para evitar impugnaciones? 

Todo esto viene muy de lejos, desde hace muchos años, a medida que la cibernética y la informática se iban desarrollando. Quienes manejan todo este complejo orden de cosas, sea con el viejo o con el nuevo orden, "descubrieron" un método de sometimiento subliminal: con la ilusión de las novedades que se iban a ir sucediendo, deslizarnos o imbuirnos de la ilusión de que negociamos, de que somos libres pactando mediante sucesivos clics de "acepto".

De vez en cuando nos comunican modificaciones legales; modificaciones que, como las modificadas, son las que les conviene y nos son indiferentes. Nosotros, los usuarios, legalmente no pintamos nada. Por eso lo insultante es querer hacernos ver que acordamos libremente algo, que somos ciudadanos completamente libres. Esa argucia-tapadera de la juridicidad, para cualquier jurista debiera ser insultante, pues el trabajo de los abogados de todo ese emporio es vergonzoso, ya que lo único que hacen es evitar demandas. El resto del texto que a veces se nos obliga a leer o a pasar por encima del texto hasta el final, no es más que paja, farfolla, humo….

No descubro nada, ya lo sabemos todos porque lo vivimos a diario. Pero cada vez que acepto cookies o me notifican en diez folios cumplidos en una pantalla, que han modificado las condiciones legales (que es lo que vienen haciendo distintas plataformas y aplicaciones), me dan ganas de renunciar a todos sus "servicios" y vivir como antes de esta invasión tecnológica.

Todo absurdo, todo una pantomima, todo un comportamiento como el de la serpiente constrictora que aprieta poco a poco a su presa hasta asfixiarla. Pues todo este procedimiento es un insulto a la inteligencia, al menos desde el punto de vista de la juridicidad académica.

Aunque en realidad casi es lo de menos... Porque lo que más jode es que todo este tinglado, que es esencial para el poder económico, financiero, político y de toda clase, son argucias sicológicas que lo desvirtúan todo, que hacen a quienes están al frente de infinidad de responsabilidades públicas esclavos de "superexpertos informáticos" que pueden dirigir cualquier resultado fiscal o el recuento de votos en las urnas, o de cualquier otro orden estadístico o de lo que sea, a donde les parezca. Esto por un lado. Por otro, que somos libres. Y por último, que la privatización y el ultra liberalismo son las dos herramientas que hacen de este mundo el mejor de los posibles, cuando justo el neoliberalismo, aliado a la informática, es lo que, poco a poco, está llevando a este mundo al abismo… Lo que es indudable es que el mundo actual y la mayoría de las naciones actuales, en todos los aspectos, utilidades y vivencias, está en manos absolutas de quienes manejan la informática…

Pero lo verdaderamente patético, lo verdaderamente dramático, es que hemos de decir adiós a la vida natural, al pensamiento a la visión, al Derecho, a la lógica e incluso al sentimiento naturales, al tiempo que lo invade todo, lo artificial y al tiempo que rápidamente el planeta y la Naturaleza entera se desfiguran y agonizan en un plazo muy corto respecto a lo que fueron…

 


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Jaime Richart

Antropólogo y jurista.

 richart.jaime@gmail.com      @jjaimerichart

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