La capital del país y otras ciudades están bajo un enorme despliegue represivo "preventivo", que incluye la temida DGCIM (contrainteligencia militar), la Guardia Nacional y la Policía Nacional, junto a grupos parapoliciales y otros civiles armados. En diversos puntos de control hay cacheos a la población y revisión de celulares. Al tiempo, una nueva oleada de detenciones y secuestros políticos tiene lugar desde ayer y continúa hoy, como hemos denunciado recientemente.
Por su parte, María Corina Machado y Edmundo reiteran sus llamados a los militares y policías para que se le insubordinen a Maduro, despliegan una gira de apoyos internacionales centrada exclusivamente en el abanico político de derecha y proimperialista de la región, desde Milei a los expresidentes del IDEA, incluyendo reunión con el propio Biden y parte del equipo de Trump, y convocan a las calles para el 09 de enero. El gobierno convoca también a contramarchas.
A las puertas de la imposición de un grotesco fraude electoral
Lo del 28 de julio fue la culminación de un fraude que se venía orquestando con proscripciones políticas, intervención e inhabilitación de partidos y candidatos, encarcelamiento de dirigentes de comandos de campaña opositores, por parte de una camarilla cívico-militar que tiene el control absoluto de todos los poderes del Estado, sustentada en las Fuerzas Armadas y cuerpos policiales, su sostén fundamental. El Gobierno buscó una elección presidencial a la medida, en el que se puso en práctica todo un arsenal de mecanismos antidemocráticos, tanto previo a la elección como luego de la misma, que le permitiera sostenerse en el poder a pesar del vacío de apoyo popular, sin embargo, no lo logró del todo y al final de la jornada electoral optó por echar de los centros electorales a los testigos opositores, declararse reelecto sin mostrar una sola acta y negarse a las verificaciones de resultados que establece su propia ley electoral. Las actas pasaron a resguardo de las FFAA, sin acceso público.
Es parte de la realidad también que el país acudió a unas elecciones condicionadas, no solo por los mecanismos proscriptivos y represivos gubernamentales, sino también por el asedio que significan las sanciones económicas de Estados Unidos y países europeos, que a lo largo de años acrecentaron la brutal crisis económica, terminando de hundir al país y aumentar los padecimientos del pueblo trabajador. Esto se lo calla la oposición de derecha subordinada a Estados Unidos, en su discurso de "elecciones libres" oculta esta realidad.
Tampoco levantaron la voz MCM y Edmundo González contra la proscripción a los sectores políticos de la izquierda. A la elección del 28J concurrieron solo opciones patronales, porque el Gobierno se encargó de impedir cualquier opción a su izquierda, aquellos sectores que cuestionan la explotación de los trabajadores y las inéditas desigualdades sociales bajo el capitalismo actual en Venezuela, no tuvieron el más mínimo espacio democrático en esas elecciones. Por eso el esquema proscriptivo golpeó más duramente a este arco político.
Es de recordar que a esa elección se llegó luego de fracasadas sucesivas negociaciones para arribar a unas elecciones pactadas, como los acuerdos de Barbados. Los principales partidos políticos aglutinados en la llamada "Plataforma Unitaria Democrática", el Gobierno de Maduro con participación evidente de Estados Unidos, mantuvieron negociaciones que luego entraron en crisis. Como parte de esos pactos estaba un supuesto cronograma electoral que establecía realizar las presidenciales en el segundo semestre del año. Aunque el partido de María Corina Machado no tenía formalmente voceros en esas tratativas, se ubicaba presionando desde afuera por un acuerdo que le favoreciera, posición que reforzó con su triunfo abrumador en las primarias de la derecha. Aun así, los acuerdos que implicaban "garantías de participación electoral", no especificaban nombres, al punto que un enviado de la Casa Blanca, Juan González, llegó a afirmar, "Nos importa es el proceso, no el candidato", en referencia a las inhabilitaciones, abriendo la puerta a que el pragmatismo de los intereses estadounidenses aceptara que MCM no participara. Sin embargo, figuras vinculadas a las negociaciones indican que la falta de garantías reales sobre el futuro del grupo gobernante en caso de perder las elecciones, pudiendo terminar presos o extraditados a EEUU, entre otras opciones, o la posibilidad de que los acuerdos no se cumplieran una vez estando fuera del poder, jugaron un rol clave en el fracaso de las negociaciones.
El día 29J hubo una reacción en sectores populares contra el fraude, cientos de protestas se registraron en numerosas ciudades, como en Caracas donde el protagonismo fue sobre todo en los barrios y zonas como Catia y Petare. Una protesta que fue sofocada con una brutal respuesta represiva, que se cobró algunas decenas de muertos, más de 2 mil detenidos, actuación de cuerpos represivos oficiales y grupos parapoliciales, miles de allanamientos en viviendas, cercamiento policial de las salidas de muchos barrios, propaganda de terror represivo en las redes sociales, encarcelamientos por haber publicado mensajes en redes sociales, y un dispositivo de delación masiva con el cual los militantes del partido de gobierno señalaban a vecinos que protestaron o denunciaban el fraude. Es importante mencionar que Edmundo González y María Corina habían declarado en la media noche del domingo que no estaban llamando a las calles. Es por eso que las protestas del lunes 29J tuvieron gran espontaneidad, y se dieron en lugares considerados bastiones del chavismo. Por eso diferente será el llamado a concentración para el martes 30 de julio por parte de María Corina Machado y Edmundo González en el este más acomodado de la ciudad, bastión tradicional de este sector político, que tuvo un carácter sumamente controlado y muy diferente a lo que se había vivido el lunes 29J en las zonas populares.
Una encrucijada sin alternativa progresiva para el pueblo trabajador
En ocasión de las elecciones del 28J, dijimos que la polarización entre el Gobierno de Maduro y las FFAA y el sector que representan María Corina, Edmundo y los EEUU, era entre bandos reaccionarios, que era un callejón sin salida el que se presentaba para la clase trabajadora. Luego del 28J, el hecho que a unos les favorezca el voto popular no los convierte automáticamente en alternativa progresiva, como desarrollaremos más adelante. A pesar de los agoreros del campismo, tanto cierta izquierda internacional que respalda a Maduro, como aquellos sectores que bajo la bandera de la "democracia" se encolumnan tras MCM y Edmundo González, no existe tal "campo progresivo" dentro del cual ubicarse. Se necesita forjar un campo propio, una referencia política propia de la clase trabajadora y sectores sociales postergados por el sistema económico y social que defienden tanto el gobierno como María Corina.
Ambos sectores representan los intereses de empresarios, transnacionales y funcionarios gubernamentales enriquecidos a la sombra del control de la renta petrolera. El escenario es la disputa entre un gobierno ampliamente repudiado, que apuesta a mantenerse en el poder a como dé lugar, y una oposición que no solo es también antiobrera sino proimperialista, que solo busca retomar el control de los recursos del Estado y administrar para su beneficio el capitalismo venezolano, es decir, hacer ellos lo que hoy hace la casta cívico-policial-militar en el poder.
En el caso del de Maduro, estamos ante un gobierno asentado en la represión, que continuará con los grandes negocios con transnacionales imperialistas, que seguirá, en cuanto pueda, pagando la deuda externa a costa del hambre, la salud, la educación, el agua y el gas del pueblo, dispuesto incluso a volver al FMI para obtener más deuda, manteniendo los planes capitalistas brutales contra los trabajadores.
Aunque Maduro es el que está en el gobierno, ambos sectores son responsables de la tragedia que vive el país. Porque si Maduro es heredero y continuador del descomunal saqueo de la renta petrolera operado por todas las fracciones de la burguesía venezolana bajo el chavismo, tanto por vías legales como por una sideral corrupción, y llevó al país a una catástrofe económica con la política ante la crisis que se empezó a desarrollar desde el 2014, el bando en el que forma María Corina Machado debe hacerse cargo de lo que han significado las sanciones económicas de EEUU a partir de 2017 en adelante, política que estos solicitaron y han apoyado en todo momento. Recientes cálculos de economistas venezolanos opositores radicados en EEUU, estiman que esos castigos contra la economía del país representaron la mitad (52%) de la contracción económica de Venezuela entre 2012 y 2020; calcula que, sin sanciones, Venezuela todavía habría enfrentado una crisis severa, con una caída de los ingresos per cápita del 34%, sin embargo, las sanciones habrían contribuido a que la caída del PIB per cápita haya sido de un extraordinario 71%, equivalente a casi tres Grandes Depresiones sucesivas.
A ninguno de los bandos le importó el hundimiento inaudito en la pobreza del pueblo, que millones pasaran años de hambruna y sigan con grandes necesidades, produciéndose una de las migraciones más grandes que se tenga referencia histórica en América Latina, condenándolos a fracturas familias y abandonar sus hogares huyendo de la miseria.
¿Qué representa la opción que lidera María Corina Machado?
Es un hecho que la opción que representa María Corina viene siendo víctima de agresivos ataques antidemocráticos del Gobierno desde antes de las elecciones y, la consumación del fraude, sería la coronación de esa realidad. Eso, sin embargo, no convierten a MCM y compañía en la expresión de una opción democrática ni progresiva para el pueblo venezolano.
Como señalamos antes, la asfixia económica con el embargo petrolero, las confiscaciones y demás "sanciones" imperialistas, son armas con las que uno de los actores de la disputa, en este caso, el imperialismo estadounidense y sus políticos afines en el país, inciden en la política nacional. María Corina Machado y Edmundo González son parte de esa vía de intervenir y condicionar desde el imperialismo la elección pasada. A su vez, uno de los objetivos declarados de esa agresión económica externa es profundizar las penurias en el pueblo venezolano, apostando a que eso contribuya al objetivo estadounidense de un cambio de régimen, ¡muy democrática la manera en que MCM y el gobierno de EEUU han buscado agravar el hambre y los sufrimientos populares para conseguir su objetivo político!
Si echamos una mirada a su trayectoria, vemos que MCM estuvo en todas las movidas antidemocráticas que empezaron desde la época en que Chávez tenía evidente mayoría popular y, aun así, la oposición de derecha intentó zarpazos violentos para sacarlos del poder, siempre apoyados por EEUU, sin importarles para nada la voluntad popular. El golpe empresarial-militar de abril de 2002, el paro patronal y sabotaje petrolero de 2002-2003, los llamados a golpes militares desde Plaza Altamira, el desconocimiento de los resultados del referéndum de 2004, el boicot a las elecciones legislativas de 2005 (para dejar abierta la agenda golpista), en todo eso estuvo entusiasta la "demócrata" MCM.
Ya con Maduro en el gobierno, María Corina fue del ala de la derecha que desconoció las elecciones de 2013, impulsando "La Salida", con la cual pretendían que movilizaciones radicalizadas por derecha de sectores de la clase media impusieran un cambio de gobierno. En 2017, cuando ya era clara la pérdida de la precaria mayoría electoral que pudo mostrar el gobierno en 2013, y éste se apoyaba cada vez más en mecanismos abiertamente autoritarios, la política de la oposición que compartía MCM tampoco ofrecía más que salidas autoritarias, pues su apelación no dejaba de ser a que los militares –los mismos represores– le sacaran la silla a Maduro, acudiendo a fraudes como plebiscitos organizados por ellos, donde votaba su base política y en función de cuyos resultados llamar, una vez más, a los militares, a darle el golpe a Maduro.
María Corina también formó filas en la apuesta de la derecha en 2019 cuando, una vez más, la "soberanía popular" de los venezolanos era lo que menos importaba, pues las agresiones imperialistas –incluyendo amenazas de invasión militar, las cuales apoyaba abiertamente MCM–, estaban al servicio de lograr los objetivos políticos de Donald Trump. Es tal la subordinación siempre de MCM a los intereses estadounidenses, aunque haga demagogia con los intereses del pueblo venezolano, que, como argumento a su favor, ha afirmado que desplazar a Maduro y llegar ella al gobierno es lo conveniente para "la seguridad nacional de Estados Unidos" y que eso hará de Venezuela "un aliado fiel de Estados Unidos". El objetivo es que esté en Caracas un gobierno en función de las necesidades estadounidenses. La perorata sobre la "soberanía popular" de los venezolanos es gratis.
En consonancia con esto, MCM se encuadra con lo peor de la política regional e internacional, apoyando desde el Estado colonialista y racista de Israel y su genocidio contra el pueblo palestino, hasta a nefastos personajes como Uribe, que sembró de sangre y terror en Colombia a la juventud, los campesinos, los sindicalistas, periodistas y defensores del medio ambiente y de DDHH. De allí hasta el apoyo de los gobiernos represores de Piñera, Boluarte, Lenín Moreno, Duque, donde quiera ha habido en América Latina un gobierno de derecha represor, allí ha contado con el apoyo de MCM. Así, mientras hace demagogia sobre los problemas del pueblo venezolano, Edmundo se abraza con el reaccionario de Milei, que lleva a cabo brutales ajustes contra el pueblo trabajador argentino.
Es que MCM es una empresaria y política que siempre se opuso a cualquier mínima conquista económica o social que recibieran los trabajadores y sectores populares, expresando el interés de una familia burguesa acostumbrada a enriquecerse a partir de la explotación de los trabajadores y el usufructo de los recursos públicos del país. Por eso su programa económico no tiene nada de progresivo para la clase trabajadora con relación a lo que ha venido aplicando el gobierno de Maduro, se propone "privatizarlo todo", su "liberalismo" económico implica preservar por sobre todo los intereses de los empresarios y los ricos, tal como ya viene sucediendo hoy, y una política de esas características no se aplica sin represión contra los de abajo.
No por casualidad una constante en la política de MCM y Cía. es la apelación a que los militares –y ahora también los policías– le den la estocada a Maduro. No les preocupa que los mandos policiales y militares sean represores o violadores de derechos humanos, sino si ayudan a los objetivos de EEUU y sus aliados en el país. Así vemos que, para ambos factores en pugna, lograr sus objetivos está directamente vinculado con tener de su lado a las actuales Fuerzas Armadas y cuerpos represivos.
¿Cuál es la naturaleza social y política del régimen venezolano actual?
Contra quienes, sobre todo desde ciertas izquierdas reformistas y estatistas fuera de Venezuela, afirman que "a pesar de todo" habría que tomar partido por el sostenimiento del régimen político venezolano, debe decirse que están planteando alinearse con un régimen burgués que expresa la manera específica en que una casta cívico-militar, profundamente antiobrera y antipopular, está gestionando el decadente y cercado (por las sanciones imperialistas) capitalismo venezolano. Una fuerza económica y política en la que hacen simbiosis ex funcionarios convertidos en burgueses, altos burócratas con los más variados niveles de asociación económica con los empresarios y "nuevos ricos" favorecidos o nacidos en el chavismo; una casta que, a su vez, ha logrado altos niveles de convivencia y comunidad de intereses con amplios sectores de la burguesía tradicional, con quienes comparten los beneficios de la feroz liberalización económica y la destrucción sin precedentes de las conquistas históricas de la clase trabajadora.
El actual régimen político venezolano deviene de aquel que encabezó Chávez, pero su mutación, a partir de los elementos ya presentes en el chavismo de entonces, y en medio de condiciones económicas y políticas diferentes, ha dejado atrás aquellos aspectos de un gobierno que se apoyaba en la movilización controlada de las masas trabajadores y pobres, otorgándoles una serie de derechos económicos y sociales, pulseando mejores términos de intercambio con los capitales imperialistas de occidente y ejerciendo cierto dirigismo estatal en la economía para poner algunos tímidos límites al capital privado (nuevos derechos para la clase trabajadora, controles de precios, etc.). No es, claro está, el régimen político que quisiera el imperialismo estadounidense, pero está bastante lejos de aquel bonapartismo sui generis "girado a izquierda", y es, en contraparte, un régimen reaccionario sostenido por el apoyo decidido de China y Rusia, otro polo de potencias capitalistas que no representan ninguna alternativa progresiva para los pueblos.
El de Maduro y las FFAA ha sido un gobierno que ha destruido, como ningún otro en la historia del capitalismo venezolano, el salario y las conquistas laborales. Mediante el pago de la deuda externa, su política monetaria, el desconocimiento por decreto de contratos colectivos y actas convenios, la libertad casi total al capital privado para hacer y deshacer (en salarios, salud y seguridad laboral, precios al consumidor, alquileres, medio ambiente, etc.), y represión a los trabajadores y trabajadoras, ha avanzado en contrarreformas laborales más regresivas que ningún otro gobierno de derecha y proimperialista de la región. Esa es la manera en la que lleva una década continuada de ajustes capitalistas que han hecho recaer la profunda crisis, y luego también las criminales sanciones imperialistas, sobre las espaldas de la clase obrera y el pueblo pobre.
Todo esto lo fue enajenando cada vez más del apoyo popular, las proporciones de la relación entre "consenso" y coerción se modificaron radicalmente. En circunstancias que ya no eran la bonanza petrolera sino una caída de precios del petróleo, el peso de una enorme deuda externa, un país desfalcado por la fuga de capitales, y luego también las severas agresiones económicas imperialistas, el Estado burgués que otorgaba derechos pasó a poner en primer plano su faz de ataques a las condiciones de vida, los derechos del pueblo trabajador y las libertades democráticas.
Como con Chávez no hubo ni "diversificación de la matriz productiva" ni "desarrollo de las fuerzas productivas", sino que, al contrario, se profundizaron el rentismo y la dependencia –la posición que el capitalismo imperialista le ha otorgado siempre a Venezuela–, y como no se modificó tampoco el "metabolismo" interno del capitalismo venezolano, consistente en que la renta pública se convierte en capital privado y, en ciertos períodos, en fuente de "acumulación originaria" para nuevas cohortes de burgueses, recursos que desde finales de los 70’s tienden a acumularse afuera del país, al acabarse el boom petrolero y las posibilidades de crédito internacional–circunstancias que dependen de las principales potencias capitalistas–, el país no estaba más fuerte sino más débil. Del regateo con los capitales imperialistas en la época de Chávez, con tibias medidas nacionalistas (y otras no tanto, como la apertura a la penetración de los capitales chinos y rusos), pasamos con Maduro a un entreguismo económico inédito a los capitales extranjeros, con exoneraciones de impuestos como hace un siglo, con rienda suelta al saqueo más arcaico y voraz de los recursos naturales, la multiplicación de "zonas económicas especiales", la entrega de empresas nacionales o parte de estas y, lo que no es de menor importancia, una mano de obra de las más baratas y reprimidas del mundo.
La evolución en sentido reaccionario del régimen hace que hoy se entienda muy bien con las cúpulas empresariales, mientras oficia de verdugo de la clase trabajadora. Las relaciones cordiales con los gremios capitalistas no son meramente formales, sino de trabajo conjunto para acordar políticas. "No hay empresarios perseguidos ni presos", declaraba un connotado representante de la parasitaria burguesía venezolana… cosa que no puede decir la clase trabajadora de sí misma, que padece la prisión o persecución judicial de cientos de sus dirigentes y activistas.
A tal punto ha llegado esta connivencia, que destacados generadores de opinión que apoyan a MCM y Edmundo González, se han quejado de la pasividad y abstinencia de los gremios empresariales en la disputa –a diferencia de períodos anteriores, en los que eran pieza activa de las movidas antigubernamentales–, acusándolos de "falta de compromiso", de "privilegiar sus intereses económicos antes que la lucha por la libertad y la democracia". Más allá de lo risible de esa propaganda ideológica que supone un tipo ideal de capitalistas a los que le importarían la libertad y la democracia más que sus intereses económicos, lo cierto es que mientras el gobierno desataba su masiva y brutal represión contra los sectores populares que protestaban contra el fraude, nada cuestionaron al gobierno ninguno de los dirigentes del empresariado nacional, ningún comunicado hubo de parte de Fedecámaras… a no ser uno para prevenir contra posibles "actos de violencia de los manifestantes contra la propiedad".
La realidad es que el profundo autoritarismo y el control represivo de la población sobre los que se sostiene el régimen venezolano, están al servicio del tipo específico de capitalismo que funciona hoy en Venezuela: uno donde se busca salir del colapso y de la coerción económica externa sobre la base del entreguismo nacional, de la total subordinación de la clase trabajadora, el pueblo pobre y la naturaleza a las necesidades del capital, en el que se promueve oficialmente un reaccionario "emprendedurismo" individual y una mercantilización generalizada, donde cada vez más todo bien, servicio, lugar de esparcimiento, bosque, terreno, etc., es susceptible de ser mercantilizado y convertido en negocio privado.
Con Maduro se asienta un régimen dictatorial cívico-militar-policial
Si se concreta la asunción formal de un nuevo período presidencial de Maduro, estaremos en presencia de una forma política marcada por el desconocimiento de mecanismos elementales de la democracia burguesa –en este caso, el del voto universal– y la asfixia de las libertades democráticas mediante la represión (sangrienta en ocasiones) y la inducción del terror en la población. Se terminaría de asentar un régimen dictatorial cívico-militar-policial, para utilizar la propia definición que hace Maduro del tipo de "unidad" que lo sostiene en el poder, sustentada en la represión y el fraude. Como hemos explicado, el aparato del gobierno se sigue articulando alrededor de diversas camarillas políticas con centro en Maduro, donde la corporación militar y policial, con la contención y represión, ante el vacío de apoyo popular, son los que lo han venido sosteniendo.
Si los militares le sacan la silla, Maduro se desploma, y es lo que explican los llamados infructuosos de María Corina Machado a las Fuerzas Armadas a que lleven a cabo una acción de fuerza, como lo hemos explicado más arriba, por eso "el campo queda abierto a soluciones de fuerza" ante los constantes fracasos de buscar soluciones negociadas. Por eso, en el conjunto de la situación, las Fuerzas Armadas siguen siendo el fiel de la balanza en la profunda crisis nacional, a la que tanto el gobierno como el imperialismo estadounidense y la derecha le otorgan ese rol de "árbitros" de la situación (o de una "transición"), alcanzando un posicionamiento que les puede permitir tener un juego propio en la diatriba política.
Aunque es importante acotar que aún el régimen dictatorial que se impone con Maduro no es una dictadura clásica, al estilo de las que existieron en el Cono Sur latinoamericano o en Centroamérica en los años 70 y 80, con sus genocidios y métodos de guerra civil para aplastar internamente, donde los militares ejercían el absoluto poder del Estado.
Entre más está vaciado de apoyo popular, más es el entroncamiento del aparato represivo para sustentarse. El Estado que castiga y reprime, aumentando su bonapartización y su autoritarismo, afianzándose en las Fuerzas Armadas y con una concentración de poderes absoluto, muchas veces escudado tras discursos "securitarios", argumentando amenazas internas y externas. Una armazón autoritaria que se apoya además en la existencia de grupos parapoliciales (mal llamados "colectivos") al servicio del gobierno, armados con la venia del Estado y que cumplen el papel de amedrentar y agredir en los barrios y los lugares de trabajo a quienes se organizan para protestar.
Lo que los ha unido a la camarilla gobernante en los últimos tiempos los grandes intereses materiales, y lo que implicaría un desplazamiento del poder del Estado. Hay que considerar que el Gobierno constituye toda una burocracia estatal con grandes intereses materiales creados en 25 años, distinta a otras administraciones que cuando pierden una presidencial, vuelven a sus negocios y empresas privadas. Además, las Fuerzas Armadas también tienen grandes empresas y negocios bajo su mando en múltiples esferas de la economía, y cargan el peso de represoras. Pero perder el poder del Estado no es solo perder negocios, sino que un sector de Maduro puede ir preso o ser extraditado a Estados Unidos, en caso de caer estrepitosamente, acusado de narcotráfico, e incluso, en caso de ser desplazados del Estado vía alguna transición, temen que esos acuerdos no se cumplan. De allí al aferramiento al poder.
Esto no quiere decir que no exista tensión al interior de toda esa burocracia enquistada en el Estado. Es importante resaltar que nadie se imaginaba que pudiera caer el sector liderado por Tareck El Aissami que representaba un sector clave del grupo de poder gubernamental, hoy presos. Las purgas, los pases de factura, el pánico de la traición, rondan en Miraflores acelerando sus elementos de descomposición y el caos político interno. Su fuerza deviene también de la casi nula capacidad de lucha del movimiento de masas, que sufrió los brutales golpes de la catástrofe económica que terminó de debilitar sus fuerzas, y que ha conseguido, por lo menos hasta el momento, a su principal contendiente interna hoy liderada por María Corina.
El imperialismo y los alineamientos regionales
Aunque aún Maduro pueda asumir el 10 de enero, no todo está dicho en el escenario político actual. Diez días después estará asumiendo la presidencia Donald Trump en Estados Unidos, y aún no se sabe a ciencia cierta qué política tendrá hacia Venezuela. El nuevo mandatario de la Casa Blanca ha designado a Marco Rubio como jefe del Departamento de Estado, quien se involucró con extrema profundidad con el interinato de Juan Guaidó durante la embestida golpista liderada desde Washington en el 2019, y los intentos de aplicar acciones de fuerza contra el país. También nombró al congresista Mike Waltz como consejero de seguridad nacional, uno de los legisladores republicanos que, en agosto del 2024, escribió una carta al Comité Noruego del Nobel para apoyar la nominación de la derechista opositora María Corina Machado al Premio Nobel de la Paz.
De allí que el clima es que podría venir una mayor agresividad por parte de Trump hacia Venezuela. Aunque el objetivo de realinear a Venezuela dentro de la esfera de influencia de EE. UU. sigue siendo una constante, y se enfile en una línea agresiva, esta política la puede realizar negociando. Y aún no está definido si recorrerá el mismo camino que hizo con Juan Guaidó cuando lo reconoció como presidente de Venezuela en enero del 2019, con Edmundo González, cuando éste se proclame presidente efectivo de Venezuela, el mismo día que Maduro, como ya lo ha anunciado y lo ha hecho también María Corina Machado. Independientemente si fue una declaración aislada, el senador Republicano de Estados Unidos, Bernie Moreno, declaró durante la instalación del Congreso del país norteamericano, que Donald Trump "trabajará con Maduro porque él es el que va a tomar posesión del cargo", lo que hace sintomático en lo que se pueda estar discutiendo en el seno del nuevo gobierno que llega a la Casa Blanca.
Por otra parte, es de tomar en cuenta la presencia de China y de Rusia en Venezuela, que hacen al juego político regional. Los intereses económicos de China son grandes en Venezuela, desde la administración de Chávez el país asiático fue considerado un aliado estratégico, siendo que las inversiones son fuertes en el sector petrolero y otras áreas económicas de semejante envergadura. Y Estados Unidos viene anunciando una gran rivalidad con China, siendo justamente uno de los halcones de esta política, Marco Rubio, ¿por qué Trump daría en bandeja Venezuela a China, si puede atraerla aún con Maduro en el gobierno? Lo mismo se puede decir con respecto a Rusia, en medio de una guerra en el extremo europeo.
El imperialismo estadounidense –cuyos capitales nunca han dejado de estar presentes en el país–, pugna por recuperar el espacio perdido y volver a poner a Venezuela bajo su órbita, pero no ha podido lograr sus objetivos mediante sus diferentes agresiones e intervencionismo. Ante esta situación, y no conseguir voltearlo, es que lo que afirma el republicano Bernie Moreno toma sentido, donde además existe todo un lobby petrolero y bonistas que pugnan por un entendimiento con Maduro, siendo el partido republicano y el propio Trump perteneciente a ese mundo petrolero.
Lo que es claro que Maduro, de asumir y poco parece indicar lo contrario al momento salvo un evento imprevisto, sería un gobierno más aislado internacionalmente. Por parte de gobiernos de la derecha de otros países o del derechismo continental ya es sabido, pero el drama lo tendrá con la política equidistante que han tomado ciertos "progresismos" latinoamericanos, sobre todo Brasil y Colombia, que han buscado desmarcarse del fraude de Maduro, aunque no anuncian una ruptura abierta, incluso el chileno Boric se ha desmarcado completamente como también ya lo ha hecho el presidente electo del Frente Amplio de Uruguay, Yamandú Orsi. Brasil y Colombia constituían los pocos aliados más importantes que tenía Maduro en Latinoamérica, un continente donde el trumpismo con Milei en Argentina viene conquistando espacio.
La necesidad de sostener y luchar por una perspectiva propia de la clase trabajadora
Ante este escenario es necesaria una perspectiva política propia como clase, una política ante la cuestión democrática y ante los problemas sociales y nacionales, que exprese independencia política de la clase trabajadora, que plantee un programa desde los intereses de las y los trabajadores. Evitar que nuestra clase solo tenga como alternativas políticas aquellas que expresan los intereses de clase de quienes nos pisotean, de los grandes capitales de cualquier origen geográfico y de los ricos de este país, sean los nuevos o los de vieja data.
En esa perspectiva nos hemos opuesto a los ataques antidemocráticos del gobierno previos a las elecciones, a las sanciones imperialistas y al fraude del 28J. De cara a las elecciones levantamos junto a otras organizaciones una campaña que expresaba independencia de clase: "La clase trabajadora no tiene candidato", dijimos, y explicamos de diversas maneras por qué ni Maduro ni Edmundo/MCM (ni los otros candidatos de menor alcance) expresaban los intereses de la clase trabajadora, incluyendo la denuncia de cómo el gobierno proscribió cualquier opción política a su izquierda. Desde esa ubicación y en el marco de denunciar como fraudulento el proceso electoral de conjunto (que intentó ser pactado originalmente entre el gobierno, el imperialismo y la derecha, y que luego fracasan como explicamos al inicio de esta declaración), ni bien se asomaron los elementos de fraude electoral lo denunciamos, levantamos el derecho del pueblo venezolano a conocer la verdad ("Que se publiquen todas las actas", exigimos en su momento), al tiempo que denunciamos la represión y emprendimos una campaña unitaria con diversas organizaciones.
La oposición de Edmundo y María Corina sostiene que resultó favorecida con el voto de las mayorías, pero tras ellos no había ni hay posibilidad de una política de clase independiente, es parte de lo agudo de las contradicciones de la situación para la clase trabajadora. Son condiciones de extrema debilidad de nuestra clase, no solo organizativa y objetiva (migración masiva, vaciamiento de sindicatos, abandono de muchos asalariados de esa condición para volverse cuentapropistas o comerciantes, combinación de ambas condiciones en la mayoría de quienes aún están como asalariados, represión y terror inducido por el gobierno), sino también subjetiva, porque frente ante el gobierno hambreador, profundamente antiobrero y represivo, optar por una opción como la que representa MCM, es también parte de la debilidad.
Somos acérrimos antiimperialistas, por eso hemos rechazado siempre y seguimos rechazando las sanciones imperialistas, la confiscación de bienes y toda agresión o amenaza imperialista. Por eso denunciamos a toda esa derecha tradicional venezolana que avala todas las agresiones imperialistas, incluyendo al punto nefasto de pedir intervención militar, como lo hizo María Corina Machado. Denunciamos esa política vasalla de esto sector, que entre sus planes tiene poner de nuevo al país de rodillas al FMI, como incluso ha asomado hacerlo el propio gobierno de Maduro. Decimos, ¡fuera toda injerencia imperialista sobre Venezuela y América Latina!
En estas circunstancias, dar la pelea, desde una perspectiva propia, contra el fraude y por las libertades democráticas era y es clave, porque se trata de pelear como clase, contra un salto hacia adelante en los mecanismos represivos con los cuales uno de los bandos reaccionarios impone sus intereses, que no son los nuestros. La resultante de una consolidación de la nueva etapa del régimen actual, no solo es la derrota de un bando antiobrero y antipopular (el de MCM), sino también el triunfo de otro no menos reaccionario, el triunfo de un bando que pisotea a placer la voluntad mayoritaria del pueblo y se le impone a fuerza de más represión y terror de Estado.
En un ese cuadro, y mientras, tanto el régimen actual como MCM/Edmundo apelan a los cuerpos represivos y a sus respectivos aliados de potencias capitalistas, reivindicamos la campaña "¡Basta de represión! ¡Libertad a los presos por protestar!" –que a pulso ha logrado algunos de sus modestos pero muy importantes objetivos–, como una manera de hacer frente, desde la clase trabajadora y sectores populares, al fortalecimiento de las capacidades represivas del gobierno capitalista en funciones.
A la par que se dan estas peleas, lo que tiene por delante nuestra clase es la necesidad de buscar las vías para recomponer sus fuerzas, no solo objetivamente sino también subjetivamente, recuperando banderas programáticas, limpiando ideas de las tergiversaciones y fraudes con que las llenó el chavismo, sabiendo diferenciar amigos de enemigos y demagogos, entre aquellos que hoy nos hablan de "libertad". A quienes se reivindican anticapitalistas, corresponde seguir sacando las lecciones estratégicas e históricas del daño que implicó para gran parte de la izquierda y nuestra clase asimilarse al chavismo y contribuir a su fuerza, sin luchar en cambio por construir alguna fuerza política propia de la clase trabajadora, verdaderamente revolucionaria, que pudiera postularse como alternativa y no tener hoy una encrucijada donde solo están a la vista opciones reaccionarias.
Es esa perspectiva desde la cual intervenimos en esta realidad las y los trotskistas de las Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS), como parte de la Fracción Trotskista por la Cuarta Internacional (FT-CI).