Quinta columna

El hombre primitivo está hambriento y cansado de correr todo el día tras pequeñas presas. La obsesión por comerse un pernil de mamut lo lleva a marcar posiciones alrededor de una silueta del enorme animal trazada en la arena.

El trabajo de equipo da sus frutos en la solución de necesidades de la pequeña comunidad y eleva en poco tiempo su nivel de vida.

Las cosas marchan divinamente bien en las cavernas, hasta que aparecen los primeros excedentes. Bueno, en realidad excedentes ya había habido antes, lo que aparecen son los primeros intelectuales capaces de razonar, deducir y por ende planificar que hacer con ellos y como. Han entendido los ciclos climáticos, los principios básicos de la física y otros descubrimientos que negocian a cambio de poder…y bienes, en los albores del individualismo materialista.

Estos personajes manipularon a sus congéneres bajo la sombra del agorero y tuvieron mucho que ver con la caída del socialismo primitivo que dio paso al modo esclavista. Los primeros intelectuales emplearon la ciencia para explotar al hombre por el hombre, a muchos por pocos, que es como rinde la cosa. Luego aparecieron los pseudos intelectuales, con el principal mérito de hacer lo mismo que los primeros pero sin dominar conocimiento alguno.

Han transcurrido miles de años y el saber continúa secuestrado bajo el control de elites que se sirven de él emulando el ritual esotérico originario.

La Venezuela Bolivariana tiene infinidad de intelectuales “militantes” en el proceso y es frecuente en estos días de confrontación crítica, es decir en pleno fragor de la batalla, verles actuar muy orondos a nombre de la autocrítica, enumerando con lujo de detalles y hasta con fino humor, todas nuestras debilidades capaces de fortalecer al enemigo. En momentos donde la unidad es vital, las organizaciones políticas de cuadros intelectuales y técnicos, lejos de empujar la acertada propuesta de un partido multiplicador del avance revolucionario, deciden conservarse independientes para perpetuar sus parcelitas de poder. Es típico verles madrugando al colectivo ante las cortes de justicia con petitorios y acciones unilaterales que me atrevería a catalogar de inconvenientes. Todo sea en nombre de la “autonomía de criterio” y la “diversidad” porque la carta de la libertad de expresión se encuentra muy trillada por la derecha fascista últimamente.

Pero esta vez, gracias a la maduración política alcanzada por nuestro pueblo, los avances de la quinta columna servirán para catalizar la necesaria decantación que nos librará definitivamente de la dependencia de brujos y demás hierbas “pensantes”.

cordovatofano@hotmail.com


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Daniel Córdova Tofano


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