Socialismo y Conciencia Revolucionaria

Bastante heterodoxo en sus definiciones parciales, el socialismo nuevo o bolivariano representa un amplio proyecto de redención y de refundación social que se ha ido gestando paulatinamente en Venezuela y busca consolidarse de una manera muy particular y diferenciada de lo que pudo ser la experiencia socialista en otras naciones. Tal circunstancia ofrece una magnífica oportunidad para desarrollar, en toda su dimensión y profundidad, el ideario socialista, tal como fuera planteado por sus teóricos iniciales, entre quienes siempre resaltará Karl Marx. Desafortunadamente, algunos de sus apologistas, tratando de alejar dudas y confusiones, se hacen eco del temor infundado por los sectores reaccionarios en cuanto al tipo de socialismo implantado en Europa del Este, calcando los patrones concebidos en la Unión Soviética, llegando al colmo de desconocer el aporte intelectual de los primeros socialistas, excusándose en que todo será nuevo. Esto, como podrá deducirse, no contribuye a esclarecer bien, en un contexto racionalmente lógico, qué clase de socialismo tendrá lugar en Venezuela, ya que tiende a reducirse a un voluntarismo casi al azar y a un apoyo irrestricto a un gobierno antes que a un proceso revolucionario inédito y audaz que debe sustentarse, primordialmente, en un pueblo consciente, movilizado, protagonista, participativo y con las suficientes herramientas ideológicas para comprender el momento histórico actual y, en consecuencia, capaz de motivarse a actuar en la consecución del cambio estructural, en un lapso cercano.

El nuevo socialismo propuesto, aún sin formato definido, ni definitivo, y enfrentado a la alienación de una sociedad bajo el capitalismo, hunde gran parte de sus raíces en la tradición emancipatoria de nuestros pueblos, lo que le otorga un perfil propio, al modo como lo reclamara Mariátegui y otros socialistas de nuestra América. Su mérito, por tanto, es nutrirse de fuentes ajenas al escolasticismo u ortodoxia soviética, algo que ya -a mediados de la década de los 80 del siglo pasado- el PRV-Ruptura diera a conocer en Venezuela como pensamiento herético-utópico, sin abandonar del todo la tesis originaria del socialismo e incorporando el legado de Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora, principalmente, además del legado indígena y de pensadores de otras latitudes y tiempos.

Éste, sin embargo, tiene que compaginarse con una conciencia revolucionaria que logre echarlo adelante, entendiendo que es la única alternativa a la cual puede recurrir la humanidad para evitar la depredación total a manos del capitalismo, ávido de recursos naturales y de excesivas ganancias. De ahí que, a la par de su difusión, aceptación y enriquecimiento teórico, se tenga que procurar una conciencia verdaderamente revolucionaria entre quienes respaldan el proceso bolivariano venezolano. De otra forma, se hablará de revolución y socialismo, pero sin que exista en realidad una situación revolucionaria y socialista, con un sistema de valores éticos y morales que sean emanación natural de la misma y nutrientes cotidianos de la conducta y la conciencia de los revolucionarios. En tal sentido, el ejemplo del Che es apropiado. Según Orlando Borrego, en Che: El camino del fuego, “el Che concibe un hombre de nuevo tipo como resultante de un sistema de valores donde lo determinante surge de lo colectivo, de la inspiración moral de los actos de cada uno, de la vocación humanista universal y todo concretándose en acciones conscientes con capacidad de autodeterminación para participar en las realizaciones económicas y sociales que, finalmente, son las que miden los éxitos o lo fracasos del esfuerzo colectivo”. Eso y más es el complemento insustituible del nuevo socialismo. Es una construcción heroica que debe transformar radicalmente el ser interno de quienes lo asumen e impulsan. Como lo reflexionara el Che Guevara, “la conducta revolucionaria es espejo de la fe revolucionaria y cuando alguien que se dice revolucionario no se conduce como tal, no puede ser más que un desfachatado”. E hipócrita y contrarrevolucionario, además.

Es necesario, entonces, que el socialismo sea explicado desde abajo, junto con los sectores populares que son, al fin y al cabo, quienes más sufren los rigores del capitalismo. De ahí que se requiera también explicar concienzuda y sistemáticamente qué es el capitalismo, a fin de escaparse de las sutiles trampas que suele montarle a los procesos revolucionarios que exploran otros caminos, obviando una verdad incuestionable (sólo refutada por el reformismo): la existencia de la lucha de clases. Por ello mismo, el compromiso con el socialismo bolivariano no debe limitarse nada más que al apoyo retórico al proceso bolivariano, impidiendo su temprana fosilización, sino que debe acrecentarse cualitativamente con la práctica diaria de los valores que lo sustentan, encaminada -primordialmente- al logro de una emancipación integral de los seres humanos, lo cual fue siempre el motivo desencadenante de todos los procesos revolucionarios en la historia del mundo.-


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Homar Garcés


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