A lo largo y ancho de Venezuela tanto como en el exterior, se estudia, se critica e incluso se demoniza la planificada reforma constitucional.
El artículo 115, que trata de las relaciones de propiedad, parece ser la manzana de la discordia capitalista, contra la cual se dirigen una gran parte de las observaciones. Esto ocurre, porque en dicho artículo se definen las bases materiales económicas del socialismo bolivariano, y con ellas la futura superestructura ideológica, al igual que los venideros reglamentos políticos. Este artículo también es la razón, por la cual el emergente Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), comenzando desde cero, no puede adoptar una cosmovisión marxista moderna y radical. Para lograr esto, hacen falta en primer lugar profundas luchas de clase en el ámbito práxico y teórico, que a su vez generan una avalancha de reformas constitucionales más radicales.
Según la reforma propuesta para el artículo 115 de la vigente Constitución venezolana, se garantizarán diversas formas de propiedad de los medios de producción, como la privada, la social, la colectiva, la estatal y la mixta, así como también la compra y venta de bienes en el mercado. Desafortunadamente, en este artículo no se hace una diferenciación científica y bien definida entre lo que es ‘propiedad’, ‘propiedad privada de los medios de producción’ y ‘simples mercancías y bienes en el mercado laboral y mundial’, los últimos incluyendo también las fuerzas físicas de trabajo alienadas de los trabajadores venezolanos. (Véase: http://archivos.minci.gob.ve/doc/
reformaconstitucionalfinal.doc)
Para poder entender este problema, la cosmovisión marxista político-económica moderna ciertamente nos puede ayudar.
Ahora, respetando todas las demás opiniones, resaltando nuestro dilema revolucionario de carácter teórico, desde un punto de vista científico y filosófico, es decir, desde una perspectiva marxista, ¿cuál es la base material de la ideología reinante en este momento en Venezuela, y en otras partes del mundo? ¿Por qué la propiedad privada de los medios de producción, como la que genera el trabajo de esclavos asalariados modernos, también controla la producción intelectual y así perpetúa la ideología capitalista dominante en Venezuela, América Latina y el Caribe?
Veamos lo que nos enseña la historia y el marxismo al respecto, y si este último, con sus pronósticos y predicciones tendenciales, vale hoy para nosotros.
Desde la victoria de la Revolución Francesa capitalista, fue la burguesía reinante, que a nivel nacional e internacional ha tomado las riendas del control de la producción ideológica global, quitándosela al clero y la nobleza feudal, clases sociales que se habían vuelto obsoletas y decadentes. Los medios de comunicación de masas metropolitanos dominantes de Occidente, como los imperios mediáticos de la desinformación de Time Warner y Murdoch, por ejemplo, poseen prácticamente el monopolio de las noticias y sus think tanks son expertos en censurar y falsificar noticias sobre Venezuela y otros países clasificados como ‘eje del mal’ en el planeta. En todas partes, las escuelas, universidades y la Iglesia se suman a esta cruzada de exorcismo y difamación contra líderes políticos como Fidel Castro o Hugo Chávez Frías, quienes defienden la causa de los explotados por lo menos hasta donde pueden.
Las campañas de difamación no son nada nuevo o sorprendente ya que han sucedido una y otra vez a lo largo de la historia por ejemplo contra Sukarno, Ho Chi Minh, Patrice Lumumba, Kwame Nkrumah, Salvador Allende y muchos más, y por supuesto contra la 'fuente de todos los males', contra el mismo Carlos Marx. De hecho, la difamación ha sido una constante contra todos los verdaderos socialistas, humanistas, marxistas y comunistas. Sin embargo hoy, en este presente orweliano, el odio de la clase dominante se dirige con una violencia sin precedentes contra todos los que todavía resisten contra este sistema y quienes han sido declarados ‘terroristas internacionales’ a los que espera el 'humanismo militar' de Washington para 'pacificarlos'.
La historia nos enseña, que mientras la burguesía europea era joven, todavía algo débil, pero revolucionaria y relativamente estable, su ideología dominante influyó en todas las clases sociales, inclusive la trabajadora. De esta manera, los ideales de la Revolución Francesa capitalista se universalizaron e influyeron también en nuestros libertadores. Estos vestigios ideológicos sobreviven hasta el día de hoy en todas partes del mundo y en nuestra propia Venezuela, como ‘verdades absolutas’ obsoletas y osificadas, especialmente en las mentes de la ‘oposición’ dentro y fuera de nuestra Revolución Bolivariana.
Durante el siglo XIX, en la primera fase de su lucha, los trabajadores y sus líderes todavía no habían entendido la verdad sobre la democracia, la revolución, la libertad, igualdad, fraternidad y justicia burguesas. No entendieron que la burguesía disfrazó sus intereses particulares de clase como 'causa de toda la humanidad'. No entendieron que cuando la burguesía hablaba y habla de libertad, fraternidad e igualdad está hablando de la libertad de explotar a las fuerzas de trabajo, la fraternidad entre miembros de una clase dominante y la igualdad de poder repartirse el mundo. No entendieron, que democracia y revolución son democracia y revolución burguesas, de por y para la burguesía. Y así es como muchos de nosotros seguimos confundidos ideológicamente hasta el día de hoy por cuanto defendemos una causa que no es nuestra, sino la de la clase dominante, la causa de la burguesía global. La ideología, el concepto ideología, denomina precisamente esto: confusión. Defender los intereses del adversario de clase y creer al mismo tiempo que se están defendiendo los propios interéses. Nada más útil para los explotadores y opresores. Nada más grato para ellos ver cómo estamos defendiendo su propiedad privada de los medios de producción, escondiéndola detrás de múltiples formas de propiedad, cuyo fruto de trabajo, salvo algunas migajas, no es ni será de los verdaderos productores, esto es, de los trabajadores venezolanos.
Esto es lo que se debe repensar, discutir y corregir con carácter de urgencia en el anteproyecto de la Reforma Constitucional.
Como sabemos, durante el siglo XX fueron las grandes corporaciones internacionales que poseían la propiedad privada de los principales medios de la producción material a nivel global y que también comenzaron a controlar progresivamente las fuerzas de producción intelectual de la sociedad, es decir, la propiedad intelectual. Con algunas excepciones, las universidades y otras instituciones de la educación mayor, se convirtieron en una especie de fábricas de producción intelectual, pero también de la conspiración, del sabotaje y del control mental. Tal como lo hace la clase dominante, que conoce el peligro de un pueblo ilustrado e instruido y que por ende y como sugirió Hitler, controla ideológicamente su educación, nosotros tenemos que estar claros, que el antídoto contra la ideología es la teoría con contenido de conciencia de clase. Aprendamos pues de Marx y Engels.
Hace mucho tiempo ya, cuando en 1845 Marx y Engels explicaron la esencia del actual control mental, de las ideas dominantes, de la religión y de la ideología en general:
“Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o, dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante. La clase que tiene a su disposición los medios para la producción material dispone con ello, al mismo tiempo, de los medios para la producción espiritual, lo que hace que se le sometan, al propio tiempo, por término medio, las ideas de quienes carecen de los medios necesarios para producir espiritualmente.”
(Véase: http://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/feuerbach/3.htm, nuestro énfasis.)
Las ideas dominantes que hemos heredado hace casi nueve años atrás, de la historia colonial y de la era ‘puntofijista’, siguen haciendo estragos con nuestras mentes y con nuestros actos. Todavía no hemos agarrado radicalmente, es decir, por sus raíces transhistóricas, el carácter explotador y racista de la ideología dominante. En Venezuela, la ideología burguesa sigue escondiendo y perpetuando las relaciones de clase de carácter explotador,esto es, la posesión privada de los medios de producción y así las relaciones amo-esclavo. Todos los verdaderos bolivarianos hacen todo lo posible para actuar como parteras, como comadronas de lo nuevo y de lo original, pero muchas veces son los procesos globales de anti-naturalización y anti-socialización que nos hacen descarrilar.
Si seguimos con la producción capitalista en Venezuela y en el mundo, sólo aceleremos los procesos capitalistas de la explotación, dominación y discriminación, además de incrementar el peligro de la violencia militar y profundizar la alienación humana. El actual nivel de destrucción de la naturaleza y de la sociedad nos está alejando años luz de la realización de un 'socialismo del siglo XXI'. Nadie duda que todavía Venezuela sigue siendo un país predominantemente capitalista y que por ahora, la Revolución Bolivariana no ha sido capaz de erradicar la ideología capitalista de una vez por todas. Claro, esto no fue su tarea principal desde un principio ya que tenía que defenderse de los ataques internos y externos que continúan hasta estos momentos. Tampoco cabe ninguna duda de que hemos avanzado notablemente en muchos ámbitos de la Revolución Bolivariana; sin embargo, ¡falta mucho por hacer, tan poco está hecho!
En cuanto al adoctrinamiento cultural y de la superestructura por parte de la clase dominante, Marx y Engels explicaron:
“Las ideas dominantes no son otra cosa que la expresión ideal de las relaciones materiales dominantes, las mismas relaciones materiales dominantes concebidas como ideas; por tanto, las relaciones que hacen de una determinada clase la clase dominante, o sea, las ideas de su dominación.” (ibid.)
El socialismo nos enseña que quienes definitivamente tienen una conciencia de clase, los que piensan y actúan dentro de la sociedad oficial, es decir, los que sí defienden sus intereses de clase y sus derechos de propiedad, son precisamente los miembros de las clases dominantes y aquellos de la clase media, que no dejan de soñar con su cajita de whisky importado. Nuestro pasado inmediato puede verificar esta verdad con un sinnúmero de ejemplos. Si seguimos atrapados en la ideología burguesa, si seguimos ciegos a nivel teórico, no podremos enfrentar la conciencia de clase dominante.Negar la existencia de la lucha de clases moderna en Venezuela, sería simplemente suicidio histórico.
En el pasado, los Cisneros, Mendozas y Capriles, junto a sus perros guardianes, gobernaron y parcialmente siguen gobernando a Venezuela entera como su propiedad privada, es decir, la dirigen “como clase y determinan todo el ámbito” de nuestra época (Marx). Así que, es sólo la clase trabajadora, el proletariado venezolano y todos los esclavos asalariados en su conjunto que pueden liberarse de los cadenas de su clase tomando conciencia de clase.
En consecuencia, una vez pisado el terreno de la conciencia de clase y cuando ya no sea necesario defenderse contra los constantes ataques ideológicos del imperialismo internacional, ya no será necesario ocultar al socialismo detrás de Jesucristo y el Sermón de la Montaña sino podrá presentarse simplemente como lo que es: la negación del capitalismo moderno, globalizado.
Aquellos que poseen propiedad privada de los medios de producción también explotan a los trabajadores “como pensadores, como productores de ideas, que regulan la producción y distribución de las ideas de su tiempo.” (ibid.)
Por esas razones transhistóricas, hace falta una revolución cultural radical en Venezuela. Sin embargo, mientras exista la propiedad privada de los principales medios de producción, en el siglo XXI esta revolución cultural y 'sobreestructural' será una tarea dificilísima por no decir imposible de lograr.
Dentro de este contexto queda claro qué es la colaboración entre clases, qué es la alianza entre trabajo y capital, los acuerdos secretos entre ‘caballeros’ escondidos de las masas trabajadoras, es decir, qué es, en realidad, la separación político-reformista de los poderes:
“… en un país en que se disputan el poder la corona, la aristocracia y la burguesía, en que, por tanto, se halla dividida la dominación, se impone como idea dominante la doctrina de la división de poderes, proclamada ahora como ‘ley eterna’.” (ibid.)
Además, en cuanto al pensar en términos burgueses se refiere, en Europa occidental y especialmente hasta 1848, mucho más tarde en otras regiones, el proletariado como ‘clase en sí’ siguió utilizando objetivamente la terminología y los ideales burgueses, por ejemplo y como hemos indicado arriba, libertad, igualdad y fraternidad. Pero en la medida que se intensificaron las luchas de clase a escala global, especialmente durante el siglo XX y particularmente en el sur colonial y neocolonial, la dominación burguesa se volvió inestable y temblorosa, y como resultado, dentro del marco de la ley dialéctica del desarrollo igual, desigual y combinado, el proletariado mundial explotado intentó de adquirir una conciencia de clase, es decir, de convertirse en una ‘clase para sí’. El planeta se inundó de muchas revoluciones sociales a lo largo del siglo XX, pero estas no fueron capaces de erradicar el capitalismo feroz y desenfrenado del libro de la producción global y de la historia mundial.
Sin embargo, en este momento, con la ayuda del marxismo y vice versa, la Revolución Bolivariana tiene mucho que contribuir hacia el nacimiento de un sujeto revolucionario proletario global, un proletariado mundial con una conciencia de clase. Para muchos, esto suena añejo, una idea absurda y obsoleta.
Pero el mismo capitalismo, cuya edad mientras tanto ya puede competir con la de Matusalén, nació hace 3000 años en la Grecia Antigua. ¿Esto no es senil y absurdo?
¿Personas como Plato o dioses como Jesucristo, quienes nacieron hace milenios atrás, no son obsoletos? ¿No son comparativamene jóvenes y frescos Carlos Marx y Federico Engels quienes vivieron hace apenas un siglo atrás?
Así que, como siempre lo enfatiza el presidente Chávez: ¡No hay alternativa, tenemos que ser victoriosos! ¡Prohibido es fallar! Para que no fallemos, ¡no excluyamos aportes valiosísimos como los de Marx y Engels!
Hoy, en el siglo XXI, también en Venezuela, gracias a la Revolución Bolivariana, los trabajadores se vuelven cada vez más conscientes de sus intereses de clase y de su propia misión histórica creativa. Esto se puede ver entre otras manifestaciones, en los artículos de opinión de Aporrea y también en los análisis y comentarios de Vheadline y Venezuelanalysis, donde está ocurriendo el tan urgente debate revolucionario teórico subjetivo. Este es un reflejo directo de la luchas de clases objetiva aquí y en el exterior, en realidad, esto es una controversia sana, contradictoria y dialéctica entre la ideología burguesa y la conciencia de clase trabajadora. Ciertamente, esta afectará los altos escalones políticos de la sociedad venezolana; internacionalmente ya tiene efectos revolucionarios de largo alcance. En la actualidad, esto se expresa en la necesidad de negar la ideología capitalista con una teoría auténticamente revolucionaria.
Finalmente, en cuanto a la erradicación de la ‘ideología’ y el desarrollo de una práxis y teoría socialista, Marx y Engels nos recuerdan que:
“Toda esta apariencia de que la dominación de una determinada clase no es más que la dominación de ciertas ideas, se esfuma, naturalmente, de por sí, tan pronto como la dominación de clases en general deja de ser la forma de organización de la sociedad; tan pronto como, por consiguiente, ya no es necesario presentar un interés particular como general o hacer ver que es ‘lo general’, lo dominante.” (ibid., nuestro énfasis)
En palabras de George Orwell: En un mundo de vanidad, engaño y mentiras universales, decir la verdad es práxis revolucionaria. O como nos enseña el mismo marxismo: Cuando las ideas revolucionarias pasan de un cerebro a otro, esto ya es práxis emancipatoria.
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