Puede ser muy noble el hecho de no decirles la verdad a las masas con la excusa ante el temor de una estampida humana de pánico y desesperación, sin embargo, no informar (o mejor dicho desinformar) al mundo entero, o sea, a millones de trabajadores asalariados sobre el actual estado de cosas del imperialismo corporativo, sobre las masacres y los desastres hechos por el HOMBRE ... esto equivale a un crimen.
De hecho, la crema de la crema de la clase dominante lleva una larga tradición de muchos siglos de no decirles la verdad a los 'condenados de la tierra', los 'miserables' y los marginados, es decir, a la clase dominada. Por lo tanto es lógico que durante este proceso histórico, siendo a la vez parte del mismo, estas "herramientas que hablan" saben nada o muy poco acerca de su quo vadis mortal, sobre su futuro, es decir, sobre su pauperización progresiva y su eventual exterminio en un modo de destrucción basado en relaciones de tipo amo-esclavo.
¿Realmente hace falta un desastre de la magnitud de Fukushima - que con alta probabilidad borrará a Japón del mapa metropolitano - antes de que salgamos a las calles para protestar contra el capitalismo y su mafia del loby atómico?
La clase dominante, léase la élite mundial, el Herrenvolk o la raza superior, tiene un montón de cosas que esconder al público, por lo tanto, su talón de Aquiles es la VERDAD. No hay nada que el capital teme más que la verdad. Esto es la razón de por que tenemos que buscar la famosa aguja en el pajar para saber algo acerca de lo ocurrido en Chernobyl, Three Mile Island o Fukushima. Porque podríamos descubrir, que aquellos que menos saben sobre el peligro inminente, son precisamente los que viven justo al borde de una existencia radiactiva. Es como si estuvieran sentados al pie del faro y no tuviesen la distancia suficiente como para ver los peligrosos tsunamis radiactivos que se acercan con cada segundo que pasa.
Aunque esto parezca una 'verdad evangélica' o una 'revelación', una conspiración de los Illuminati o incluso 'magia negra', no es así, por el contrario, estas verdades nefastas nos están mirando en la cara a toda la humanidad y a plena luz del día.
Esta vez estamos afectados todo el mundo, tanto el hemisferio norte como el hemisferio sur, el globo terráqueo entero. El que siembra viento radiactivo cosechará mortales tormentas cancerígenas.
* En nuestra Madre Tierra existen cientos de viejos reactores atómicos y ténganlo por seguro que algunos de ellos presentan considerables fugas de radiactividad y por ende son los próximos candidatos para otros desastres, sólo que esto pasa desapercibido por el público, bajo la sombra de eventos tan espectaculares como los de Chernobyl, Three Mile Island y ahora Fukushima, que ya no se dejan esconder ante el mundo. Para colmo hay muchas plantas nucleares más, previstas para ser construidas.
Casi nadie sabe que hasta el día de hoy ciertas areas y sobre todo la atmósfera de la Tierra esta plagada de polvillo radiactivo procedente de
* dos potentes explosiones atómicas realizadas en los años 60 con propósitos de pruebas, a grandes alturas de la Tierra, causando la expansión del 'Cinturón de Van Allen';
* las primeras dos bombas atómicas lanzadas por los EE.UU. sobre Hiroshima y Nagasaki;
* numerosas pruebas atómicas por parte de los Estados Unidos, Francia, Sudáfrica, China y la Ex-Unión Soviética realizadas en el aire, en los desiertos y los océanos;
* la radiactividad liberada y los desechos radiactivos productos de la minería de uranio;
* la contaminación radiactiva de tierras, agua potable y aire en aquellos países donde se emplearon armas con uranio empobrecido durante la guerra;
Toda esta radiactividad está cerniendo sobre nosotros como la espada de Damócles, podría ser una posible razón para el aumento del cáncer en todo el planeta durante las últimas décadas y ciertamente desencadenará una tragedia para la vida en el planeta.
No existe "limpieza" en absoluto de toda esta contaminación radiactiva, nada más tomando en cuenta la vida media de los elementos radiactivos involucrados, a lo que se sumaría la enorme contaminación ambiental causada por los cientos de 'accidentes' petroleros en todo el planeta ocurridos en los últimos años, todo esto impuesto sobre nosotros en nombre de la plusvalía y las astronómicas ganancias por parte del complejo industrial-militar. La radiactividad será el silencioso asesino invisible, que nos sobrevivirá a todos.
Medida por las incalculables dimensiones de destrucción de nuestro planeta azul, la conclusión sólo puede ser una: la clase dominante tiene serios trastornos suicidas y al parecer está decidida a extinguir la vida en la Tierra a toda costa. La producción inescrupulosa de radioactividad, de radiaciones atómicas, por parte de las principales potencias metropolitanas es uno de los crímenes más atroces contra la naturaleza y la sociedad, contra la vida en general.¿Para qué buscamos vida en otros planetas, cuando destruimos la vida en nuestro propio planeta, desde Kosovo, Bosnia-Herzegovina, Irak, Gaza y Libia, a Chernobyl y Fukushima? Además,¿para qué se desarrollan las "Ciencias de la Vida", que más bien parecen la Ciencia y la Tecnología de la Muerte, las plantas nucleares incluidas?
Recordemos que en Japón - al igual que en cualquier economía capitalista floreciente en este mundo - los empresarios solían saludarse con un orgulloso:¿Cómo están los negocios? Este es el verdadero contexto global de la catástrofe de Fukushima. Los negocios por delante y encima de todo, no importa las consecuencias. Claro, los que más sufren las consecuencias de este dictamen corporativo son - como siempre - los pobres, los trabajadores humildes, de los cuales algunos incluso sacrifican sus vidas para salvar a los demás y a lo que todavía es humano, humanitario y humanista, ayer en Chernobyl y hoy en Fukushima. Por otro lado, muchos de ellos no saben ni sabrán nunca para qué estaban trabajando y viviendo y por qué estarán muriendo lentamente de cáncer en los próximos anos. Este desastre es una triste tragedia para toda la humanidad y la vida en la Tierra.
Sin embargo y como si esto todavía no fuera suficiente, el peligro de la desaparición de la especie humana no sólo está acechando en forma de radiaciones letales. Recordemos que la vida en el planeta se ha visto al borde de la extinción ya varias veces en el pasado lejano.
En la prehistoria hemos tenido algunos grandes cataclismos naturales durante los últimos millones de años; se sabe que una de esas catástrofes había destruido casi el 95% de la vida terrestre. Lo que no sabemos es, si allí realmente sobrevivieron los más aptos, como lo afirma la Teoría de la Evolución de Charles Darwin; no sabemos si se salvaron sólo los 'hijos de Dios' (blancos, por supuesto) o si fueron los 'hijos pecadores de Ham' (los negros), los que escaparon de los 'tsunamis' de entonces; lo único que es cierto es, que el siguiente gran cataclismo ya no será natural sino hecho por el HOMBRE.
Entonces,¿qué estamos esperando?¿Por qué no evitamos que suceda?
¿Vamos a seguir promoviendo el envenenamiento radiactivo de nuestro planeta?¿Vamos a seguir promoviendo la ruptura de los fondos marinos de nuestros océanos por la perforación en aguas profundas?¿Vamos a dejar que las corporaciones siguen teniendo la batuta como será el caso a partir del próximo verano, cuando la BP reanudará las perforaciones en el Golfo de México?¿Vamos a permitir además que volquen masivamente sus venenos en nuestros océanos después de que han cometido esos graves errores?¿Vamos a esperar hasta que las corporaciones han arruinado nuestra tierra, el aire, el cielo, los océanos, la vida?¿Quién habla del Golfo de México hoy?¿Quién habla del Delta del Níger hoy?
¿No es tiempo de parar ahora mismo la contaminación planetaria del mar, la tierra y el aire; la destrucción de la capa de ozono, la destrucción de lo que queda de nuestra salud a causa de vacunas ominosas, la fumigación de productos químicos en el aire que respiramos; la amenaza a la vida por los arsenales de armas de destrucción masiva, armas de uranio empobrecido, bombas de fósforo blanco, ni hablar de las armas geofísicas? Sólo entonces, podríamos decir: ¡Okaerinasai - bienvenida de nuevo - vida!
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