Tremenda responsabilidad que tiene hoy en día el revolucionario auténtico.
Aquél que cree en el cambio de estructura orientado por el bien común y el amor al prójimo. Ese revolucionario poseedor de la conciencia social, desprendido del bien material, recubierto de principios morales, promotor de las virtudes humanas y entregado a la consecución de las metas de la revolución, se encuentra ante dos grandes frentes de lucha. Por un lado, se confronta con la oposición la que a su vez presenta dos escenarios. El primero es el escenario del terror, que lo engendra el sector de la cúpula y el segmento de los fanáticos de la derecha reaccionaria. Este escenario tiene varias fases: (i) guarimba, (ii) derechos humanos, (iii) paramilitarismo, e (iv) intervención directa. La meta del escenario del terror es salir del gobierno del Presidente Chávez y aniquilar al Proceso Revolucionario haciendo uso de la violencia. Por supuesto que su intención está respaldada por la CIA y los sectores del 'halconismo' del gobierno de EE.UU.
Demanda del segmento de decepcionados que si bien no quiere al gobierno de Chávez, tampoco apoya al escenario del terror de la violencia. El segmento de los decepcionados, conglomerado de clase media profesional y técnica, es potencialmente captable para el Proceso siempre que se le convenza de las bondades materiales y espirituales de lo que busca la Revolución.
Este es el primer frente de lucha en el que se encuentra el revolucionario auténtico. Pero, definida sus cualidades generales de ser revolucionario, su nivel de conciencia lo lleva también a confrontarse con un segundo frente.
Me refiero al frente interno. Frente de tanta envergadura como el de la oposición. El frente de lucha interno presenta también dos escenarios. El primer escenario es el de la cohorte generacional de la transición. Conjunto de hombres y mujeres que les ha correspondido el privilegio de ser ductores del Proceso en la etapa primaria de la Revolución. Esta cohorte no es cien por ciento revolucionaria. Muestra de ello son los emblemas de la contrarrevolución: en primer lugar, del 11-A emergió Miquilena y la corriente que aún está viva dentro del Proceso, como lo es el miquilenismo (boinas rojas que al caerle agua se convierte en blanca); y, recientemente, el nuevo símbolo personificado en Milos Alcalay. Prototipos de lo que debe depurarse del Proceso. Ambos significan la vigencia de la cuarta república: (i) usufructo del poder, (ii) corrupción --germen aniquilador de todo acto revolucionario--, (iii) clientelismo, (iv) cúpulas de mando, (v) decisiones sin consulta al pueblo, (vi) ausencia de ideología revolucionaria, (vii) valores políticos reformistas contrarrevolucionarios. Esta cohorte generacional tiene que entender que ya cumplió su tarea histórica. De continuar su gestión, de acuerdo a lo que hasta ahora ha sido su práctica reformista, es perpetuar la transición, negarle espacios al avance del Proceso y darle vigencia a la democracia representativa en perjuicio de la revolución bolivariana. Se requiere enmienda y acto de contricción, por parte de quienes no se consideren dentro de esta categoría, para que sean reconocidos por el pueblo como auténticos revolucionarios. A mi juicio, esta es la realidad que le permite expresar al Presidente dos de sus más significativos mensajes de desahogo existencial: el primero, 'hay que hacer la revolución dentro de la revolución' y, el segundo, más doloroso que el primero, 'me siento solo'.
El otro escenario dentro de este frente interno de lucha es el de la cohorte generacional de relevo. Hombres y mujeres de diferentes edades, identificados ideológicamente, que vienen asumiendo la concepción exacta de la búsqueda revolucionaria. Su conciencia les permite diferenciar lo que es reforma de revolución; y así, pueden identificar con precisión a la corriente miquilenista, ---aún con mucho poder-- y ubicar sin lugar a dudas a la cantidad de Milos Alacay que todavía están disfrutando del poder que le pertenece al pueblo.
Ante estos dos frentes de lucha en que se encuentra el auténtico revolucionario lo que le queda es perseverar en su lucha por los ideales revolucionarios. Milos Alcalay constituye la prolongación del miquilenismo y de la actitud usufructuaria del poder, meta de los arribistas con boinas rojas. A los auténticos revolucionarios nada los puede sorprender. Por eso mantener la constancia en levantar a una nueva cohorte generacional, que sustituya a la actual que dirige la etapa de transición del Proceso, es una de las metas a lograr. Quienes luchan por los ideales revolucionarios, quienes quieren al Presidente Chávez, quienes están en el Proceso por convicción, la realidad amarga de los reformistas dentro del proceso les debe "resbalar". Corazón de hierro y alma de acero ante tanta bajeza pasional. Dignidad y voluntad inquebrantable son las virtudes a cosechar. No hay otra vía. Tiempo, perseverancia y claridad ideológica son los elementos que requiere el luchador de hoy para pasar a la próxima etapa de la Revolución.
No hay espacio para sentarse a llorar por la frustración que genera la vigencia y el poder de los miquilenistas y los Milos Alcalay. Los auténticos revolucionarios tienen que seguir la confrontación en los dos frentes. La justicia del universo está de su lado. Cuando se lucha por causas humanas inspiradas en el bien común, la buena voluntad y el amor al prójimo nunca se
pierde. La victoria tarda pero en su momento exacto llega.
¡ TODO EL PODER PARA EL PUEBLO ORGANIZADO !
¿EN TIEMPOS DE PAZ NOS PREPARAMOS PARA LA GUERRA....?