Nos encontramos muy cerca de un nuevo proceso electoral en Venezuela, en la cual la” precampaña” presenta algunas características muy particulares que nos determina de una u otra manera el ambiente político que estamos atravesando, es decir, los actores políticos se mueven en un escenario enrarecido, de desconfianza mutua, de cambios de apoyo, brincos de talanqueras, etc., que prácticamente lo hace uno recordar que la política y su accionar es “el arte de lo posible”.
Toda ésta dinámica de la política domestica lo que ha hecho es que se muestre a la superficie y a los ojos del “ciudadano de a pie” algunas paradojas o aparentes contradicciones en la conducta de aquellos que se autodenominan “dirigentes políticos” y que se destacan de la manera siguiente: en primer lugar, la llamada alianza patriótica tiene muchísima dificultades para seleccionar candidatos unitarios, sobretodo en las alcaldías, en las que lamentablemente las discusiones giran alrededor de “personas” y no de “ideas” en la que cada día se ve más difícil que se concrete “la alianza perfecta”.
En segundo lugar, en el campo de la oposición, se están viviendo situaciones dramáticas: ambiciones personales, generales sin tropas, desunión, se privilegia el nombre y no aparecen los proyectos de gobiernos por ningún lado y el uso de las encuestas cómo método de escogencia.
En tercer lugar y se deriva de las dos anteriores y que es verdaderamente preocupante, es que estemos en presencia de una posible campaña electoral en donde se van a derrochar cantidades inimaginable de dinero en resaltar lo siguiente: “yo soy el candidato del chavismo”, “yo soy el candidato del antichavismo”, si eso es así, estaremos en presencia de unas elecciones en donde las ideas, proyectos y planes pasaran a un segundo plano y pensar que el 23 de noviembre del presente año y sus resultados son claves para el futuro de la nación.
*MSC.
oscarbravog@hotamail.com