Hace algunos días escuche a alguien que decía que estar enamorado es como ser esclavo, no solo del objeto de amor, sino del sentimiento que te envuelve dominando hasta el más intimo de tus pensamientos.
Yo he vivido casi toda mi vida enamorada, pero nunca me he sentido esclava. Escucho la palabra esclavitud y me da pavor, pero cuando veo la entrega absoluta de muchos revolucionaros comprometidos con lo cuales he tenido el placer de trabajar, que ponen sus servicios a causa de la libertad, tanto individual como colectiva, su amor a la humanidad, puedo entender que ese tipo de esclavitud si vale la pena.
La revolución bolivariana es definitivamente un proceso de amor, donde se está construyendo un proyecto de estado netamente humano, cuyo centro es el hombre y la mujer en constante transformación, con lógicas de nuevos valores solidarios, con plena conciencia socialista orientada hacia el bien común.
Se pretende que estos hombres y mujeres socialistas sean personas tremendamente comprometidas con la justicia, sensibles ante las necesidades de los otros, capaces de trasformar su realidad al tiempo que alimentan su esencia como seres humanos, basados en el respeto a la diferencia, reconociendo la diversidad de las culturas, tolerantes.
El proyecto socialista plantea una nueva manera de mirar y vivir en el mundo, donde el principio ya no es la escasez, como lo plantea el modelo capitalista, sino la abundancia bien distribuida, de manera equitativa, con pertinencia ecológica.
El socialismo no da cabida a la pobreza, ni material, ni espiritual, siempre y cuando se trabaje en función de lo colectivo, por ello el énfasis es en que la distribución de los recursos sea de manera equitativa, con el fin de que todos los seres humanos podamos vivir con dignidad.
En este sentido el socialismo del siglo XXI se presenta al servicio de la humanidad.
*Socióloga
kellypottella@yahoo.com