La ciudad de Caracas, amaneció de lluvia, el 24 de julio de 1793. El Guaraira Repano vestía sus ropaje vaporoso, más propio de fin de año que de a finales de Julio, en plena calor.
En la casa de San Jacinto, había caras de preocupación y alrededor del cuarto de Doña Concepción, se agrupaban familiares y doctores, quienes requerían información ansiosa de los acontecimientos que se llevaban a cabo dentro de la habitación. Doña Concepción, no se había sentido bien y este era su cuarto alumbramiento.
Pasado el medio día, salió el sol y empezaron a llegar a la solariega casa, gentes amigas, quienes querían saber sobre el nacimiento del hijo de Don Feliciano Bolívar y Ponte. Las negras Matea e Hipólita trajinaban con cántaros de agua caliente y otros insumos provenientes de la cocina. Los criados atendían con obsequios, tal vez carato de acupe y papelón con queso de telita, todas golosinas traídas de los hatos de los señores para los visitantes. El niño se hizo esperar hasta el anochecer del día 24 y cuando quiso, nació.
CARACAS COLONIAL, LIBERTADORA:
En ese momento Caracas contaba con unos 30 mil habitantes. La clase dominante, llamada “mantuanos” por la costumbre de sus mujeres de llevar mantos en sus cabezas cuando iban a misa, era la que gozaba de las mejores condiciones de vida, eran dueños de haciendas de cacao y otras extensas propiedades, heredadas por centurias. La mayoría de los pobladores de la ciudad vivían hacinados en los llamados barrios marginales, los cuales en aquella época a duras penas llegaban al norte por el cerro Guaraira Repano, por el oeste hasta Catia, por el este hasta Los Caobos y por el sur hasta La Vega. Esta localización era aproximada, pues por ejemplo La Cuadra Bolívar, en donde la familia tenía sus caballos, situada en la esquina de Bárcenas, cerca de Quinta Crespo, era considerada una casa de campo o descanso. Sus amplios recintos interiores para recibir las cabalgaduras, todo rodeado de un corredor con habitaciones altas y confortables, una cocina de tópias y carbón, sus techos de tejas forrados de caña brava barnizada, era el marco para el descanso y luego más tarde para reuniones políticas “muy calientes”.
BAUTIZAN AL NIÑO:
En la catedral de caracas el cura Doctor Juan Félix Jerez y Aristiguieta, esperaba a la entrada de la pila bautismal, la comitiva proveniente de la casa de San Jacinto, situada a pocos metros al este. A media mañana del 30 de julio llegaron los padrinos y en brazos de la negra Matea, el nuevo cristiano, quien hasta ese momento, se llamaba Pedro José Antonio Bolívar. Los tres hermanos del recién nacido, Maria Antonia, Juana y Juan Vicente, igualmente hacían compañía en tan importante acto.
El pomposo padrino y abuelo Don Feliciano Palacios y Sojo fue sermoneado sobre las obligaciones materiales y espirituales para con el párvulo. No extrañamos la ausencia de madrina, pues las mujeres no habían alcanzado tal gracia en esta sociedad cerrada, aunque secretamente eran quienes tenían el poder.
En el momento del agua bautismal, del óleo y crisma, Don Juan Félix Jerez, cambió el nombre del bautizado y lo llamó SIMON DE LA TRINIDAD BOLIVAR Y PALACIOS.
Preguntado por el padre sobre este cambio de última hora, el presbítero respondió: “No sé, sentí una especie de inspiración y creo que este niño será el “Simón Macabeo de las Américas”
BOLIVAR Y EL SOCIALISMO:
La educación de la época en un contenido privado y religioso, tendía hacia los valores egoístas individuales, la defensa sagrada de la propiedad privada a todo trance, el mantenimiento de la esclavitud como algo natural y necesario, la división de las clases sociales entre “gentes de altura” y “chusma” era defendida con pasión, todo relacionado con la llamada “limpieza de sangre”.
Por el contrario, el increíblemente audaz SIMON RODRIGUEZ, predicaba la llamada Educación Social, la formación de republicanos, para poder tener “Repúblicas Cooperativas”, con socios igualitarios. Esta fue la gran influencia que guió el pensamiento de Bolívar hasta el final de sus días. El “Manifiesto Comunista” fue publicado por Marx y Engels en 1848, es decir 18 años después de su prematura muerte a los 47 años.
Simon Rodríguez: “Las costumbres que forma una Educación Social producen una autoridad pública no una autoridad personal; una autoridad sostenida por la voluntad de todos, no la Voluntad de uno solo, convertida en Autoridad o de otro modo, la autoridad se forma en la educación porque educar es crear voluntades. Se desarrolla en las costumbres que son efectos necesarios de la educación y vuelve a la educación por la tendencia de los efectos a reproducir la autoridad. Es una circulación del espíritu de Unión entre socios, como lo es la de la sangre en el cuerpo de cada individuo asociado pero la circulación empieza por la vida” (OBRAS COMPLETAS DE SIMÓN RODRÍGUEZ, Tomo I, 1975, pág. 383)
Bolívar dijo: “ya no se puede mandar, sino por el amor del prójimo y con una profunda humildad”.
“...el gran poder existe en la fuerza irresistible del amor”. Todo su pensamiento estuvo indeclinablemente orientado a descansar en el PODER SOBERANO DEL PUEBLO y su carácter intransferible, inalienable e indeclinable.
Esta es la antorcha luminosa que guía la REVOLUCION BOLIVARIANA SOCIALISTA, encabezada por Hugo Chávez.