El proceso bolivariano y la fábrica de traidores

Coincidimos con Vladimir Villegas cuando escribe que “la reacción del Presidente frente a las dificultades en el proceso de unidad busca resolver por la vía de la presión lo que necesariamente tiene que ser el resultado de un debate. Si han surgido candidaturas distintas a las del PSUV y tienen fuerza y son encarnadas por hombres o mujeres que han apoyado el proceso de cambios, ello es indicativo de que algo está pasando, y de que la sola pertenencia al partido de Chávez no es garantía de victoria”. Ésta es una verdad, salvo para quienes están interesados en alcanzar los privilegios que se derivan del ejercicio del poder a la sombra de Hugo Chávez, así tengan que disimular y esconder sus verdaderos objetivos y convicciones políticas. Pero, lo más interesante del caso es que esto ocurra en momentos en que se supone el proyecto político bolivariano estaría ya consolidado, llevado de la mano de Chávez. Sin embargo, la negativa de muchos cuadros revolucionarios a engrosar automáticamente las filas del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y defienden su autonomía política, a pesar de compartir y apoyar al Presidente y su liderazgo nacional. Algunos de ellos han tenido que librar una fuerte batalla contra quienes los tildan de contrarrevolucionarios y traidores desde las aceras del PSUV, en una confrontación totalmente ajena al debate ideológico y basado en la seguridad del poder ejercido.

Esto ha puesto en el tapete la carencia casi absoluta de una mejor definición de lo que sería el socialismo del siglo XXI, así como las diversas circunstancias que han caracterizado este proceso revolucionario venezolano, donde converge una heterogeneidad de elementos que van desde los provenientes de la extrema izquierda hasta los más conservadores, incluyendo una gama importante de militares que han asumido la vida política, siguiendo a Chávez y su verbo ecléctico revolucionario, en el cual conviven aparentemente sin tropiezo Jesucristo, el Che Guevara, Marx, Gramsci, Lenin, Mao, Bolívar, Martí y otros próceres de la revolución mundial. Tal realidad hubiera degenerado en una agudización de las contradicciones internas de la sociedad venezolana, no obstante, tal suceso se mantiene en suspenso, confiándose más, quizás, en los recursos provenientes de la industria petrolera que en la necesidad histórica de trascender el antiguo régimen para hacer la revolución mediante un cambio verdadero de la conciencia popular. A pesar de los llamados reiterados de Chávez para que esto no sea así, la realidad sigue conspirando, algunas veces con apoyo inconsciente de él mismo. De ahí que muchos de sus antiguos compañeros hayan sido defenestrados públicamente por no compartir sus puntos de vista o la manera de imponer liderazgos endebles en algunas regiones del país que, sin su apoyo público, jamás se habrían encumbrado por sí solos. Algunos porque comprendieron que no era su propósito particular crear las condiciones para gestar una revolución socialista y otros porque perciben en ello un proyecto político personalista y nada revolucionario.

Ahora, cuando la oposición intenta recuperar espacios al participar en las elecciones regionales de este año, las divergencias internas del chavismo han aflorado, de una u otra forma, teniendo en los resultados del referéndum constitucional del 2 de diciembre de 2007 unos antecedentes que hacen anticipar una situación incómoda para la estabilidad y continuidad del gobierno de Chávez y los cambios que busca generar. Por ello, algunos ven en estas posiciones desacatos al liderazgo de Chávez, sin pretender mayores explicaciones. Sencillamente no se está con el proceso y se le hace el juego al imperialismo. Se ignora adrede que muchos de los nuevos revolucionarios fueron en el pasado furibundos representantes de los partidos políticos tradicionales y continúan dominados por los patrones anticomunistas que se les inculcó durante tanto tiempo, lo cual les hace entender el nuevo socialismo como un socialismo totalmente alejado de Marx y sus camaradas.

“No se puede estar fabricando traidores donde no los hay, -como bien lo afirma Villegas- ni convertir las diferencias electorales en ocasión para sacar a relucir viejas facturas que han debido ser procesadas en su momento. El menosprecio a los aliados, además de injusto, puede resultar contraproducente, hablando en términos fríamente electorales. La pelota es redonda, y a veces un Volkswagen es más útil que un portaaviones”. Ésa es una cuestión que debiera sopesar bien el Presidente Chávez, a menos que esté jugando al acabose total.-

mandingacaribe@yahoo.es


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Homar Garcés


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