Imprescindible tarea para una vanguardia socialista

Ante la crisis capitalista

Asistimos a uno de los momentos de crisis del sistema capitalista acaso más serio de su historia. La etapa “superior¿?” del imperialismo llevó al voraz capitalismo a asumir la osadía suicida del neoliberalismo. La doctrina de la “mano libre e invisible del mercado” ha generado el colapso que hoy vive el sistema. Los predadores –y el capitalismo es predador y salvaje por naturaleza- sin reglas ni normas que regulen su voracidad criminal le ha conducido a esta suerte de harakiri o autosuicidio (Carlos Andrés Pérez dixit). Sin embargo el sistema capitalista global continua siendo un formidable enemigo para la humanidad, le sobra poder e instintos criminales como para hacer muchísimo daño antes de desaparecer como la más letal pandemia de la historia humana.

Al movimiento revolucionario del Siglo XXI y particularmente a la Revolución Bolivariana vanguardia y epicentro de este renacimiento de la esperanza socialista le corresponde aprovechar con inteligencia el momento estratégico. Evidentemente si se asume esta “oportunidad” histórica con meras acciones destinadas a tender y reforzar el riel de la economía y no se tiene la capacidad de ofrecer a la locomotora socialista el riel de las ideas se estaría ante un descarrilamiento. Hasta el momento, y desde el instante en que se empezó esta andadura, el riel de la fortaleza ideológica ha sido el más débil rayando incluso en su dolorosa ausencia.

Sin la fortaleza que proporciona la conciencia revolucionaria socialista vanos serán todos los esfuerzos, el capitalismo hará gala de su poderosa capacidad mimética para irse reproduciendo en las mismas entrañas del movimiento socialista. No otra cosa ha sido el relativo fracaso de muchos de los emprendimientos revolucionarios (Cooperativas, Núcleos de Desarrollo Endógeno, Empresas de Producción Socialista o Concejos Comunales). Tal parece que muchos de estos intentos se quedaron en la satisfacción estéril de la mera designación del nombre sin cuidar y exigir la sustancia o la esencia de ellos. Igual puede decirse de la conformación de la urgentísima vanguardia socialista en ámbitos llamados a producirlas como los partidos de la revolución. La suerte de carnaval electoral que poco difiere de las socorridas prácticas de la democracia burguesa así lo evidencia.

Llegó pues el momento de las esencias. La conformación de una vanguardia capaz de hacer frente a las contingencias propias de la lucha es hoy una imprescindible urgencia. Toda conducta humana está mediatizada por el hecho natural y por el condicionamiento cultural. En principio el ser humano tiende a sentirse satisfecho si su conducta es semejante a la de los otros seres humanos en medio de los cuales vive. De este modo la aprobación o el rechazo social tienen una enorme importancia en la formación de una escala de valores. Baruch de Espinoza lo decía de esta manera: “La fuerza con que el hombre persevera en la existencia es limitada, y resulta infinitamente superada por la potencia de las causas exteriores” Estando inmersos en el corazón de una sociedad rabiosamente capitalista que contamina con su filosofía de la existencia a través de todos los poderosos medios de los que dispone (prensa, radio, televisión, vallas, educación formal y hasta la propia familia) es evidente que sólo el trabajo de apostolado radical, comprometido y coherente de una verdadera vanguardia revolucionaria puede hacer frente a esta avalancha de antivalores humanos.

Tiene el ser humano una vocación espiritual o interior que lo llama a la realización de actos que sepa intrínsecamente buenos, y padece, además, de una cierta paternidad sobre el efecto que sus conductas causan en los demás. Ese llamado a la búsqueda del bien ideal, más allá de la moda social imperante, esa capacidad del ser humano para comprometerse con una conducta coherente con su vocación interior es la CONCIENCIA DEL DEBER SOCIAL sin la cual jamás encontrará el hombre el camino al “paraíso perdido” y la Revolución naufragaría en medio de progresivos fracasos y desalientos.

De modo que, frente a todas las dudas que pudieran albergarse con sobrada razón acerca de la concreción de la utopía, dados lo niveles de amoralidad en que sumió a la humanidad la locura aberrante del capitalismo, ha de tenerse la seguridad de que existe en el ser humano, en su propia naturaleza, una contradicción lo suficientemente poderosa como para esperar que, debidamente estimulado y avisado por esa vanguardia revolucionaria llamada a hacerlo, desarrollará las fuerzas necesarias para sobreponerse al colapso moral capitalista y construir el mundo nuevo socialista.

Debe anidarse con firmeza la seguridad de que la presencia, aplastada a veces pero nunca vencida, en la naturaleza humana de una vocación de bien social tiene suficiente fuerza como para derrotar la inclinación al egoísmo que posee en su propia constitución. La vanguardia socialista está obligada, en medio de un constante combate que nadie niega y que muchas veces pierde, a ser ese motor dinámicamente ético capaz de contagiar –con doctrina y con ejemplo- los valores superiores del humanismo que están presentes en toda criatura humana. Nacemos sin estar hechos, y la moral socialista no es sino el estilo de vida al que tiende la vocación espiritual de todos los seres humanos, corresponde entonces a la vanguardia salir a los caminos, a los pueblos, a los barrios, como lo hicieron los apóstoles de Jesús, a llevar la buena nueva de un mundo de amor, de justicia y libertad. El socialismo es más, mucho más que una consigna. Patria y Socialismo…o muerte, no se tiene otra alternativa.

¡CONCIENCIA Y COHERENCIA RADICAL!
Nuestras primeras necesidades.
¡VENCEREMOS!

martinguedez@gmail.com


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Martín Guédez


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