Una de las acepciones del vocablo ideología la define como falsa conciencia, es decir, una conciencia que no le es propia al ser social del hombre. Como falsa conciencia entendemos que el pensamiento, los valores, las aptitudes, deseos, apetencias son extraños a su condición social, a sus raíces, orígenes, cultura y tradiciones. Esta falsa conciencia es un mecanismo de dominación a través del cual, las clases dominantes imponen su contenido valorativo y legitiman su poder con el traslado y posterior arraigamiento de una cultura prestada.
El Imperio Romano ejercía mecanismos de dominación ideológica con su política de Pan y Circo. Es decir, el poder imperial, impuesto por la vía de las armas, se legitimaba en las naciones dominadas a través del pan y el circo, estableciendo mecanismos de dependencia cultural con la posibilidad de participación del pueblo sólo como consumidor de espectáculos públicos y de las migajas que el imperio les ofrecía en banquetes que se hacían con las sobras de las comidas del Emperador. Estas bacanales eran reforzadas religiosamente al rendirles honores al Dios Momo, dios burlador cuya función era mofarse de los dioses y –en forma irónica- demostrarles sus errores. Por eso en el Carnaval, las personas muestran su verdadera personalidad.
La ética imperial romana estaba basada en una imposición valorativa fundamentada en el hedonismo, es decir, el placer desmedido, a fin de eliminar los vestigios de una identificación con las naciones dominadas por parte de los dominados. En esta ética el imperio diezmaba la economía de los países conquistados, pero permitía a los pobladores conquistados participar en fiestas, bacanales, es decir, un rito permanente al Dios Momo, un carnaval eterno que les hacía olvidar sus condiciones de dominado.
El carnaval en época del neoliberalismo constituye el mecanismo ideológico de idiotización del pueblo al convertirlo en consumidor e instalarle una ética improductiva, basada en el consumo de bebidas alcohólicas y por ende, la instalación en la conciencia colectiva del opio neoliberal de la perdida de la ciudadanía al consolidar nuevas formas de consumismo y derroche.
En el proceso revolucionario bolivariano unos de los valores que conforman la ética socialista lo constituye el trabajo creador a través de la conformación de ciudadanos consustanciados en el trabajo productivo y creativo; y a través del rescate de nuestras tradiciones, folclore y cultura popular. El carnaval es la antítesis de tales valores. El carnaval es la negación del trabajo y la anulación de nuestra cultura. El carnaval es la antítesis de la revolución.
Resulta paradójico, contradictorio y hasta sospechoso, que diversos Gobernadores, Alcaldes y concejales estén estimulando el carnaval en vez de promocionar o accionar hacia la construcción de ciudadanos consustanciados con la ética del trabajo, del rescate de nuestra tradiciones, folclor, la conformación de ciudadanos identificados con el ideario de Simón Bolívar y por ende, contrarios al consumismo neoliberal.
En caso del Municipio Palavecino pareciera que no existiesen necesidades reales a ser resueltos por parte del Gobierno Regional y la Alcaldía: no hay calles rotas, no hay escuelas deterioradas, no hay inseguridad, no hay desempleo, no hay escazes de agua, no hay congestionamiento vehicular, en fin, es un paraíso en el que la Alcaldía puede darse el lujo de derrochar, gastar, malversar 600 millones de Bs. F en fiestas, consumo de alcohol, consumo de energía eléctrica, gastos en equipos de sonidos, disfraces, etc. Es decir, la vieja práctica imperial (ahora sustentada por el Imperio Norteamericano) para legitimar la dominación cultural y mental de los ciudadanos palavecinences.
Definitivamente, pareciera que en el proceso revolucionario bolivariano, los valores socialistas como el trabajo, la moral, las luces, el recato ciudadano, la creatividad como forma de construir una república –sueño de Simón Rodríguez- constituyen eufemismos o anacronismos que chocan con los intereses personales y el basamentos político e ideológico de aquellos que conciben la revolución como un mero ejercicio de hedonismo y lucro personal.
La necesidad de formar una nueva ética socialista como base sólida para la defensa de la revolución bolivariana constituye la acción inmediata para la consolidación del proceso y el rescate de la orientación socialista de la revolución. La activación del Motor Moral y Luces debe ser la estrategia inmediata para la conformación de las acciones destinadas al rescate y formación de la ciudadanía revolucionaria.
Los defensores de la cuarta república, anquilosados en el proceso, han hecho lo posible para revertir el proceso. Nuestra misión como revolucionarios en descubrir y mostrar sus planes y desmantelar sus estrategias para continuar, a paso de vencedores, el proceso revolucionario bolivariano con la construcción del Socialismo del S. XXI.
Hasta la victoria siempre. Venceremos.