Hace apenas una semana recordábamos un acontecimiento histórico, con fuerza de hito revolucionario, protagonizado por el pueblo venezolano los últimos días de febrero y los primeros de marzo del año 1989. Desde aquella fecha y hasta nuestros días, ese mismo pueblo protagonista se ha encontrado reconocido por acontecimientos posteriores que parecieran decirle a viva voz: ¡vas bien! Las rebeliones militares de 1992, las expresiones de base en las decisiones comunitarias y laborales, desconociendo explícitamente aquellas organizaciones que hasta entonces se habían atribuido una supuesta representación popular, son algunas manifestaciones de la aludida voz.
Siempre se ha dicho, y nosotros lo sostenemos también, que la Revolución Bolivariana se hace gobierno de una manera inédita. Bajo los mecanismos y estructuras políticas de dominación burguesa, construidos o fortalecidos especialmente durante el período de La Cuarta República, conocido como de la democracia representativa o del puntofijismo, el pueblo elije para ser Presidente a quien se había perfilado claramente como líder al momento de la rebelión militar del 4 de febrero de 1992.
Desde 1999 se comienza a moldear un gobierno de nuevo tipo, a partir de la legitimación del pueblo soberano en Constituyente. En diez años se dan pasos agigantados, cambios profundos, acciones para saldar la inmensa deuda social, ataques verbales, desde el mismo gobierno, a la burocracia y a la corrupción. Exhorto a las y los gobernantes, en sus distintas instancias, para que transfieran de verdad verdad, el poder al pueblo.
El pueblo proletario quiere y empuja. Nuestro líder obedece y define estrategias a partir de la urgencia del pueblo por hacer cierta la necesaria ruptura con el dominio del capital. De todos modos, hacer la revolución y construir el socialismo es una tarea insustituible de la clase trabajadora, de los desposeídos, del pueblo pobre.
Si el pueblo no está y no se reconoce en su revolución, el Gobierno puede volver a ser un decorado para la conciliación de clases, al estilo de lo que se hacía en la Cuarta República y que algunos parecieran querer revivir ahora. Desde el Gobierno Revolucionario hace falta hoy dar un empuje real a la socialización de los medios de producción, a la organización y fortalecimiento político-ideológica del pueblo, en sus comunidades a través de los consejos comunales, en sus espacios productivos a través de los consejos de trabajadores y en los ámbitos de formación a través de los consejos estudiantiles.
Quienes hoy ocupan cargos temporales de gobierno, ya sea por elección popular o gracias a la debida designación por mandato Presidencial, les corresponde ejercer con la plena convicción y en todos sus actos, transfiriendo ese poder hacia quienes corresponde ejercerlo de manera directa: al pueblo organizado y dueño de sus medios de producción. Si esto no se evidencia con mayor claridad, desde ya y en los próximos años, el riesgo de que la revolución deje de ser gobierno y las posibilidades de que esta vía no consolide el socialismo puede ser el mayor de los peligros
Es la hora de revisar, de rectificar y de reimpulsar este proceso revolucionario. Ya no hay más tiempo. ¡Patria, socialismo o muerte! ¡Venceremos!
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