Eleazar Díaz Rangel, hizo mención a unos militantes del PSUV, que ante él se quejaron que sus batallones, para finales de octubre reciente, estaban diezmados. Por cosas como estas, que muchos, ojalá menos de lo que uno se imagina, experimentan, hemos retomado este tema.
Un mes antes de las elecciones del 23 de noviembre, escribimos lo esencial que está expuesto en este trabajo. El cual fue publicado con el título EL PSUV ¿ELECTORALISTA O REVOLUCIONARIO? Suponíamos en gran medida, los resultados, sobre todo en cuanto a la distribución de las gobernaciones y otros cargos electivos; con la ayuda de lo que anunciaban las encuestas y otros factores de no difícil lectura, fue posible llegar a aquellas elementales conclusiones.
Pero dijimos que:
“Esas circunstancias, que parecen preocuparles en exceso a algunos, se materializarán y dentro de ellas debe manejarse el proceso revolucionaria con la obligación de no detenerse. Como que es la propuesta de Chávez, de socialismo democrático, dentro de una perspectiva de profunda crisis del capitalismo, la que enfrentará a la de las clases dominantes que será de más explotación y autoritarismo, como ha avizorado Fidel Castro”.
“Entonces llegado a esta altura del discurso, es procedente afirmar que aquellas dificultades no se vencerán imaginándose escenarios hipotéticos no sustentables, sobre poniendo los deseos a las realidades ni pidiéndole “a la mano poderosa” que interceda a favor del chavismo”.
“De lo que se trata entonces es de entender que los revolucionarios están obligados ahora, en lo inmediato, a ganar las elecciones con el mayor margen posible, pero también, en paralelo, con la misma premura, construir las organizaciones de revolucionarios, empezando por el PSUV. Estas no deben, bajo ninguna circunstancia, dedicarse solamente a lo electoral y diluirse en las multitudes. O dicho de otra manera, hay que entender que lo electoral es una importante tarea coyuntural”.
“¿Cómo podríamos enfrentar el posible escenario de algunas gobernaciones, como ahora mismo, en manos de la oposición?
“¿Cómo evitar que los gobernadores no aliados al proceso de cambio lo secuestren en sus estados y con él a los Consejos Comunales?”
“¿De qué manera podemos enfrentar las malas políticas opositoras y evitar que los recursos se dilapiden y no se ponga empeño en hacer cumplir el cuerpo de leyes promulgadas para que la revolución avance, en aquellas entidades federales ganadas por la derecha?”
“¿Cuál es la forma para hacer que los programas, misiones, etc., implementadas desde el nivel central funcionen por encima de la indiferencia de alcaldes y gobernadores?”
“Es decir, ¿cómo vencer las dificultades que podrían surgir de los resultados electorales, que en todo caso serían las mismas de ahora?”
Llegado a este punto y ahora, cuando sabemos lo acontecido el 15F y
suponemos lo que podría acontecer a corto y mediano plazo, vale seguir recordando lo que dijimos en aquella oportunidad, como un esfuerzo modesto por contribuir al debate.
“La mejor forma no es pidiendo “peras al horno”, como dijese el sujeto aquel, sino construyendo un partido ágil, activo, con claridad de ideas, ordenado, planificador, que se inserte entre la gente, lidere los Consejos Comunales, les ponga a defender sus derechos y a empoderarse. En estas circunstancias, los gobernadores y alcaldes oposicionistas, tendrían dificultades para hacer de las suyas. Pero como la salsa, que es buena para el pavo también lo es para la pava, este proceder es valedero para hacer que los funcionarios “partidarios” de la revolución cumplan cabalmente con su deber”.
“Porque el partido está obligado a jugar su rol dirigente. No es el gobernador opositor o chavista, quien debe determinar el rumbo y ritmo de los acontecimientos, sino la mayoría del pueblo venezolano. Y para logar esto, el PSUV y demás organizaciones revolucionarias, deben actuar como tales. El partido pues no puede ser una patota irracional, descolectivizada que se mueve espasmódicamente, frente a coyunturas, según los dictados de los centros del poder administrativo constituido”.
Aquí nos gustaría insertar el comentario que también hizo Eleazar Díaz Rangel, un hombre de gran experiencia militante, acerca de cómo las misiones, misioneros y otras instancias, tuvieron que jugar primordial rol en las batallas electorales recientes. Lo hicieron bastante bien, tanto como hablan los resultados. Pero ellas no son un partido ni están estructuradas como tales, con la independencia y para los fines de aquel.
Siguiendo con lo escrito anteriormente:
“Es bueno hacer algunas revisiones y resolver interrogantes. ¿Quién debe liderar, el gobierno al partido o al revés? ¿Quién es el motor de este proceso, el pueblo o los gobernantes? ¿Cuál es rol de los partidos revolucionarios? ¿Será el de ganar elecciones, diluyéndose en la multitud, para luego desaparecer hasta un nuevo proceso electoral? ¿Mientras tanto cómo puede el pueblo impulsar su proceso, controlar a los gobernantes, sintetizar sus aspiraciones?”
Y agregamos entonces:
“Hay que cuidar que terminada la jornada electoral, las organizaciones de revolucionarios, entre ellas el PSUV, no queden desvencijadas y se pierda la coyuntura en tareas puramente electoralistas. Por eso, la dirigencia y las bases también, en mayor medida, deben espabilarse para que las tareas muy importantes para ganar las elecciones, no terminen por detener y hasta dejar en el olvido las relativas a la formación de partidos revolucionarios. En este caso, es bueno pensar en primer término en el PSUV, que acaba de nacer”.
“De modo que no se trata de imaginarse escenarios para animarse o que mortifiquen, sino que la tarea primordial, que no tiene por qué chocar con la electoral, es construir partidos revolucionarios que asuman las labores que les son inherentes”.
Para finalizar, a lo que antes escribimos, le queremos agregar este último comentario:
O de ser necesario, si se piensa que debemos sepultar al PSUV y sustituirle por otra iniciativa, es bueno que se plantee cuanto antes. Para luego es tarde. Pero debería discutirse con amplitud. No es buena esta agonía y uno suele confundirse.
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