¿Socialismo o Socialdemocracia? ¿Cuál es el rumbo de la revolución venezolana?

Desde que el Presidente Hugo Chávez se declarara partidario del socialismo en el Foro Social Mundial celebrado en Porto Alegre (Brasil), se desató un debate sobre el tema de su vigencia y factibilidad, aún inconcluso. Dada la ausencia de una sistematización y de una profundización que lo haga objeto de estudio, confrontación y, en consecuencia, tenga asideros en la realidad que viven nuestros pueblos, haciéndolo realizable en el tiempo, es pertinente observar lo que se ha hecho bajo los diferentes gobiernos que se proclaman, hasta ahora, socialistas y de izquierda para saber si realmente se trata de socialismo. Chávez, lo mismo que otros mandatarios de nuestra América, ha vencido el viejo prejuicio antiizquierdista (vale decir, anticomunista) inculcado entre la población y las Fuerzas Armadas por los grupos minoritarios y oligárquicos que rigieron esta amplia región hasta finales del siglo XX. Esta circunstancia abrió posibilidades para que se replanteara la construcción del socialismo como alternativa revolucionaria ante el capitalismo. Por doquier proliferaron las imágenes proscritas en el pasado del Che Guevara y Fidel Castro, entre otros luchadores revolucionarios, además de la literatura que hace referencia a esta teoría, lo cual hizo temer por sus privilegios a las clases adineradas, viéndose impelidas -en el caso venezolano- a propiciar un golpe de estado el 11 de abril de 2002 para conjurar así el peligro “castro-comunista”.

Sin embargo, la realidad en Venezuela pareciera apuntar hacia otra dirección, como ya lo han avizorado muchos revolucionarios, de convicción y experiencia, algunos provenientes del Partido Comunista y de la lucha armada que tuvo lugar entre las décadas de los 60 y los 70 del siglo pasado. Así se ha comprobado que muchos de los cuadros de gobierno (nacional, regional y municipal), además del partido de Chávez, carecen de la mínima formación teórica que los haga ver como revolucionarios auténticos y, por ende, como socialistas, siendo en su mayoría ex militantes de los dos partidos políticos tradicionales del país, AD y COPEI, quienes nunca tuvieron su oportunidad de acceder al poder. De ahí, las contradicciones que saltan a la vista: Todos ataviados de rojo, pero manteniendo intactas las estructuras políticas, sociales, culturales, económicas y militares heredadas del régimen anterior, a pesar de las iniciativas hechas por comunidades organizadas, movimientos de campesinos y de algunos sindicatos de trabajadores dotados de una concepción clasista y revolucionaria para que el socialismo sea una realidad en lo inmediato. Tales contradicciones alcanzan su clímax cuando el mismo Chávez y sus seguidores arremeten contra los comunistas y demás grupos revolucionarios, sin debate, enfrentamiento, disidencia o polémica de por medio, por no acatar su llamado a la integración de un solo partido político y resolver presentar candidaturas propias en los últimos comicios celebrados. Más aún cuando se ha favorecido sin tapujo alguno la conformación de una nueva burguesía (integrada por los mismos cuadros de gobierno), caracterizada por un sospechoso enriquecimiento súbito que comienza a causar desaliento y enojo entre los sectores populares; cuestión que conspira contra la estabilidad del proceso revolucionario bolivariano y alienta, en cambio, las esperanzas opositoras de recuperar el poder.

Todo lo anterior convierte al socialismo en mera retórica. Sólo el pueblo -con todas las debilidades de formación teórica que presenta- parece intuir que el mismo es la propuesta mejor a seguir, confiando sólo en el liderazgo de Chávez, ya que el resto de dirigentes y gobernantes locales mantienen “su” liderazgo gracias al apoyo del Presidente, siendo incapaces de hacerlo por sí solos. Las diversas gestiones y actuaciones cumplidas se inscriben en el reformismo, en la socialdemocracia, con su dosis de populismo y demagogia, adosada a un sectarismo y a una prepotencia sólo comparable a la de adecos y copeyanos, pero nunca a la conducta comprometida, humilde y honesta de verdaderos revolucionarios y socialistas. Poco a poco, la lucha ideológica que debiera caracterizar a este proceso de cambios se ha ido inclinando a favor de los intereses de la burguesía, vieja y emergente, lo cual conduce a pensar en una conciliación de clases que, para nada, beneficiará a la revolución y al socialismo en este país, a menos que el mismo Chávez se dé cuenta de la incongruencia del rumbo adoptado y se encamine abiertamente hacia el socialismo, o contrariamente, que sea el pueblo quien reaccione contundentemente y desplace a la actual dirigencia política, erigiendo en su lugar a una verdadera vanguardia revolucionaria, actuando espontáneamente como ya lo hiciera en los momentos estelares de 2002.-


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Homar Garcés


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