Los pinochos, pepe grillo, el PSUV y el Partido Revolucionario (I)

¿Podrías indicar, por favor hacia dónde tengo que ir desde aquí?

Eso depende de a dónde quieres llegar, contesto el gato

A mi no me importa demasiado a dónde, empezó a explicar Alicia

En ese caso, da igual hacia a dónde vayas (…) Siempre llegaras a alguna parte”

Alicia en el País de las Maravillas

El tema del partido es aparentemente un tema muy trajinado y no pareciera ser un tema relevante. Hay consenso en el discurso, más en los hechos; las distancias entre el deber ser del partido y el ser, parecen no reducirse. Aunque parezca un tema sin mucha trascendencia, se intenta en dos partes realizar una revisión de este asunto y en la última parte se hará una referencia al cuento de Pinocho para ver más amenamente el desarrollo del PSUV y los retos del próximo congreso.

La teoría señala, casi como una verdad absoluta que sin un partido revolucionario, la posibilidad de sustituir el sistema capitalista es poco viable, porque muy seguramente, el proyecto revolucionario estará permanentemente amenazado o sin posibilidades de avanzar más allá de los límites que el capitalismo y sus FUERZAS puedan permitirlo. No es que la existencia de un partido revolucionario le confiere capacidad automática a cualquier gobierno para impulsar una decisión o medida. No es la idea que se desea exponer, se trata de percibir que un partido revolucionario es parte esencial para la construcción de FUERZA política y moral que un gobierno requiere y necesita para construirle viabilidad a un proyecto societario.

Un partido revolucionario no es simplemente una maquinaria electoral o un grupo de 60 personas pensando lo que deba hacerse o tratando de estar más o menos en capacidad de oír al líder y seguir sus instrucciones o ideas. El partido Revolucionario no es o no debería ser una instancia del gobierno conformada por funcionarios colocados en funciones claves. Un partido revolucionario no debe ser el gobierno incrustado en una organización política para desarrollar la función de tomar decisiones y defender esas decisiones, porque esa circunstancia o practica parte de un falso supuesto, según el cual, estar en el gobierno es estar en el poder y esos dos procesos no son siempre concurrentes.

La función de gobierno no es la de construir y acumular poder (FUERZA). Su función esencial es disponer de un “aparato administrativo” con capacidad de pensar y diseñar políticas pública que estén enfiladas en una dirección, cuya trayectoria ha sido previamente trazada. Su papel entonces es valorar el momento y determinar si están dadas las condiciones para impulsar tal o cual medida y tener la disposición y el tiempo para evaluarla, porque ese accionar; es decir, esa rutina de pensar, diseñar, ejecutar y evaluar política es un aspecto importante para el manejo y desarrollo del poder, que es el aspecto esencial para asegurar el ejercicio del gobierno.

El partido revolucionario es un entramado de actores, que previa a una valoración del terreno ocupado por sus fuerzas, está en una permanente evaluación del contrario y de los espacios que ocupan para trazar estrategias que permitan quitarle espacio al enemigo y crear las condiciones para que el gobierno (con la FUERZA acumulada por el partido) avance en el desarrollo de las políticas que nos permitan llegar no a cualquier lugar (capitalismo de estado, capitalismo suizo, capitalismo social), sino al lugar decidido y a través del camino o de los caminos que conduzcan al destino previamente determinado y no quedarnos con esa expresión de Alicia en el país de las maravillas: “No me importa demasiado a donde”.

Estar en el gobierno es fundamental, pero es estratégico disponer de poder y eso, desde nuestra perspectiva, está asociado con un la existencia de un partido revolucionario socialmente fuerte. Desde la óptica capitalista, este poder se hace viable desde una esfera económica que permite disponer de toda clase de instrumentos (medios, partidos, iglesia) a través de los cuales ese poder se hace efectivo. En nuestro caso, el poder debe estar asociado con la capacidad de movilización de una conciencia en la cual el PUEBLO se reconozca (al mismo tiempo) como un caudaloso río y un muro de contención, capaz de ocupar espacio con su fuerza e impedir que otras aguas ocupen los terrenos que naturalmente son parte del proyecto y los recuperados en la lucha.

El ejercicio del gobierno facilita el fortalecimiento de la fuerza y el poder, pero sin poder y sin la suficiente FUERZA; el gobierno no puede ir muy lejos o está obligado a no preocuparse mucho por el camino. Puede gobernar, puede andar caminos, pero esos caminos estarán definidos por los que tienen el poder.

evaristomarcano@cantv.net


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Evaristo Marcano Marín


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