Con el proceso de reagrupación de la militancia del partido socialista, se acelera la discusión y careos internos que arrojan las tendencias ideológicas en las formas de concebir los procedimientos de arraigo del socialismo como forma de vida. Y eso es bueno, porque nutre la disputa. Lo que si debe estar claro es que las corrientes internas de la idea socialista deben alejarse cuanto mas se pueda de los extremos pervertidos que atentan contra todo proceso revolucionario. Vale decir, el anarquismo y el reformismo. El primero es una forma caótica de hacer política en donde la disciplina y el razonable juicio, se ausenta hasta en la más sencilla de las acciones. El segundo es más pasivo, pero también más destructor, pues socava las bases de un proceso revolucionario en pleno impulso. El anarquismo se ubica, porque quienes lo practican podrían hasta negar ideas básicas del socialismo, con tal de desconocer el orden y la autoridad política. El reformismo es el resultado de la infiltración derechista en las filas revolucionarias y representa el maquillaje para apartar los cambios profundos y alejarse de ellos. Ambos, a pesar de ser afines a la fina demagogia, se apartan sublimemente de las clases populares, porque ir a ellas no es su objetivo. Las clases populares para ambos grupos facciosos representan tan solo un objeto con norte perdido. Por eso las corrientes pesuvistas deben esforzarse para la discusión profunda en torno a estos temas. Alejarse del personalismo que es una forma de anarquía y abrir los espacios al poder popular para derrotar el reformismo. Darle cuerpo al socialismo, pregona Chávez. Y tiene razón, porque el cuerpo socialista son las instancias del poder popular socialistas y el espíritu es la conciencia socialista. Pero eso hay que construirlo. Si todas las corrientes internas se abocan a la arquitectura del socialismo en torno a esta gran coincidencia, muy tempranito al primer resplandor de la revolución, la derecha infiltrada y la anarquía convertida en amenaza no serán mas que tristes memorias acogotadas por la razón que debe privar en todo episodio socialista.
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