Una corta
conversación con él nos bastó para conocer parte de la lucha
del siempre joven de corazón Manuel Valladares. Dice el mismo Valladares:
"los revolucionarios de mi época, en alguna ocasión, muchos,
hicimos parte de eventos que marcaron nuestras vidas. Soñamos y luchamos
siempre por lo que creímos. Teníamos la seguridad -como la seguimos
teniendo- de que estábamos en lo correcto, y muchos, en ocasiones sin
darse cuenta, hacíamos parte activa en diversas organizaciones políticas
y militares revolucionarias que desde hacia tiempo habían extraviado
el camino de la revolución. Muchos no se dieron cuenta de ello y quedaron
atrapados seducidos por extraños dogmas inflados por un pasado glorioso;
por ideas que se fueron extraviando en el camino. Por una praxis totalmente
irreconciliable con el marxismo".
La avalancha
del Reformismo cayó sobre los descuidados. Ha sido la misma
praxis política derivada de sus erradas posiciones políticas la culpable
de alejar a muchos del marxismo. Asimismo lo afirma Valladares
cuando nos dice: "Aferrados a las mismas ideas de la supuesta
“coexistencia pacifica” con el imperialismo y las
“burguesías nacionales”, el parlamentarismo burgués, la burocracia
y el burocratismo de los asimilados al Estado burgués; sus practicas
dilatorias, y por último, los privilegios y la prepotencia y arrogancia
fueron destruyendo a la supuesta "vanguardia revolucionaria".
Muchos
de la vieja guardia revolucionaria se extraviaron en su camino,
pues, de ella salieron los muertos insepultos y mal olientes que todos
conocemos, y que hoy da asco el sólo mencionarlos. El liderazgo y la
claridad política e ideológica del Comandante Chávez se erige como
un poderoso factor de guía y protección con el que no pudieron contar
los militantes revolucionarios de aquella época que, como Valladares
y muchos otros, enfrentaron como mucho dolor la decepción y la rabia
que les producía la traición de aquellos a quienes consideraban “genuinos
líderes revolucionarios”, y por quienes, en algunas ocasiones arriesgaron
la vida para defenderlos de los órganos de seguridad del Estado opresor
de la 4ta República. Valladares siempre nos recuerda las duras
torturas que tuvo que soportar su entrañable amigo Luis Alvis por defender
sus ideas y a quienes se escudaron en ellas para propósitos personales.
A Luis lo apodan por cariño el Campiruso. “Quizás a mi camarada
y amigo Campiruso le causaron mayor dolor las traiciones que la misma
tortura a la que fue sometido por la Seguridad Nacional. Pero nuestro
optimismo y las esperanzas por lo que hoy sucede en el país ha aliviado
con creces su dolor”.
Con una
anécdota, el camarada Manuel Valladares nos concluye su importante
lección de maestro que le da su experiencia. Cuenta Valladares:
"En 1957 tuve la oportunidad
de conocer de cerca a la URSS, fue mi primer viaje a esa gran nación,
y tuve la suerte de presenciar el desfile del 40 aniversario de la revolución bolchevique
en Rusia. Allí
conocí a Galia Dubraskaia, que hacia de mi interprete y con quien entable
una hermosa amistad que conservo hasta hoy en día. Era
el año del primer Spunnik en el espacio,
de grandes éxitos tecnológicos e industriales en la URSS. Pero no
fue, sino, hasta 1981, en mi segundo viaje a ese
mismo país, cuando entendí
que ya todo se había perdido. En
1957 tuve la oportunidad de entrevistarme
con un viejo y enfermo bolchevique, cuyas
alertas, recordé un tiempo
después, en mi segundo viaje
por ese país. El viejo bolchevique se llamaba Serguei
Berezner, estaba hospitalizado, y en su lecho de enfermo lo primero que hizo al verme fue
preguntarme si ya me había percatado de los malos olores de la Revolución
Soviética, porque, según él, “quien viene a
casa nueva puede percibir los olores que sus dueños ya no podían
porque están habituados
a ellos”. Le respondí
que de donde venia los
malos olores eran tan
fuertes que me parecía toda una maravilla lo que estaba presenciando
ese momento en la URSS. Pero años después sucedió
lo que muy pocos imaginábamos sucedería: la implosión soviética.
El Che, en 1964, muy tempranamente, había llegado a la misma conclusión
de aquel viejo Bolchevique. Ambos tenían razón.”
De Izquierda a derecha: Manuel Valladares, Galia Dubraskai y
Serguei
Berezner, en un Hospital de Moscú
“Pero
se mantuvo Fidel y luego llegó el chamo de Sabaneta cambiando todos
nuestros esquemas. Ellos son ejemplos de lo que debería ser un
verdadero revolucionario hoy en día. Ellos son ejemplos de critica
y autocrítica, de constante vigilancia y revisión que son, en definitiva,
como las vitaminas que mantienen vitalizada a nuestra revolución".
Valladares
termina diciéndonos que es muy natural que aun percibamos malos olores
en nuestra Revolución Bolivariana, pues, seguimos arrastrando una pesada
herencia del pasado, pero gracias al liderazgo del Comandante Chávez
los dogmáticos quedaron atrás, los infiltrados corruptos y saboteadores
terminan por romper sus caretas y Venezuela comienza a oler a Jazmín.
Manuel Valladares y Galia Dubraskaia en la Plaza Roja de Moscú