Nuestro enemigo de clase sigue hablando de “libertad”. Las trabajadoras y trabajadores que ven Globovisión lo repiten como consigna sin ningún tipo de reflexión. Creen que están perdiendo la libertad de la cual nunca han gozado. Me obligan a sentarme a escribir algunas líneas.
Entiendo que con la ayuda del fetichismo de la mercancía y con las técnicas psicoanalíticas, la clase dominante finalmente logró que muchas personas vivan con una sensación de libertad que emana del poder de compra de bienes, y también del poder de venta de la fuerza de trabajo al capitalista, con la creencia de que el trabajador contrata con el capitalista en igualdad de condiciones. La sensación de libertad también la experimentan cuando conducen su carro o su moto y la brisa les levanta el cabello, o cuando se visten libre de los trapos de antaño, o cuando bailan sobre las mesas de los bares. Pura ilusión, puro espejismo, porque el capitalismo más bien perfeccionó la esclavitud cuando aumentó la tasa de explotación física y mental.
Por lo tanto, el socialismo es liberarse de la esclavitud, es liberarse de la explotación capitalista, y también liberarse del alienante sistema del capital constituido por la tríade capital, trabajo y estado. El socialismo es libertad.
El socialismo es vivir como “productores libres asociados”. Es vivir libre de jefes. Es vivir con libertad para tomar decisiones colectivas en asambleas periódicas. Es vivir con libertad para elegir a las voceras y voceros, coordinadoras y coordinadores temporales del proceso de producción y distribución comunal y mundial.
Es vivir con libertad para desarrollar nuestro potencial intelectual, nuestro pensamiento heurístico capaz de descubrir, desarrollar la ciencia, e inventar tecnología para ponerlas al servicio de la comunidad.
Es vivir con libertad para consumir sin el acoso de la publicidad. Es vivir libre de la dictadura de la moda. Es vivir con libertad para sublimar las pulsiones eróticas en realizaciones artísticas, científicas e incluso deportivas, sin la necesidad de derrocharlas en el consumo.
Es vivir libre de patrones de belleza impuestos por la televisión. Es vivir con libertad para amar: libre de acuerdos, libre de contratos, libre de ser comprado.
El socialismo es vivir libre de jerarquías verticales y horizontales. Libre de clases sociales. Libre de jefes. Libre del dominio patriarcal y del dominio machista. Libre de vestidos clasistas como el flux, y libre de títulos clasistas como: patrón, señor, usted, doctor.
Libre de la expropiación de los bienes comunes: espectro radioeléctrico, tierras, recursos naturales, medios de reproducción, y la fuerza de trabajo de cada uno que también es un bien común.
El socialismo es vivir libre de la destrucción del ambiente. Es vivir con libertad para tomar agua limpia de cualquier río. Vivir con libertad para bañarse en la playa libre de bolsas de plásticos flotando en el agua. Vivir con libertad para contemplar el paisaje natural sin vallas ni edificios altos, y sentado en un banco “con espaldar” en cualquier parte.
Es vivir con libertad de tránsito sin necesidad de que te aborden para raquetearte ni para pedirte cédula de identidad. Es vivir libre de fronteras nacionales y libre de muros de la muerte. Es vivir con libertad para comunicarse por ferrocarril por toda América y el mundo con el fin de conocernos, perder el miedo a lo desconocido y organizarnos para la producción y reproducción de vida humana con pleno control humano del metabolismo social.
Es vivir con libertad para "dar según la capacidad de cada uno y recibir según la necesidad de cada uno", como está escrito en la factura de la Arepera Socialista de Parque Central, y en el Nuevo Testamento, Hechos 4, 34 - 35.
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