Decía en mi anterior artículo que estamos ante una aproximación de un 11 de abril de 2002. Los hechos aunque no iguales, permiten señalar paralelismos, sobre todo porque quienes insuflan el fascismo son los mismos de siempre. Lo que cambia es el elenco de títeres, los asesinos tarifados y los infaltables quinta columna. Estos últimos reconocibles de inmediato porque el hecho de hacerse los pendejos evidencia lo proclives que son a las transacciones.
Los leves camaradas por lo general, son como esos jurisconsultos leguleyos que se saben toda una enciclopedia temática pero no saben hilvanar el caletre con la realidad. Apelan a Marx, a Rosa, o al Che siendo capaces de encontrar la inconcebible relación entre capitalismo salvaje y cualquier versión de humanismo que haya rodado por el mundo. Su filosofía, el cinismo, por eso anhelan, escaparate adentro, ser cachorros, siquiera embriones, del imperio. Asumen que a cada solución hay que buscarle su problema, como antítesis a quienes les exigen eficiencia o que su eficacia sea en pro de este lado de la talanquera.
Hoy, como muestra de su desparpajo, aducen con ínfulas de haber comprendido meridianamente lo que el Líder Comandante aplicó con certeza a los preñados de Plaza Altamira, que a los carajitos culilocos que quieren incendiar cualquier esquina a nombre de la cloaca oligárquica, se les deje “quietos” porque eso y que va en detrimento de la oposición. Que semejante vaina la diga un Ledesma, se entiende en toda su sintaxis. Pero por qué carajos debe salir de la boca de un gobernador revolucionario.
Los ligeros son inveterados saltimbanquis quienes una vez con el verdadero rostro al descubierto, salen a blasfemar del proceso que les dio cobijo hasta hace poco. Se apiñan en cualquier medio golpista ante el mínimo rumor por Twitter de tambaleo gubernamental. Crean artificialmente unas mentirotas que el Pueblo llama mojones y terminan atragantados con sus propias creaciones. Otros, sin darse cuenta del pozo fétido en que están metidos, elucubran sobre trampas, aguijoneados por la certeza de no haber dado pie con bola dentro del proceso. Son esos que se pavonean y ondean como sacrificio supremo carencias ideológicas o yuxtaponen doctrinas incongruentes. Vaya que triste echarse al hombro tan “pesada” cruz de madera balsa para apiadar incautos.
Pero los light ¡Ah, esos! Aglutinan la podredumbre humana en cada tiempo histórico. La inmoralidad los define y les arremolina en élites cuyo único objetivo es la explotación de los Pueblos. Se acoplan a los designios imperiales por intereses comunes y propician sin un miligramo de culpa guerras entre hermanos. Se sienten parte del “smart power” de la administración Obama.
Insufladores de terror y corruptores de postín, siembran la duda entre los faltos de temple mientras lanzan los prototipos de chavismo sin Chávez, boliburguesía y empresarios privados socialistas. En este momento están empeñados en atizar e caos para obtener dividendos. Pero no aspiran a alcanzar curules parlamentarios, habría que ser lerdo para asumirlo así; lo que quieren es acabar en 1,2, 3 la revolución. Por eso el lema de ¡Estás ponchao! Vean como esta última palabra es colocada en las pancartas por los culilocos así: Pon - Chao. Recuerda el 2002, aquel ¡Chao, Hugo!
Una vez más no hay intención democrática, una vez más incitan a un grupo maleable a ser carne de cañón de sus tramas golpistas, una vez más quieren la vida del Líder y de la revolución. Una vez más nos agreden y los medios manipulan la verdad. Una vez más el Pueblo está presto ante cualquier locura fascista.
Por sus hechos, conocemos a los leves, ligeros y lights. Que esta vez sean juzgados por ellos.
pladel@cantv.net