La revolución no es bochinche

Según la reflexión de Fabricio Ojeda, quien fuera Presidente de la Junta Patriótica que organizó el derrocamiento de la última dictadura militar en Venezuela y Comandante de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) que combatiera la represión y el entreguismo de los gobiernos del Pacto de Punto Fijo: “Revolución no es bochinche como lo piensan los ‘evolucionistas’. Revolución es doctrina y fe; esperanza y convicción; justicia y derecho. Lo demás es conformismo, reformismo que no se compadece con las aspiraciones del pueblo”. Esto es algo que jamás asimilarán ni comprenderán aquellos que sólo buscan aprovecharse de las circunstancias, asumiendo actitudes aparentemente revolucionarias, pero que, en el fondo, no son más que oportunismo; en especial, cuando éstas se adoptan con el deliberado propósito de mendigar y medrar a la sombra del Estado.

Ésta es una situación que podría extenderse hasta el extremo que haría inútil cualquier esfuerzo por darle un mejor avance y solidez a un proceso revolucionario signado por el socialismo, ya que éste debiera conformar una alternativa frente al capitalismo, cuestión que muchos de estos oportunistas -con una evidente mentalidad socialdemócrata- no consentirán al chocar con sus intereses económicos y sus aspiraciones de usufructuar el poder, así afirmen que todas sus acciones están conectadas con la búsqueda de bienestar del pueblo. Ello no ocurriría nunca si los sectores populares estuvieran inmersos en un proceso de discusión y de formación teórica revolucionaria de modo invariable que les facultara confrontar, sin conveniencia alguna, las estructuras todas del Estado vigente y así definir con más propiedad lo que sería entonces el poder popular y la sociedad sin clases prefigurado por el socialismo.

Por ello, ahora que en nuestra América han surgido por la voluntad popular algunos gobiernos que podrían caracterizarse de tendencia progresista y/o progresista (mal que le pese a algunos más ortodoxos o radicales), la revolución socialista no puede limitarse al simple respaldo a un líder carismático u organización política en el poder, si no existe una claridad política e ideológica que nos afirme en la transición hacia el socialismo, puesto que de suceder tal cosa, no habría ningún cambio valedero o significativo que esté en plena correspondencia con los sentimientos, las aspiraciones y las necesidades populares. Es imprescindible, por consiguiente, que todo movimiento revolucionario sea capaz de articular sus esfuerzos con otras organizaciones similares en la búsqueda y consolidación de espacios democráticos que vayan enfrentando, supliendo y eliminando las funciones tradicionalmente pertenecientes al viejo Estado burgués-representativo para constituir en su lugar un Estado más inclinado a convertirse en un instrumento al servicio de los intereses del pueblo y no de una clase o de un grupo privilegiado.

Pero esto no será jamás suficiente. Hace falta que quienes aspiran construir una sociedad socialista de nuevo tipo adquieran y comprendan el compromiso histórico que se les plantea en la actual coyuntura que viven nuestros pueblos de América, más aún cuando los enemigos declarados y encubiertos del proceso simultáneo de rebeldías, de liberación nacional y búsqueda de alternativas posibles y deseables que modifiquen substancialmente sus realidades sociales, económicas y políticas, recuperando así nuestro continente su condición de escenario propicio para la Utopía.-


¡¡¡REBELDE Y REVOLUCIONARIO!!!

¡¡Hasta la Victoria siempre!!

¡¡Luchar hasta vencer!!

mandingacaribe@yahoo.es


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Homar Garcés


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