A los escuálidos no les gusta que uno argumente con base en la ciencia social. Se desconciertan todo. Incluso, en su desesperación me han llegado a decir que la ciencia social no existe. Que solo basta la experiencia personal y la observación del ambiente en donde uno se desenvuelve para conocer cómo se estructura la sociedad y las causas de los males que nos aquejan. Nunca dicen que lo vieron por Globovisión. Al menos esto ya les da vergüenza.
En cambio, para los académicos sirvientes de la burguesía sí existe la ciencia social, pero para ellos solo es válida la ciencia especializada, la ciencia social burguesa al servicio de la acumulación de capital. Fragmentan el saber, estudian un aspecto de la sociedad y se desentienden de la totalidad social. Por eso les molesta que Marx haya introducido el principio metodológico de la totalidad en la ciencia social.
Cuando Marx demostró la historicidad del modo de producción capitalista los burgueses del siglo XIX no lo podían creer. Resulta que era verdad aquello de que “todo lo que nace muere”. Por lo tanto, el capitalismo con sus leyes y categorías es transitorio, y esto quiere decir que se les está acabando la diversión. Ya lo estamos viendo. El sistema del capital alcanzó los límites estructurales e históricos para controlar la sociedad y el socialismo está en pleno movimiento, lo cual reivindica el carácter fundamental de ciencia predictiva.
Marx predijo la crisis final del capitalismo y el inevitable orden nuevo. Esto es, bajo ciertas condiciones objetivas, muere el capitalismo y nace el socialismo. Solo se requiere que tengamos suficientes deseos, voluntad y conciencia de clase para seguir profundizando el socialismo y construir un nuevo modo de producción. De lo contrario, la barbarie como modo de destrucción, que también está en pleno movimiento.
Marx, como científico social omniabarcante y practicante, desarrolló su teoría de la historia y su teoría del capitalismo. O sea, descubrió el sistema capitalista y su raíz sangrienta durante la acumulación originaria del capital, la cual conecta al sistema capitalista con el resto de la historia humana. Descubrió las leyes de la sociedad capitalista que rigen sus fases de desarrollo, y la ley de la historia que rige el tránsito de un tipo de sociedad a otra. En otras palabras, describió y explicó la evolución de la sociedad con sus revoluciones, con sus leyes tendenciales, todo en constante movimiento, incluso, descubrió que hasta el mismo pensamiento marxista debe transformarse con la historia.
La teoría de la historia tiene para Marx un carácter materialista y dialéctico. Materialista porque el principal motor de nuestra realidad no son las ideas, sino los modos como producimos y reproducimos nuestra existencia. No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia. Es lo real lo que determina a lo ideal. Es la práctica lo que condiciona el pensar teórico. Este principio materialista es uno de los grandes descubrimientos irreversibles de Marx. Por el otro lado, lo dialéctico en Marx, o su dialéctica, como lo dice Ludovico, es un método para la presentación de los hechos históricos según su dinámica estructural, que resultó ser una dinámica de antagonismos, de luchas de clases, y también, un método para la exposición de los resultados de la investigación de la estructura capitalista, lo cual, según este método, el análisis de la sociedad capitalista nos revela la existencia de fuerzas opuestas en su seno. [1]
De tal manera que tenemos que tener una visión dialéctica que consiste en ver a la historia como lo que es: un teatro de luchas de clase entre opuestos históricos —luchas que, por cierto, los capitalistas les ocultan a los trabajadores escuálidos para que no recuperen las empresas que les pertenecen—, y en ver a la sociedad capitalista como un teatro donde coexisten fuerzas opuestas en su seno: el capital se opone al trabajo, la plusvalía se opone al salario, el valor de cambio se opone al valor de uso, etc. Esta lucha entre opuestos es el motor de la historia. Como lo dice Marx en Miseria de la filosofía: el lado malo prevalece siempre sobre el lado bueno. Es cabalmente el lado malo el que, dando origen a la lucha, produce el movimiento que crea la historia.[2]
Necesitamos aplicar la dialéctica marxista en nuestras luchas. En cado caso debemos preguntarnos a cuál clase aprovecha y cuál clase perjudica una acción u omisión. Debemos preguntarnos qué intereses de clase hay detrás de lo aparente. Por ejemplo, en lo que atañe a la moral revolucionaria deberíamos preguntarnos: ¿a quién favorece comprar a los capitalistas camionetas 4x4 para conquistar mujeres alienadas por la televisión burguesa? ¿A quién favorece ponerse tetas y teñirse el cabello conforme a los patrones de belleza mediáticos con el propósito de seducir a los hombres alienados por la televisión burguesa? ¿A quién favorece el consumismo? Preguntémonos, ¿con el consumismo no acumulan más capital nuestros enemigos de clase? ¿Con el capital acumulado no contratan sicarios y paramilitares, y les pagan el sueldo a los trabajadores vendidos, traidores de clase, que se desempeñan como operadores políticos de Globovisión? Y además, ¿No nos amarra el consumismo a la explotación y al acoso en el sitio de trabajo? ¿Podríamos vender menos veces nuestra fuerza de trabajo al capitalista y emplear el tiempo en descubrir la realidad actual, y luchar contra la clase capitalista para transformar el sistema que nos oprime?
Pues bien, el método científico en Marx demuestra por la vía del análisis y la abstracción, el funcionamiento de las sociedades, y en especial, la sociedad capitalista. Su método era la abstracción. En el prólogo de la primera edición de El Capital, Marx señala que en el análisis de las formas económicas de nada sirven el microscopio ni los reactivos químicos. El único medio de que disponemos, en este terreno, es la capacidad de abstracción.
Este método tiene dos fases, la fase de investigación y la fase de exposición. En el postfacio de la segunda edición de El Capital, Marx escribe que el método de exposición debe distinguirse formalmente del método de investigación. En la fase de investigación se recolectan los datos empíricos y se procede casi siempre según un orden histórico. Y con respecto a la fase de exposición del sistema del capital, Marx señala —en la Introducción a los Grundrisse— que no se procede según un orden histórico, sino según el orden que existe entre las categorías económicas en la moderna sociedad burguesa, y que es exactamente el inverso del que parece ser su orden natural o del que correspondería a su orden de sucesión en el curso del desarrollo histórico.
Una categoría económica es el concepto de una estructura económica. Las categorías al igual que las leyes en el capitalismo tienen un carácter histórico. No pertenecen sino a una época histórica determinada. Una vez que se dan, funcionan como leyes naturales, y esto es así hasta que destruyamos con conciencia el sistema del capital. Estas leyes histórico-naturales no son una determinación metafísica, estas leyes dependen de nosotros los seres humanos que hacemos nuestra propia historia al tiempo que sufrimos la determinación social. Sin embargo, las leyes del mercado son incontrolables, son inherentes al sistema del capital, y el sistema no admite controles parciales.
“Las categorías económicas —dice Ludovico— como cualquier otra especie de categorías, son objetos ideales. La ciencia, en su mayor parte, es un objeto ideal. (…) No se reproduce en la teoría a la realidad como quien hace una fotografía; se la reproduce transformándola. No hay, no existe el capitalista en estado puro, como tampoco existe el obrero en estado puro. El capitalista real tiene algo de obrero: también suda y trabaja y se preocupa. El obrero real tiene algo de burgués: tiene apego al dinero (…) no queda otro remedio que idealizar”.[3]
La verdadera esencia del método científico de Marx es el punto de vista de la totalidad. Primera vez en la historia que la estructura económica de una sociedad se presenta como su estructura total. Es por eso que la teoría de la sociedad capitalista es una teoría económica. En el capitalismo, las relaciones entre las personas están mediadas por las leyes del mercado. Cuanto tienes cuanto vales. En los anteriores modos de producción, igual lo económico era la base del aparato social. Para entender las sociedades anteriores, también precisa estudiar las relaciones económicas. Sin embargo, durante la Edad Media las relaciones entre las personas estaban motivadas fundamentalmente por la religión y no por el dinero.
El método correcto de la economía política lo explica Marx en la Introducción a los Grundrisse. Se trata del método de la abstracción, del método de la elevación de lo abstracto a lo concreto, y del método que va de lo simple a lo complejo.
Primero se debe hacer el viaje teórico hacia categorías cada vez más simples, para, a partir de ellas, hacer el viaje inverso y llegar a complejidades tales como la población. Lo concreto, o sea, cosas como la población, aparece así, en el pensamiento como el resultado o el proceso de la síntesis. “El método —nos dice Marx— que consiste en elevarse de lo abstracto a lo concreto es para el pensamiento sólo la manera de apropiarse de lo concreto, de reproducirlo como un concreto pensado. Pero esto no es de ningún modo el proceso de formación de lo concreto mismo. (…) La totalidad —continua Marx— tal como aparece en el espíritu como un todo pensado, es un producto del cerebro pensante”. Es decir, el conocimiento es una producción intelectual, que puede ser falsa, o el correlato adecuado de la realidad.
De modo que la teoría es un hecho práctico de pensamiento. La historia es la práctica misma. Marx nos adelantó gran parte del trabajo. Ahora bien, para seguir profundizando en la transición hacia el socialismo debemos estudiar la realidad y transformarla con una teoría revolucionaria. Tenemos que demostrar la verdad en la práctica. El verdadero socialismo debe partir de la primacía de la práctica sobre la teoría, porque la teoría es ella misma una práctica, un hecho práctico de pensamiento.
En la Tesis II sobre Feuerbach, Marx nos dice que “es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento”. Si separamos la teoría de la práctica nos alienamos y solo construiríamos un sistema de abstracciones, formaciones ideológicas aisladas de la realidad, y esta interpretación del mundo no nos permitiría transformar la inhumana sociedad actual.
[1] Ludovico Silva, Anti-manual para uso de marxistas, marxólogos, y marcianos. Fondo Editorial Ipasme, Caracas, 2006, p. 35.
[2] Karl Marx, Miseria de la filosofía, respuesta a la Filosofía de la miseria de P.-J Proudhon. Siglo Veintiuno Editores, 1987, p. 77.
[3] Ludovico Silva, p. 182.
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