Los capitalistas cuando sus intereses están en juego son capaces de cualquier barrabasada, de ir al infierno si eso se traduce en ganancia. Es así, capitalista sólo mira con los ojos de la ambición, lo demás no importa nada.
De allí que convocar a los capitalistas para construir Socialismo es una candidez, se comprenden que nunca atropellarán sus intereses. Ninguna clase social se suicida.
Ahora bien, si además de convocar a los capitalistas, los estimulamos, financiamos su nacimiento y crecimiento, entonces es el colmo de la candidez, es un suicidio en primavera. Inaudito pero no inédito, ese es el comportamiento histórico de la pequeña burguesía: siempre propone entregar los procesos a la burguesía. Así lo hizo el 23 de Enero: caído Pérez Jiménez, se alió con la burguesía y pujó por entrar al pacto de punto fijo.
La Revolución Bolivariana avanza con su propio guión, hemos dado saltos importantes en el discurso político, en las discusiones teóricas. Aquí se habla, se polemiza de asuntos impensables años atrás.
El Socialismo es palabra común, el antiimperialismo es sentimiento generalizado, y el capitalismo se vale de sus mejores trucos para permanecer.
Ahora las contradicciones y tensiones que se manifestaban sólo en lo político buscan su raíz y empieza a aparecer lo económico. Se evidencia cada vez más a la economía capitalista como obstáculo para el avance del Socialismo, y se asoma su conexión con la política.
Un buen ejemplo es la expropiación, la socialización de los galpones de la Polar en el Estado Lara. El hecho económico se trocó inmediatamente en político: saltó el gobernador, un partido aliado se soltó el moño y anda sumando traiciones, la oposición oligarca pegó el grito al cielo defendiendo sus intereses.
Los líderes sindicales (que vergüenza) se ponen de lado de la rancia oligarquía, se evidencia falta de conciencia y exceso de mafia. La alcaldesa de Barquisimeto se coloca al lado de la Revolución , pero da cinco años de plazo para aplicar la medida, vacila. El partido, unánime, apoya la acción, se restea. Los campos se delimitaron nítidamente.
Fue suficiente el intento de socializar esos piches galpones para que Alberto Cudemus, empresario emblemático de los que dicen estar con el proceso Socialista, se definiera por el capitalismo. Declara:
“Eso debe citarse y es muy importante recalcarlo, no respaldo ningún tipo de actividad que conlleve la expropiación de empresas productivas. Debemos ser sinceros con el Señor Presidente y con los que dirigen el país: actividades productivas no deben expropiarse porque no sólo se detiene la producción, sino que se genera una situación de desconfianza que no es recomendable para la inversión, y se pone en riesgo el empleo.
…hay empresas que creo que han hecho un trabajo espectacular en el país en el sentido de la producción, entre ellas Polar, es una empresa seria y yo creo que debe sentarse con el Gobierno y encontrar algunos acuerdos.”
Desechemos ilusiones, a la hora de las definiciones los capitalistas se buscan para rascarse. Traicionarán.
¡Chávez es Socialismo!