EL LADO CHIMBO
Nada de lo que está pasando me satisface plenamente. Entre la realidad y mis más elevados anhelos, media una extensa distancia que se pudiera andar, o en medio siglo de devenir cotidiano, o en unos pocos años de Revolución.
Todo lo que veo me parece chimbo, incompleto. Algunos dirigentes aburguesados, camarillas (que hoy se llaman, eufemísticamente, “equipos”) que no permiten la entrada de ninguna persona nueva a trabajar en una institución, a menos que tenga una palanca “del equipo”. Corruptos impunes yendo y viniendo, con testaferros que presumen públicamente de ser testaferro de “fulano de tal”; delincuencia externa que se asocia con la delincuencia interna para aumentar la inseguridad; mafias en órganos de seguridad, escuálidos en cargos de dirección en las misiones, que trabajan cotidianamente para sabotearlas sin que haya fuerza humana o divina que los detenga y los mande a trabajar de verdad, en un sitio donde no hagan daño. Aumento de los precios de la cesta básica, oligarcas felices con los aumentos, y pueblo resignado que, pese a que sufre, es leal al proceso revolucionario, pero igual lo golpea la derecha endógena.
Esas son las cosas que me alejan de la política.
LA GRATITUD OBLIGA
Por otro lado, una de las mejores virtudes que puede cambiar el mundo, es la gratitud. El tener lleno el medio cupón de años me permite haber vivido en la cuarta y ahora. En la cuarta sufrí persecución política por mis convicciones socialistas y mis actividades en esa dirección, y estuve en una lista negra que no me permitía conseguir trabajo estable en ninguna parte, así que levanté a mis hijos con trabajo informal mal pagado y bajo una explotación brutal, sin vivienda, sin esperanzas, pensando que la Revolución que yo soñaba la verían, tal vez, mis biznietos. Pero no ha sido así.
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Tengo casa propia gracias a este gobierno. Tuve que luchar duro para conseguirla; pero por las cosas que hice, en la cuarta me habrían metido un tiro, pero en este gobierno lo que me dieron fue una casa. Jamás pude estudiar en la universidad, fui excluida por ser pobre, pero ahora estoy estudiando en Misión Sucre, aunque he recibido muchos golpes de la corrupción infiltrada en la misión; compro en Mercal cuando no me condicionan la compra, visito Barrio Adentro, y hasta renuncié al HCM porque estoy satisfecha con la atención de los cubanos, y no quiero que, en mi nombre, el gobierno le dé ni un centavo a las clínicas.
Cuando voy de viaje de Caracas a Valencia, todos los fines de semana, veo a ambos lados de la autopista los desarrollos habitacionales nuevos y la lenta pero segura construcción del ferrocarril del centro. Me he subido en el tren de Cúa, y veo, a diario, las muchas obras de infraestructura que este gobierno ha construido.
LA PROSPERIDAD
Más allá de que el aumento de sueldo de los empleados de abajo no llega ni a la mitad de los de médicos, maestros y militares, y los precios de toda cosa han subido, lo que está presente en todas partes es la prosperidad.
Mientras que a finales de los 90 el hambre estaba pegada de las paredes, el desempleo era brutal y tanto mis hijas como yo bajamos dramáticamente de peso, hoy día la prosperidad no puede ocultarse. Hay comida cara, pero también hay dinero para comprarla, hay menos desempleados y casi cualquier persona tiene un celular. Es mentira que la gente pobre pase hambre para comprarse uno. Es que lo que gana le alcanza para comer y para eso. Algunas personas lo compran con cesta ticket, y le ponen un plan bastante económico porque Movilnet, que no te corta el servicio, es el más barato que hay (yo tengo uno). En los centros comerciales hay cola para comprar, en las tiendas de electrodomésticos hay arrumes de cajas vacías y animes, en los cines, con precios elevadísimos, hay cola para ver películas y para comprar cotufas. El gobierno tuvo que parar la importación de carros, porque si no, los vehículos nos iban a desalojar del país. Eso es prosperidad, en términos generales, en sus efectos; más allá de los números de la macroeconomía y de los tecnicismos de los expertos.
Es lo que veo.
LA TAREA QUE EL PUEBLO TIENE POR DELANTE
He logrado ver tantos avances en este proceso revolucionario como nunca pensé.
Hay fallas, en lo ideológico, en lo político; hay, corrupción e ineficiencia, hay infiltración de la derecha en todas partes. Pero en honor a la verdad, prefiero este gobierno, con todos sus defectos, que volver, siquiera una hora, a lo que había antes: al neoliberalismo salvaje, a que el pueblo no valga nada, a que ni siquiera haya esperanzas.
Las fallas que tiene el proceso revolucionario no pueden arreglarlas los funcionarios, sino los dolientes. Nosotros. Y nadie lo va a hacer en nuestro lugar, así que es prioritario ver qué podemos hacer ...y hacerlo. En el partido, quiero ver los documentos que se aprobaron; tal vez ahora sí puedan hacerse funcionar las patrullas para algo más que para las marchas y para votar: para avanzar hacia el socialismo. Nadie dijo que iba a ser fácil, ni rápido. Toda acción genera una reacción, y la de los oligarcas suele ser terrible. Todo eso tenemos que enfrentarlo si queremos avanzar.
YO SÍ VOY A VOTAR EL DOMINGO
Así que sí voy a votar el domingo 2 de Abril EN VALENCIA, por CARLOS RUIZ, EL NÚMERO 24 del circuito cinco. Como no estoy conforme con lo que ha hecho la Asamblea Nacional, quiero que entre gente nueva, procedente de la lucha cotidiana de las calles, sin posibilidades de brincar la talanquera y que no sea como esa pequeña burguesía oportunista, que cuando no pone la pata sobre la talanquera a la entrada, la pone a la salida, como hemos podido observar en estos diez años. Y en cuanto al partido, no hay que conformarse con el avance que se haya logrado. Hay que seguir luchando, porque los oligarcas no descansan en sus empeños porque ese dinero que el Presidente destina para el pueblo, lo quieren sólo para ellos, como en la cuarta república. Y un mundo diferente, socialista, nos espera.
¡Vamos por él!
andrea.coa@gmail.com