“Que el fraude electoral de México jamás se olvide”

El desconcierto

Uno de los más significativos síntomas de la descomposición del entramado social mexicano es el desconcierto en que se halla envuelto. La institucionalización de la mentira como instrumento de gobierno provoca un grave desasosiego entre la gente, independientemente de su condición social o su preferencia política. Cualquiera que finque un proyecto sobre la mentira y el engaño está destinado al fracaso; tarde o temprano la estructura así construida se derrumba ante la realidad o, al menos, ante la creciente duda y la desconfianza: el desconcierto. Esta, es la lamentable característica del régimen espurio que dice gobernarnos, tocado desde el origen por el estigma del fraude electoral. Ahora, más que nunca, toma sentido el machacón recordatorio que encabeza todos mis artículos: “Que el fraude electoral jamás se olvide”.

Calderón sale al extranjero, con frecuencia propia de un agente de ventas, para recibir homenajes que le son negados en México. Recibe premios españoles de parte de organismos patrocinados por las empresas de la reconquista las que, afanosas por lograr consolidar sus grandes negocios de energía e infraestructura en suelo mexicano, no paran en mientes para agasajar al que se los ofrece en bandeja de plata, a despecho de lo que establezca la Constitución y las leyes. Igual sucede con los aplausos ofrecidos por los congresistas gringos, que con ello avalan al gerente que les garantiza la protección de sus intereses en el vecino colonizado. Ahora va a Canadá a dar su discurso ante la Cámara de los Comunes de ese país, para dar un nuevo impulso a su objetivo de anexión a los intereses norteamericanos. De paso dará un discurso magistral en su alma mater, la Escuela de Administración Pública de Harvard, que lo recibe como muestra de que a México se le podría dominar sin disparar un tiro, mediante el simple hecho de educar a sus dirigentes conforme al estilo de vida “americano”.

No hay que ir muy lejos para comprender la razón de que, mientras aquí se le rechaza, afuera se le celebra: Calderón sirve a los intereses de fuera, frecuentemente contradictorios con los intereses de México; por lo menos eso es lo que intuye la escasa conciencia popular. Así quedó de manifiesto en la consulta por la revocación del mandato a Calderón, realizada el pasado fin de semana. Por encima de las actitudes mezquinas de quienes, diciendo apoyarla, obstaculizaron la consulta, el resultado fue abrumador: somos muchos los mexicanos que le exigimos a Calderón que se vaya a su casa.

El tema de la seguridad y de la administración de la justicia es paradigmático del desconcierto. El desastroso caso de la niña Paulette y las inverosímiles conclusiones de la Procuraduría de Justicia mexiquense; las inagotables conjeturas en torno al caso de Fernández de Ceballos y los casos de víctimas civiles de los abusos del ejército, contribuyen a colocar al ciudadano en la sensación de estar indefensos ante el crimen, sea el de los delincuentes particulares o el de los oficiales. Para rematar, este martes fue detenido y enviado a un presidio de mediana seguridad el candidato de los partidos del DIA a gobernador del estado de Quintana Roo, acusado de estar vinculado con el narcotráfico, a cuarenta días de que se celebren las elecciones en ese estado; no puedo apostar a la inocencia del indiciado, pero sí puedo poner en absoluta duda la honestidad de una autoridad que guarda una averiguación criminal para aplicarla cuando sus efectos políticos son funcionales al objetivo de detener a un candidato opositor. Ya se tuvo el ejemplo cuando se trató de someter al gobierno opositor de Michoacán mediante la detención simultánea de varios alcaldes, por sospecha de vínculos con el negocio de las drogas, los que después fueron liberados por “falta de elementos probatorios”. Pareciera ser una receta de contención de la oposición, vestida de administración de justicia.

En una escala técnica de sus continuos viajes, Calderón se atrevió a declarar que: aún con la aprobación de las leyes en materia de seguridad, de nada servirán si prevalece la corrupción en la administración de justicia. ¡Vaya cinismo! Si la corrupción está en la cúpula, cómo se atreve a denunciar la de sus subordinados. No tiene lo que hace falta: autoridad moral. En algún otro foro, el espurio se auto elogia diciendo que “su” gobierno hace la tarea y gana las batallas, excepto una: la de la percepción social. Tácitamente admite que nadie le cree ¿Por qué será? Calderón, habrá que reconocérsele, está logrando eliminar el desconcierto: cada día más mexicanos llegamos a la certidumbre de que todo lo que diga el régimen es absolutamente falso.

Mientras aquí vivimos el mundo al revés y el imperio del engaño, en Europa se viven momentos de enorme trascendencia. Un nuevo estallido del fracasado neoliberalismo coloca a los países mediterráneos en condición de república bananera y repite el ya conocido instrumento depredador de la deuda externa, con el consabido remedio del FMI que cancela las expectativas de bienestar en países que ya lo habían alcanzado. Griegos y españoles, particularmente los trabajadores de esas nacionalidades, están dando su batalla; cunden las amenazas de huelga nacional y ya se han dado sus prolegómenos. Más pronto que tarde los seguirán los portugueses, italianos y hasta los ingleses están en pie de guerra. Algún día aprenderemos la lección.

gerdez999@yahoo.com.mx



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Gerardo Fernández Casanova


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