Con el Tratado de Tordesillas (fines del Siglo
XV), el Vaticano “vicarios de Dios”, por tanto “administradores de
sus bienes” dividieron a América, una parte para España y la otra para Portugal.
Se repartían tierras, mares, hombres y mujeres. Invadieron con la venia del Papa.
Sus cruces y banderas blanco amarillas llegaron a la costa, luego fueron sepultando la esplendida arquitectura originaria. El evangelio se impuso a sangre y fuego, De África trajeron a personas para esclavizarla, pago por ser bautizados y salvar el alma. La iglesia católica bendijo los holocaustos más grandes que conozca la historia.
Hace doscientos años, la jerarquía maldigo a los republicanos de Venezuela por enfrentarse a los reyes católicos. Venezolanos como Juan Germán Roscio se le enfrentaron con las armas de la teoría y el catecismo anti despótico. Comprendían que la bandera católica era el arma para trasculturizarnos. Asó lo dejó sentado en 1811 en el Manifiesto a los Habitantes de Nirgua, donde Roscio luego de advertir de la complicidad de la Iglesia Católica con el absolutismo de España. En aquella ocasión escribió "La Doctrina de Jesucristo se basa en los derechos del hombre y de los pueblos". Más adelante, su obra "El Triunfo de la LIbertad sobre el Depotismo" desnuda la triste verdad de una jerarquía católica al servicio de la oligarquía.
Esa jerarquía y su soldadesca estarían al lado de la ultraderecha en la dictadura franquista en España, en las dictaduras militares de derecha en Suramérica. Pocas excepciones, se registraron como Monseñor Oscar Romero en El Salvador, excepción que le costó la vida. O como los sacerdotes promotores de la Teología de la Liberación que fueron expusaldos de la iglesia.
Todo documento de Vanguardia, como el Documento de Puebla de la III Conferencia de Obispos Latinoamericanoses echado al basurero de la historia. Convendría que los monseñores venezolanos y del resto de América, releyeran o leyeran por primera vez Puebla. Sino lo tienen, busquenlo en http://multimedios.org/docs/d000363/. Les recomiendo allí leer el capitulo de los medios de comunicación y el de la Opción referencial por los Pobres.
Insólitamente, países como Venezuela, en los años 60 se ataron a la iglesia católica, mediante el llamado tratado bilateral -el concordato-, aún siendo un estado laico, donde por ejemplo, el Nuncio Apostólico es el decano del cuerpo diplomático y no el embajador o embajadora más antiguo. Donde los sacerdotes parecieran poseer una doble ciudadanía (vaticana y venezolana), y los privilegios que obtienen del estado, particularmente los obispos, son pocos comprensibles.
La iglesia, la que debió heredar la comunidad de los Apóstoles de Cristo, vuelve de nuevo, como en la Unión Soviética, a cargar contra las aspiraciones del pueblo.
Salud Siempre
en twitter @reinaldoafrica